Conquista de lo inútil es un diario de rodaje en un sentido literal, pero no analiza ni entra demasiado en las cuestiones cinematográficas de aquel increíble rodaje. Las impresiones que recoge el director versan más sobre el choque que supone el lugar del rodaje (la Amazonia peruana) y la locura que supuso la aventura de rodar Fitzcarraldo. Un rodaje que fue interrumpido varias veces, que tuvo un primer metraje interpretado por Jason Robards y Mick Jagger –que se desdeñó puesto que Robards abandonó, Jagger tuvo que atender otros compromisos y Herzog incluso eliminó el papel de Jagger, que fue eliminado del montaje final-, y que narra la historia de un comerciante de caucho (Fitzcarraldo) que quiere construir una ópera en Iquitos y para conseguir el dinero necesario acepta una licencia de explotación de caucho en una región a la que sólo se accede mediante un río en que hay que remontar unos rápidos no navegables, al menos en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, este río para junto a otro, separados únicamente por una colina, por lo que Fitzcarraldo decide pasar el barco de un río a otro a través de la montaña para conseguir el caucho.
Esta locura está basada en hechos reales, y Herzog vislumbró la radicalidad extrema de la misma en comparación con la Ópera como arte, y decidió pasar un barco de verdad por una montaña, sin uso de maquetas. Esto le dio, obviamente, muchos problemas, que el libro recoge. La selva, la jungla indómita que le rodea y contra la cual los poderes del cielo son impotentes, es uno de ellos. El poso que todo ello dejó en Herzog fue lo suficientemente duradero para no haber, según sus palabras, podido tocar los folios de este diario durante más de veinte años. Herzog escribe sorprendentemente bien si pensamos que la escritura no es su campo, aunque puede no resultar tanta sorpresa para quienes conocemos su cine, especialmente el documental, que es siempre muy observador y a menudo incluye apreciaciones formuladas literariamente. Pareciera de todos modos que fuera la selva la que hace que los artistas escriban de modo barroco y un tanto florido, independientemente del origen del autor, pues por momentos la literatura encerrada en Conquista de lo inútil podría confundirse con la de algún escritor latinoamericano del realismo mágico. En los relatos breves de los días en la selva de este diario, esta impone de tal manera su criterio que se produce una alucinación, y la extrañeza de este tozudo europeo que persigue una hazaña absurda a costa de su salud, su dinero y casi su vida, se refleja en un universo realista pero imposible, si cabe el oxímoron. Los problemas con los indios, con el equipo técnico, con la selva de meteorología caprichosa y su influencia errática en el nivel de los ríos, con los productores o con el actor principal, Klaus Kinski, se acumulan hasta la insania. Y aún así, Herzog mantiene la capacidad de observación, y la lucidez analítica, incluso una buena dosis de humor surreal, en la descripción de una cotidianeidad continuamente rebatida.
Este libro es un diario real. No hay construcción dramática en sí, y tampoco es el seguimiento técnico de un rodaje, sino un conjunto de experiencias personales de alguien que ha retorcido la realidad hasta lo imposible. Por ello, lo creo un libro de interés y gusto general. No obstante, es muy atractivo para quien conozca y guste de la obra cinematográfica de Werner Herzog, porque su personalidad y la de sus personajes siempre en lucha contra lo que no pueden abarcar se refleja bien.