24 de noviembre de 2016

Ética de la marica pura


Paco Vidarte estaba en el epicentro del movimiento LGTBQ en España cuando Zapatero, en 2005, dinamita las dinámicas españolas (y puede decirse que mundiales, que se desencadenan a partir de entonces) de los movimientos LGTBQ con la regulación del matrimonio igualitario. El conflicto entre una exigencia revolucionaria y la concesión de un derecho cortocircuitó el sentido de la militancia, que se enfrentó a una necesidad de redefinición. Ética marica, el último libro de Paco Vidarte, escrito en menos de un mes y publicado un año antes de morir, se dedica a ello. No sin cierta carga de drama, ya que Vidarte necesita encontrar un discurso que justifique que las decisiones del poder puedan favorecer a una minoría si no hay un precio a pagar…


(vía)

Puede ser todo un placer culpable leer al lenguaraz Vidarte despojarse de toda corrección y utilizar todo tipo de recurso semántico capaz de provocar, o reinventar de manera francamente divertida el lenguaje a su antojo, aunque partiendo en general del vocabulario de la subcultura gay. No obstante, pasado el choque inicial del estilo, y de las autoconfesadas prisas en su escritura, Vidarte intuye más que expone el problema y es lúcido en señalar la fuerza del capital en arrastrar a la militancia noqueada por las bondades del zapheterismo, aunque la solución subrayada repetidamente es que una ética general de una minoría debe considerar a todas las minorías o no sería tal. Parece de todos modos increíble que no sea capaz de dar nuevos caminos de trabajo para el movimiento LGTBQ dentro de sí mismo: el trabajo diario, la acción continua… pero ¿haciendo qué? ¿con qué objetivo? Esto sucede posiblemente por el impacto cercano de las leyes, pero con el tiempo se han revelado esas necesidades (regulación contra los ataques y crímenes de odio, educación, mejora de las leyes de transexualidad, etc…). Vidarte obviamente no puede aceptar el posibilismo y necesita la implantación pronta de la proclama, que se desactiva cuando el enemigo aparenta, incluso resulta, no serlo. Claro que el poder crea el entorno debido de creación de desigualdades, pero la praxis inteligente debería tener una hoja de ruta, más allá de la necesidad de actuar sea como sea.


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Lo que sí hace estupendamente Vidarte es explicar los comportamientos de la minoría LGTBQ ante la mayoría heterosexual, repentinamente atónita ante una realidad tradicionalmente negada. Las dos éticas maricas prácticas que describe, la de solicitud continua (ejemplificada en el perro que siempre pide migajas, las que sean, de la mesa donde comen los señores, y que ahora no debe dejar de pedir) y la de negación (en la que se cierra la puerta al heteropatriarcado y se le niega, por ni tan siquiera merecerlo, la simple posibilidad de entender la cultura y el comportamiento LGTBQ), resumen ejemplarmente pautas habituales.

Es una pena que Vidarte no siga soltando bofetones libertarios como los que encierra este libro. Una lástima también que no haya presenciado los cambios políticos sucedidos en España desde su muerte. Ética marica es un libro divertido, dinámico, agitador y procaz. Puede uno no estar de acuerdo, puede incluso intuir que un lenguaje formal habría sido más efectivo en según qué círculos. Pero se antoja un libro irrepetible.

Paco Vidarte (vía)

12 de noviembre de 2016

Kew


A veces, cuando visito una exposición o un monumento determinado, y sé que las fotos no me lo traerán de veras al recuerdo, intento comprar, si merece la pena, un libro de la Gift Shop del mismo, que con el tiempo y la lectura me recuerden la experiencia estética, y que además, de por sí, puedan merecer la pena. Me es más relevante, porque ya la memoria no puede con todo, y porque creo que con los años, siendo parte ya de una audiencia más trabajada, los impactos parecen durar menos.

Palm House es la principal instalación botánica del parque (vía)

Kew Gardens es el parque jardín botánico nacional británico. Está situado a las afueras de Londres, camino de Heathrow, y es un lugar inmenso que incluye pequeños palacetes, construcciones ornamentales, un jardín botánico en sí, un pequeño museo dedicado a reproducciones modernas y clásicas (fascinantes) de fauna, algunas instalaciones modernas, un bosque aparentemente asilvestrado, etc… Nunca había estado en ellos hasta este año, era siempre una visita postergada, pero por fin se dio una serie de circunstancias favorables, entre la que el clima fue una, la disponibilidad de un día fue otra. A la salida me enamoré de este pequeño volumen que reproduce uno de los primeros libros escritos sobre Kew, a principios del siglo XX, con ilustraciones clásicas a cargo de Edward Bawden, y que incluye también una historia de la formación y cuidados de los jardines, no siempre modélicos, desde que en el siglo XVIII se empezaron a diseñar con las acciones inmobiliaria y botánica de la familia real. Kew es conocido ya en aquellos tiempos por la presencia del rey Jorge III, que lo utilizaba para descansar de su locura, y su abundante familia, caricaturizada hasta el infinito.


Estas caricaturas (algunas expuestas en Kew Palace, las hay también abundantes en algunas exposiciones en Bath), el facsímil de la obra original, las adorables reproducciones naif del libro, o los pósters que invitaban a la población a acercarse a los jardines, adornan un texto histórico que recuerda algunas instalaciones ya perdidas y otras aún en pie. El volumen no es crítico sino que forma parte de la sólida (en todos los sentidos) tradición británica de celebración irónica de lo institucional, acorde posiblemente con el origen georgiano del parque. El disfrute es casi exclusivo para los visitantes que, como yo, tal vez por la perfección del día y ánimo, hayan tenido su pequeño Stendahl un día, en Londres, en el parque. Y demuestra que no soy el único.

Edward Bawden, por Howard Coster (vía)