En 2003, la Seminci vallisoletana homenajeó a Costa Gavras. El grupo de amigos que solíamos reunirnos allí durante el primer fin de semana del festival llegamos el viernes, cenamos unas estupendas tablas en el antiguo Mesón de San Pedro Regalado, y nos metimos a los cines Casablanca a ver la mítica Z, una película sobre la investigación del asesinato de un diputado griego antes del golpe de los coroneles. No sé si Z se encuentra fácilmente en la web, pero nunca fue film fácil de ver: censurado en muchos países, estrenado tardíamente y poco programado en televisión, tiene aura mítica y de culto, y dio fama mundial (¡y 2 premios Oscar!) a Costa Gavras. Y para mi sorpresa, el cine político que esperaba ver en Z venía acompañado de un excelente sentido de la acción (lo cual supongo explica en parte su éxito en EE.UU.) y un sentido del humor paródico y caricaturesco que al parecer era lo que más molestaba a sus futuros censores, y que, por grotesco que pareciera, Costa Gavras afirma haber siempre documentado su cercanía a la realidad.
Costa Gavras (vía)
De traidores y héroes. El cine de Costa Gavras es el libro editado con ocasión de la retrospectiva de Costa Gavras en la 48ª edición de la Seminci, y ha estado más de ocho años en mis estanterías. Cubre casi toda su obra (sólo faltan Arcadia y Eden à l’Ouest, estrenadas después de 2003). Introduce las constantes del cine de Costa Gavras y las reacciones históricas que supuso, repasa sus películas y el proceso de cada una –que, dados sus temas, es en ocasiones algo apasionante-, e incluye una larga y completa entrevista con el director.
Costa Gavras parece un cineasta de una coherencia inaudita. Interesado por casi todos los conflictos políticos de la segunda mitad del siglo XX, ha usado personajes reales y ficticios para la denuncia del ejercicio del poder frente a la libertad del individuo. De su Grecia natal (Z) a la connivencia de Pío XII con los nazis (Amen.) pasando por los crímenes del estalinismo (La confesión), el fascismo de los supremacistas norteamericanos (El sendero de la traición), el conflicto palestino-israelí (Hanna K.), los desaparecidos del régimen de Pinochet (Missing), el colaboracionismo francés en la IIGM (Sección Especial), la presencia de nazis en EE.UU. (La caja de música), etc…
Su cine es asumidamente político, muy documentado –nunca le han ganado una querella de las varias que ha tenido-, pero muy entretenido, con un sentido del thriller muy criticado en los 70, tan exigentes ellos con las ideologías y sus purezas. Obviamente criticado por todas partes, resulta sorprendente que haya continuado su carrera en estas premisas (necesarias), aunque el público esté probablemente en otra onda. Pero si uno piensa en su sentido de la oportunidad, ese preproducir, rodar y estrenar cuando el conflicto aún está caliente, en que sin embargo parece anticiparse su resolución (la caída del muro, el fin de las dictaduras del cono sur, el atentado de Oklahoma), con sentido de la construcción del personaje (el individuo es esencial para Costa Gavras y sin él no hay film por interesante que sea el conflicto), puede entenderse que el señor no pase de moda, aunque obviamente tenga mejores resultados cinematográficos según los casos.
Todo ello se recoge en el libro comentado con más fortuna que mi resumen. Mi recomendación, en cualquier caso, es no perderse las películas de un director cuyo ejemplo, de momento, no tiene continuidad.
Esteve Riambau (vía)