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8 de octubre de 2014

Un cura


La larguísima vida de Fray Bartolomé de las Casas fructifica en la Brevísima historia de la destrucción de las Indias como obra mayor. Este pequeño texto es una obra fundacional de la defensa de lo que hoy llamaríamos Derechos Humanos, pero es también un clásico de la literatura española del Siglo de Oro, relacionada con el subgénero de la literatura de la conquista, y parte de los que narran las glorias y desgracias del (a)salto español y europeo a las Indias.

Bartolomé de las Casas fue encomendero (dispuso de licencia para explotar el trabajo de los indios) antes que cura. Su conversión tuvo mucho que ver con el horror que contempló: la tortura y asesinato continuado y caprichoso de los pobladores originales de las tierras por parte de los conquistadores españoles. Brevísima historia de la destrucción de las Indias es un catálogo completo de atrocidades espantosas, que incluyen golpes, mutilaciones, uso de perros bravos para el asesinato, alanceamientos, engaños, ajusticiamientos en la pira, ahorcamientos… y más actos que obligan a retirar la vista del libro más de una vez. Bartolomé de las Casas ni siquiera llega a discutir, como debía ser la norma, si los indios tenían alma o no. Directamente las considera criaturas felices y bondadosas, ansiosas de Dios, incluso del Dios cristiano al que están dispuestos a abrazar, como a abrazar a los españoles que llegan a sus tierras. Pero los cristianos no se comportaron como tales: Bartolomé de las Casas habla continuamente de tiranos sedientos de oro y perlas que engañan a los jefes locales y usan técnicas de terror al llegar a cada nuevo lugar, diezmando la población y dejando campos quemados tras ellos.

Abu Ghraib (vía)

El libro se organiza geográficamente, pasando de región a región de los cincuenta primeros años de la conquista, pues el libro está publicado en 1542. Bartolomé de las Casas describe las situaciones en principio vistas por él, aunque se antoja imposible por el infinito esfuerzo viajero que eso habría supuesto -y ello se añade a las dudas sobre sus posibles exageraciones-, y pone fechas pero no denuncia nombres, prefiriendo describir una situación general que alarmara al Rey, principal destinatario de su informe, o para no sufrir represalias directas. En su crónica los sacerdotes suelen salir bien parados, pues según él realizaban bien su labor evangelizadora, pero los conquistadores la destrozaban al llegar. No obstante, el propio prólogo del libro, que viene sin firmar, describe cómo los rivales de Bartolomé de las Casas fueron otros sacerdotes, y que el poder militar apenas le consideró, aunque consiguiera que se firmaran lo que puede considerarse la primera legislación en defensa de los derechos humanos de la historia, el Rey le permitiera un par de veces aplicar sus teorías para el buen trato de los indios (intentos fracasados ambos), y que estuviera a punto de poner en duda la generalidad de la colonización.

El libro se vuelve un tanto repetitivo en sus capítulos: una descripción de la feliz tierra y recepción de los indios de cada región a los españoles, el engaño cometido por estos, y la violencia sistemática contra aquellos, sumado a las opiniones de Bartolomé de las Casas sobre quién debería en verdad ir a los infiernos y quién es en verdad criatura de Dios. El lenguaje del siglo XVI que emplea el autor es no obstante musical, elegante y disfrutable, y el conflicto ético no resulta –desafortunadamente- lejano: el contraste de una lengua que nos resulta vieja aunque luminosa con una denuncia de la crueldad humana que también es contemporánea es un paradójico atractivo literario. De las Casas fue convenientemente traducido en Europa para desprestigiar a España, sin tal vez remarcar la españolidad de su autor y las consecuencias de una obra que anticipaba tan crudamente la larga noche de los quinientos años.

(Nota: términos como ‘conquista’, ‘criatura de Dios’, ‘labor evangelizadora’, etc… se utilizan en este texto dentro de la convención que suponían en la época de Bartolomé de las Casas, y no pretenden subrayar un carácter honroso como categorías en su significado actual)

Bartolomé de las Casas (vía)