8 de febrero de 2025

Infames investigaciones

 


Leyendo La comemadre, primera novela de la argentino Roque Larraquy, publicada bellamente por Fulgencio Pimentel, he recordado varias veces las tramas 'somáticas' de Chuck Palahniuk, aunque hace tal vez veinte años que no le he vuelto a leer. Por somático me refiero al juego que creo que Larraquy comparte con Palahniuk en cuanto a una mirada entre lo grotesco y lo sublime a los cuerpos y sus miembros. Pero no recuerdo esta concreción en Palahniuk. Sí parte de la proyección metafórica, y algo del humor, que en Larraquy es más lacónico.

La comemadre tiene dos partes separadas por un siglo, y tituladas 1907 y 2009. En 1907 la acción se centra en el sanatorio Temperley de Buenos Aires, especializado en cáncer, pero que estafa a sus pacientes con la aplicación de un placebo inútil. Un conjunto de médicos aprueba experimentar con el paso de la vida a la muerte, aunque la seriedad esperable de experimentos que pudieran formar parte de cierta tradición médica (véase Mary Roach) se ve relajada porque tres personas del equipo beben los vientos por la enfermera jefe y por el tono irónico del narrador, el doctor Quintana, quien, con una voz tal vez demasiado actual para 1907, tiene inicialmente reparos por los experimentos grotescos que se van a realizar, pero después aporta las ideas más oportunas para su desarrollo, si bien en realidad busca asentar su figura y quedarse con la enfermera en su particular batalla.

En 2009, sin embargo, un artista consagrado responde a un texto de una estudiante. El artista cuenta episodios, de nuevo, de toque carnal de su infancia y juventud donde cobra especial importancia su carácter de genio infantil, su obesidad mórbida adolescente, su búsqueda de sexo en la prostitución, y su encuentro con otro hombre que resulta ser un doble idéntico de él. En busca de instalaciones artísticas simbólicas y extravagantes sobre estos temas, experimentan de nuevo con los cuerpos, y acaban haciéndolo en Temperley.

Este tenue hilo entre ambas historias se refuerza porque uno de los personajes de 2009 es bisnieto de Quintana y tiene un cuaderno de sus escritos (se supone que es lo narrado en 1907). Pero es cierto que este nexo de unión es libre, una excusa, frente al subtexto que creo que hermana a ambas historias, la experimentación a la que lleva cierto delirio investigador humano, que Larraquy coloca bien en el racionalismo científico hijo del siglo XIX, en el que resultaba aceptable la eugenesia, por poner un ejemplo, y el individualismo posmoderno que permite moldear el propio cuerpo hasta la mutilación en favor de una autorrepresentación artística, digna del siglo XXI.

Por supuesto, el libro puede leerse y disfrutarse sólo como una ficción inteligente y sardónica, llena de humor negro y un importante desapego humano, en que lo bizarro como valor epatante sacude a unos lectores ya hastiados de todas las bestialidades que de por sí les ofrece el siglo. A ello contribuye un estilo elegante, elíptico, que ha dibujado y se beneficia de protagonistas muy lúcidos en ambos relatos, y hace avanzar la acción rápidamente. Mi disfrute ha sido intenso, reconozco.

FOTO Roque Larraquy (foto de Pablo García para ctxt.es)

 

 

3 de enero de 2025

El cuaderno rojo

 


Después de Zergatik Panpox me he atrevido con un nuevo libro, esta pequeña novela, de Arantxa Urretabizkaia, titulada Koaderno Gorria. La protagonizan en realidad dos mujeres en situación de desplazamiento. Una de ellas, conocida como L, está en Caracas en una misión: encontrar a y contactar con los hijos secuestrados de la otra protagonista, conocida en la novela sólo con el nombre de Ama.

Ama, además de haber criado y educado a sus hijos de 10 y 13 años, a los que su marido secuestró hace siete años, ha escrito el cuaderno de tapa rojas del título, una pequeña memoria dirigida a sus hijos de cómo fue su nacimiento, sus primeros años, y sobre cómo se dio cuenta de su secuestro. Este se debe, aparentemente, a que Ama tuvo que huir a Francia y refugiarse en una casa oculta; el marido, que se había por lo visto separado de los intereses de su mujer, que anteriormente compartía, decide secuestrar a los hijos y emigrar a Caracas. Siete años más tarde, Ama por fin ha tenido noticia de ellos, y envía a L para que les entregue el cuaderno. El libro combina las acciones de L en Caracas junto con los textos del cuaderno que ella misma va leyendo. No es del todo fácil adivinar la ambigua relación de L con Ama, y también lleva páginas comprender la trama por su montaje paralelo, que indica también determinadas trayectorias paralelas entre Ama y L.

El cuaderno rojo de Ama contiene textos y situaciones que recuerdan vivamente a Zergatik Panpox, dejando claro que la relación materno filial es de gran interés para Urretabizkaia, especialmente con niños pequeños. De nuevo aparecen vívidas situaciones de cierto costumbrismo donde la ternura y la intimidad con el bebé o el niño o niña relucen con especial cercanía en su literatura. El calor del euskera como idioma hacia con los niños es probablemente parte de este encanto, ya que el testimonio es de nuevo dado por una madre (conocida como tal por su nombre en el texto, Madre) dirigiéndose específicamente en este idioma. En Koaderno Gorria, de hecho, la posibilidad de que los niños la hayan olvidado  angustia a Ama, pero también y con cierta intensidad, que hayan olvidado el idioma y que puedan necesitar una traducción del cuaderno. Esta obsesión además no se resuelve, con cierto simbolismo, hasta la página final.

Zergatik Panpox y Koaderno Gorria comparten también la situación de separación de una pareja por motivos que en las solapas se definen como políticos. En realidad, se trata de militantes de ETA. En Zergatik Panpox es el padre quien ha abandonado a la madre por la 'lucha', y en Koaderno Gorria sucede que la madre debe recluirse para no ser detenida; el lado menos militante de la pareja, en cada caso, se queda con la descendencia. Es obvio en ambos casos que el contexto no es el tema principal del libro, que en cierto modo actúa como deus ex machina que desata el acontecimiento que altera la vida de una madre reciente, pero por otro lado es revelador que en la ambigua sombra trasera figure en ambos casos el terrorismo. En Koaderno Gorria es más obvio: Ama se manifiesta embarazada a finales de los setenta, se considera una luchadora por la independencia, y sin explicar posibles acciones, se ve obligada a pasar la muga y refugiarse en Francia. Pertenece al personaje la romantización de su propia postura, dibujada con orgullo inevitable. Existe un arrepentimiento sentimental contenido al final, pero no cabe duda de la factualidad de aceptación del discurso descriptor de un determinado país que tiene esta construcción, que en cierto modo pretende alcanzar un mito que hoy en día les gustaría hacer fundacional a sus seguidores. No es que no lo intenten: de esto va la batalla del relato, que ahora se ve tan lúcida al leer un libro de hace 35 años.

Arantxa Urretabizkaia (foto de Wikipedia)