Lolo es otro bonito volumen de la colección * de la editorial niñosgratis, de un formato novedoso, pues se trata del guion de una película no rodada, titulada precisamente Lolo, y dedicada a la figura real de Lolo Ferrari, efímera actriz porno francesa víctima de sus transformaciones físicas. En concreto, a sus últimos días de vida. Sus escenas combinan fundamentalmente dos situaciones: una vida cotidiana con su manager y marido Eric (una relación ya malsana y rutinariamente aburrida) y varias entrevistas a diferentes personajes de la vida de Lolo, que hablan a cámara sobre ella y ayudan a entender su final. El libro se completa con un postfacio del autor explicando las motivaciones de Lolo, las suyas propias, y los intereses reflejados en el guion. Este autor es Miguel Agnes, maestro de ceremonias en el podcast EPSA y figura relevante de una contracultura bohemia madrileña actual. El guion se publica ahora, pero se escribe hace diez años, y cuenta hechos de hace veinte.
Es un logro estupendo la descripción de los personajes
principales, Lolo y Eric, dentro del espacio de la decadente mansión con
piscina, en el Mediterráneo francés, que describe el autor, que confiesa su
inspiración en Sunset Boulevard para ello, con la fina ironía de la
comparación subtextual entre las grandes figuras del cine mudo y el porno. El
símil puede arrastrarse a más temas: la transformación física, las drogas, la
nostalgia de un pasado tal vez no tan espléndido. También la inadaptación de la
estrella a la cotidianidad, la rutina de la comida, la limpieza, el cuidado
diario, que en Lolo carece del dinero y empleados que sí tenía Norma Desmond.
En Lolo el carácter tiránico ejercido por una sociedad y una profesión
hacia el moldeado de los cuerpos alcanza lecturas performativas asumidas por
Lolo y Eric, criaturas posmodernas en las que establecer límites entre la
elección voluntaria de una vida liberada de sesgos sociales y la tragedia psicológica
de un capitalismo extractivo del cuerpo y sus atributos es complicado.
Personalmente, dentro del guion me quedo más estas rutinas cotidianas y ordinarias de gente vulgarmente extraordinaria, cuyo descenso a los infiernos lleno de rímel, esmalte, inyecciones y hormonas encierra todas las lecturas, que con las entrevistas a cámara, aunque probablemente estas sean la manera de que podamos anclar como potenciales espectadores a personajes ya olvidades, hijes de un cine menor.
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