14 de abril de 2021

Relatos totales

Como me ha pasado con Sapiens, de Yuval Noah Harari, o Imitación y experiencia, de Javier Gomá, en Historia del pensamiento social, este texto clásico de la Sociología escrito y múltiples veces revisado y reeditado durante 50 años por su autor, Salvador Giner, me he visto de nuevo atrapado por una historia de la humanidad con un relato en continuidad, que en este caso se centra en la evolución del pensamiento social, el camino a la Sociología como ciencia, y las filosofías políticas que fueron conformando tanto las características del poder político como las de la sociedad que dicho poder gobernaba. Las tres son eurocéntricas y comparten, desde su propia estructura, el relato de un progreso, de un camino hacia un futuro que, en el caso de Giner, se especifica muy bien en su capítulo sobre San Agustín:

'A esta visión agustiniana cósmica y general, coherente, de la historia de la raza humana a través del tiempo le cupo una enorme influencia en la cultura occidental posterior. Todas las teorías del progreso (de la Ilustración, en el siglo XVIII, a las hegeliana y marxistas posteriores) han asumido que la historia posee una dirección y sentido, y que en ella acaece un despliegue creciente de la conciencia humana y de su libertad. El contenido de cada teoría puede ser diverso (el marxismo, forjado en el siglo XIX, por ejemplo, no es cristiano), pero el enfoque agustiniano es detectable en todas ellas, por lo menos en el providencialismo, sea o no religioso. La concepción agustiniana de la historia ha sido revestida por cada pensador providencialista con rasgos distintos, pero constituye el fundamento de cuantos han sostenido que la historia de nuestra especie posee un sentido y estructura, un lugar de origen y otro de destino que son cognoscibles con la información que poseemos'

El recorrido de Salvador Giner por el pensamiento social se estructura en seis grandes libros: La era clásica; Cristianismo y Edad Media; Renacimiento, Reforma e Ilustración; el Liberalismo; el Socialismo; y Ciencia y pensamiento social en el mundo contemporáneo. Su repaso es ambicioso y completista, dudo que se haya olvidado de pensador o escuela relevante en sus 800 páginas, y funciona como magnífico libro de cabecera en cuanto a introducción a las ideas sociales y políticas, y a los que fueron sus autores. Y este magnífico como calificativo no procede sólo del conocimiento adquirible (enciclopédico), o de la capacidad de resumir y administrar la información y el análisis relevantes (un ejercicio de evaluación, síntesis y concreción ímprobo), sino, sobre todo y para mi gusto, del tono, del carácter objetivo, amplio de miras y neutral de ese análisis, de la habilidad para explicar con precisión la conexión entre cada idea o escuela de pensamiento con su tiempo, los motivos de su aparición, y sus influencias en su tiempo y posteriores, fueran éstas buenas o malas para la humanidad. Esta ecuanimidad, combinada con una sintaxis y una semántica ricas, pero de vocación denotativa, apoya el carácter pedagógico del texto y lo eleva a lectura adictiva y apasionante, en mi caso durante un mes. Antes lo habría terminado si no fuera por los avatares extraños de la vida en tiempos convulsos.

Agustín, Immanuel, Alexis, Karl

No es fácil, ni probablemente justo, intuir el pensamiento propio de Giner bajo el texto; hay pensadores por los que se le nota cierta debilidad, pero parece proceder más del reconocimiento de su clarividencia en un momento dado, de su renovación del análisis social, o de su compromiso con su tiempo. De las extensas páginas dedicadas tanto al liberalismo como al socialismo le deduzco partidario del esquema de democracia liberal con estado de derecho, y más cerca de los reformismos prácticos y reales que de los mecanismos revolucionarios. A Giner, aunque editó la última revisión de su obra en 2017, no le da tiempo a analizar con perspectiva las derivas actuales de los sistemas democráticos, y ya no lo veremos, porque falleció en 2019.

Nicolás, Thomas, Friedrich, Antonio

Además del aprendizaje, conocimiento y visión adquiridos, confieso el disfrute que me producen todos aquellos pasajes en que Giner desmonta tópicos o permite vislumbrar paradigmas nuevos. Dejo varios más abajo, que no pude reprimir tuitear durante la lectura. También confieso como lego en politología el descubrimiento de autores de nuestro tiempo (o casi: Isaiah Berlin, John Rawls) a los que leer o conocer más a fondo, aunque sus obras fundacionales tengan algunos años; y, por supuesto, el de autores clásicos con los que ponerse las pilas, aunque de algunos ya supiera que tenía esos deberes (Montaigne, Tocqueville) y otros hayan sido una sorpresa (Kropotkin). Ay, el tiempo tan escaso…

Jean-Jacques, John Stuart, Georg

LOS TÓPICOS DE MAQUIAVELO, HOBBES Y MARX

'Como Maquiavelo antes que él, el gran pecado de Hobbes consistió en declarar la verdad. No sorprende que merced a la aspereza y absoluta franqueza de sus expresiones, ambos fundadores de la teoría política moderna hayan sido los pensadores más tergiversados en toda su historia. Hay un escándalo en torno a Maquiavelo como hay un escándalo en torno a Hobbes. Por ello, cada vez que se usa el vocablo maquiavélico o el vocablo hobbesiano se hace injusticia a uno y a otro. En realidad hay un trío de incomprendidos puesto que marxista es un adjetivo que se refiere invariablemente a posiciones con las que Marx poco o nada tuvo que ver'

 

KANT Y LA EDUCACIÓN UNIVERSAL PARA LA PAZ DE LOS PUEBLOS

'La seguridad con la que Kant ve el futuro establecimiento de la paz en el mundo difiere de la manera con que diplomáticos y juristas habían enfocado hasta entonces. En su "Proyecto para llegar a la paz perpetua en Europa', el abate de Saint-Pierre había ya sugerido la fundación de una organización internacional de estados. Esto es lo que sugiere Kant, pero yendo más allá. Kant no ve la paz perpetua como un acto multilateral de voluntad entre gobiernos, sino como un evento histórico fruto de la paulatina generalización de la educación entre los hombres. Kant se da cuenta de que el mismo acuerdo internacional puede parecer utópico, y no digamos ya la paz espontánea, sin educación. Además, se opone a la actitud desdeñosa de Rousseau y de Federico II de Prusia contra el escrito de Saint-Pierre’

 

JOHN STUART MILL Y LA INTELECTUALIDAD PÚBLICA

'John Stuart Mill abogó por las manifestaciones pacíficas en la vía pública, en las que tomó parte. Esta actividad, así como sus discursos al aire libre en Hyde Park, son algo nuevo en la historia de la filosofía social. Aparece con él el intelectual que no se contenta con publicar sus ideas sino que considera su deber pasar a la acción pública y cívica, junto a otros ciudadanos que piensan como él, y todo ello sin aspiración alguna a ocupar cargos públicos. La actividad del intelectual como agente moral cívico no se inaugura enteramente con Mill, pero su vigor y militancia le han deparado un lugar muy destacado en la historia de la participación de los pensadores, científicos y artistas en la vida pública'

 

TOCQUEVILLE Y EL PAPEL DEL ASOCIACIONISMO EN LA DEMOCRACIA

‘Alexis de Tocqueville en su estudio de la sociedad norteamericana descubrió cómo el pluralismo asociativo era el soporte del político y cómo el desmoronamiento del primero significaría el fin inevitable del segundo. Al mismo tiempo, le interesaba investigar los procesos por los cuales se mantiene el pluralismo en una sociedad democrática sometida a las tendencias niveladoras y homogeneizadoras. Tales procesos son el federalismo y la descentralización. Ambos son esquemas políticos, los cuales, por sí solos, no pueden producir los efectos deseados por Tocqueville. Para que exista un verdadero pluralismo social tienen que medrar toda clase de asociaciones espontáneas, con propósitos diversos -comerciales, recreativos, industriales, científicos- y con un alto grado de autonomía y sin injerencia estatal. Merced a ello se creará en una sociedad civil fuerte una densa capa intermedia entre el estado y el individuo, que protegerá a éste, pues el estado no podrá manipular al individuo sin tenérselas que haber antes con las asociaciones de que sea miembro. En una sociedad aristocrática, el individuo está protegido por sus propios privilegios o por su propio señor (en caso de no ser víctima de sus desafueros), pero en una sociedad democrática no hay otra garantía que la del pluralismo social, el cual, a su vez, implica y presupone el político'

 

ENGELS Y EL USO DE ESTRATEGIAS BÉLICAS EN LA REVOLUCIÓN

'Friedrich Engels se alza contra los “quijotes y sanchopanzas” de las revoluciones, que creen que éstas pueden triunfar de un golpe, sin tener en cuenta los inmensos recursos de la reacción. Esto, naturalmente, no es desaconsejar la revolución, sino introducir en ella la estrategia, arte marcial del que Engels era gran admirador. Sus descripciones y análisis de los grandes conflictos armados del siglo XIX son de los más sobresalientes de la época. Dentro de este espíritu, Engels recomienda a las fuerzas proletarias la lectura atenta de la obra clásica sobre la estrategia del general prusiano Karl von Clausewitz (1780-1831), autor del célebre tratado <Sobre la guerra>’

 

¿ES EL FASCISMO UN SOCIALISMO?

'Lo que todos los fascismos tienen en común con el alemán y el italiano es el nacionalismo fanatizado y cierta forma de “socialismo” de estado [...] En Alemania, el nazismo incluía la alianza del estado con los grandes monopolios y con la gran burguesía. Parte de ella financió el partido de Hitler durante su subida al poder. El socialismo fascista, pues, no es genuino, por cuanto supone sólo una regimentación del pueblo a través de la máquina burocrática de un estado que todo lo abarca y no rompe con la propiedad privada. (...) El fascismo engloba la corrupción del socialismo, desprovisto de su fenómeno fundamental de antagonismo de clase, que está presente hasta en el mismo reformismo, y que degenera en un sistema de alianzas con la gran finanza y con los monopolios y oligopolios, amén de la creación de empresas orientadas hacia la autarquía económica de la nación fascistizada. La autarquía a toda costa es la doctrina económica del fascismo'

 

LAS LIMITACIONES DE LA TEORÍA MARXISTA DE LA ECONOMÍA

'La aportación marxista fue menguada en el campo de la teoría general de la planificación socialista. En su lucha contra la sociedad burguesa, los primeros autores marxistas no se preocuparon por elaborarla, de modo que la revolución bolchevique les cogió por sorpresa: el partido soviético se vio forzado a improvisar pragmáticamente, con lo cual creó un estrato gerencial tecnocrático. Hubo aportaciones de varios autores (Enrico Barones, Oskar Lange, Charles Bettelheim) que intentarían paliar algo el problema con mayor éxito, momentáneo, de seguidores académicos que de realizaciones palpables. En todo caso, el contraste entre la riqueza de la actividad crítica anticapitalista con las limitaciones, por no decir pobreza, de la teoría marxista de la economía socialista, fue, a todas luces, notable.'

 

LUKÁCS Y LA CONCIENCIA REVOLUCIONARIA DEL PROLETARIADO

'Georg Lukács estudia la cuestión, crucial para los marxistas, de la conciencia proletaria. Para él, el proletario no sólo posee conciencia de los objetos sino que por su condición explotada posee una conciencia práctica que pide su transformación. Por lo tanto, es en el proletariado donde la unión de teoría y práctica se realiza y sólo en él pueden realizarse, puesto que únicamente la clase obrera es a la vez sujeto y objeto de la historia en condiciones de capitalismo industrial. Estas ideas, a primera vista nada explosivas para el progreso del movimiento comunista, le valieron a Lukács una inmediata repulsa. La acusación de propugnar la espontaneidad proletaria inspirada por un romanticismo aburguesado cayó pronto sobre él. Para la naciente ortodoxia soviética era el partido, y no la clase obrera, el depositario único de la conciencia revolucionaria del proletariado: éste por sí solo era incapaz de elaborar estrategias eficaces. Cualquier desviación de esta noción oficial debía extirparse. Los ataques oficiales contra Lukács no poseían a la sazón el poder exterminador que alcanzarían años más tarde, durante el triunfo pleno del estalinismo'

 

GRAMSCI Y LAS DIFERENCIAS ENTRE MARXISMO ORIENTAL Y OCCIDENTAL

'Un aspecto que atraería la atención del marxismo occidental tras la Segunda Guerra Mundial hacia Antonio Gramsci fue su noción de que la estrategia revolucionaria occidental debía diferir de la del este europeo. Ello es así porque la relación entre estado y sociedad civil difiere también entre ambas latitudes. “En el este el estado lo era todo, y la sociedad civil era primitiva y gelatinosa; en el oeste se producía una relación apropiada entre estado y sociedad civil, y cuando temblaba el estado una sólida estructura de sociedad civil aparecía inmediatamente”. En consecuencia, lo adecuado para Europa occidental era una “guerra de posiciones”, ganando poco a poco terreno en la sociedad civil y hasta en la política, mientras que en la oriental, como en Rusia con los bolcheviques, era la “guerra de movimiento”, es decir, el asalto frontal a las instituciones opresoras. Gramsci pedía “paciencia y tenacidad infinita” a los comunistas occidentales, así como la creación de un “bloque histórico” o alianza de fuerzas progresivas varias, en lucha contra las clases burguesas y sus aliados. Gramsci no cayó en el reformismo en el sentido de que nunca imaginó que la “guerra de posiciones” por la que abogaba excluiría el enfrentamiento final revolucionario, pero ciertamente su doctrina al respecto, cuando se conocieron sus escritos carcelarios, fue interpretada por muchos comunistas occidentales como una legitimación de su propia política reformista'

 

Salvador Giner, por Amadalvarez (vía)