La vida perra de
Juanita Narboni es una novela inentendible sin la especifidad histórica,
lingüística y religiosa del mítico Tánger en la que se ambienta. Una ciudad que
durante el siglo XX y gracias a la peculiaridad de ser un protectorado
internacional y de atesorar un pasado multiétnico y multicultural acabó siendo
un referente legendario en campos como la literatura y el espionaje. Que
tampoco es que sean tan distintos, si se piensa bien.
En ese Tánger que se fue desmantelando a finales del siglo
XX vivían judíos españoles huídos de Sefarad hacía más de tres siglos, árabes,
bereberes y cristianos, que podían ser ingleses, franceses o españoles. Durante
siglos las lenguas se compartieron y fusionaron, y sin atender a reglas
construyeron el idioma propio que nutre, junto con las tradiciones de la ciudad,
la voz de Juanita Narboni.
Juanita Narboni vive los años gloriosos de Tánger, de los
años 20 a los 60. Hija de un diplomático británico y de una mujer española,
domina la jaquetía y vive su vida familiar y social como chica comedida y recatada. El monólogo
inabarcable que supone la novela nos revela su temperamento reprimido, un
constante reproche a la sociedad, y un solipsismo tan exagerado como
divertidísimo. Juanita se explica su vida, sus desventuras con un novio que le
dejó por un bombero, su soterrada envidia hacia una hermana pequeña más liberal
que la abandona tras la muerte de la madre, y sus relaciones esporádicas con
personajes de la ciudad, que, descrita en un segundo plano (sus teatros y
cafés, sus fiestas, sus barcos, y sus abundantes avatares históricos), va
cayendo en decadencia como la propia Juanita mientras su mundo se desmorona.
Mariola Fuentes fue Juanita Narboni en el cine
Juanita tiene muy mala lengua y es capaz de insultar y
filosofar en varios idiomas como quien no quiere la cosa.
Si en estos momentos
se presentara en esta casa un buzo guapo y exrepublicano, mi vida cambiaría
radicalmente. Otro gallo me cantara. Pero esas cosas no ocurren en la vida de
una. Le vrai bonheur c’est le bonheur des autres.
Sus frustraciones se combinan también con comprensión y
ternura del autor hacia su personaje, sin dejar de lado cierta lucidez popular,
con la que Juanita nos explica la sociedad de la ciudad, que en este caso no es
sencilla
Toda mi vida de niña
asustada por la idea de pecado, ¡y luego resulta que para pecar necesitas
tantas cosas!... Por lo pronto, dinero. Y en cuando tienes dinero, resulta que
no pecas. Los pobres… ¡esos pecan! El pecado de la pobreza, cualquier cosa que
hacen es pecado.
La combinación equilibrada de estos matices resulta en una
operación literaria de primer orden, un auténtico logro en el caos lingüístico
en que vivían los tangerinos. El análisis del personaje representativo de una
época, el uso de la memoria cinéfila y teatral como forma vital y esquema
social, y el dinamismo del monólogo que avanza y retrocede en el tiempo a
voluntad de Juanita, son algunas de las fórmulas que en este libro se disfrutan
de continuo.
La vida perra de
Juanita Narboni fue escrita por el tangerino Ángel Vázquez. Fue un escritor
autodidacta, homosexual y maldito (todo ello se nota en el libro si se sabe
leer), que murió con 51 años, casi olvidado a pesar de haber ganado un Planeta.
Esta novela es única e irrepetible, y cuando pienso que este autor no es ni tan
siquiera conocido cuando debería ser venerado por la literatura del país memloco a cuyo idioma contribuyó con una
obra tan magna, me entran todos los demonios mientras me recojo la rebequita y
echo atrás la cabeza en profunda indignación. ¡Así se les caiga el massaj!
Ángel Vázquez (vía)