Manuel Chaves Nogales fue un periodista republicano que en 1937 huyó de España, convencido de que la guerra terminaría en una dictadura y represión cruentas cualquiera que fuera el bando victorioso. En 1937, también, escribió este conjunto de nueve relatos basados en hechos reales, que bien podríamos llamar de no-ficción, aunque el término se adelante veinte años a la eclosión de este género y se produzca en una tradición literaria alejada de la que lo expandió mundialmente. Chaves Nogales, al que hoy supongo que llamaríamos equidistante, fue ninguneado por la historia literaria, y lo cierto es que A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España jamás habría sido publicado en ninguno de los bandos en guerra. Se publicó en Chile en 1937.
Madrid bombardeado durante la Guerra
Civil (vía)
Recuperado finalmente hace un par de
décadas, es fácil relacionar a Chaves Nogales con una serie de periodistas de
prosa precisa y fluida que España tuvo aquellos años, como Pla o Xammar.
Tenía de él tres libros en espera, y qué duda cabe que además de que el apunte
histórico y la relevancia crítica puedan apetecerme, el hecho de vivir una
progresiva polarización política en España y en Europa que, a veces, por la
repetición de las ideologías, retrotrae a los años treinta, da actualidad a la
visión de los autores que lo vivieron y lo contaron.
Asalto al Cuartel de la Montaña, en
1936 (vía)
Creo que lo más atractivo de A sangre y fuego es su descripción
cotidiana de la guerra y de sus actores directos, pero sin provisión de
ideología ni, por supuesto, propaganda. La naturalidad con que se ejecuta la
venganza (individual, social, también étnica) resulta de una terrible
familiaridad hispánica que, por ello, produce escalofríos. Da igual que se
trate de un hijo dejando que su padre sea ajusticiado a la mañana por no tener
que deber un favor a un superior, o de la cuadrilla que a caballo decide ir
pueblo a pueblo limpiando la zona de traidores, los españoles de A sangre y fuego tienen el reconocible
costumbrismo del país, y esta espantosa cercanía que cualquier lector de
literatura española reconoce con facilidad es aterradora.
Musulmanes en la Guerra Civil (vía)
Como conjunto de relatos, el volumen
tiene algunos mejor conseguidos que otros, además de diferentes cargas entre lo
emocional, lo épico, y lo poético. Me parece especialmente lúcido Y a lo lejos,
una lucecita, el episodio del seguimiento de espías por los tejados de Madrid
por el rastro de sus linternas, que consigue una metáfora impactante del tiempo
que refleja. También es inolvidable el episodio de inspiración mitológica
protagonizado por el gigante Bigornia, que asaltó el Cuartel de la Montaña y acabó
conduciendo tanques soviéticos. Queda en varios episodios esa costumbre
(¿católica? ¿goyesca?) de disculparse por los ajusticiados mediante una nota
exculpatoria dejada junto al cadáver: ‘por traidor’; ‘por chivato’. Queda una
guerra con extranjeros de sí
mismos de todo tipo influyendo en una batalla fratricida incomprensible, y,
queda, para Chaves Nogales, la decepción enorme de la deriva del bando
republicano, al que se sentía perteneciente por adscripción de pequeño burgués
liberal, por su incapacidad militar.
Riña de Gatos (Goya, Museo
del Prado)
Mucha gente califica este libro como el
más acertado en el retrato del suicidio civil del pueblo español, y subraya la
brutalidad explícita del mismo. En mi opinión, el horror nace del reconocimiento,
de la cercanía psicológica e histórica que tenemos con los personajes
(concretos, humanos, populares) que hicieron la guerra con la misma naturalidad
con la que nos vamos de tortilla al campo o la playa: porque es lo que hay,
porque es lo que toca, porque los otros son unos cabrones, y todo lo demás. Hoy
deberíamos ya saberlo. Pero.
Manuel Chaves Nogales (vía)