20 de enero de 2019

La Jarapa

 


Weldon Penderton es un escritor curtido en la crónica costumbrista (personal, laboral, familiar, social), que publica desde hace años demoledores posts en su cuenta de Facebook. En ellos ha ido desarrollando una peculiar visión tan aguda como en ocasiones contradictoria y casi siempre pesimista de la realidad rocambolesca que observa a su alrededor, a lo que suma un divertidísimo desvarío d e origen personal en el uso del castellano, aunque con inspiración en el habla popular o en autores como Ángel Vázquez. Todo ello consigue que la lectura de sus escritos nunca decepcione aunque pueda discreparse, a veces profundamente. Ahora Weldon Penderton (pseudónimo cinéfilo fácilmente rastreable) ha publicado su primer relato largo, una pequeña novela que es también la primera obra publicada por la nueva editorial niños gratis* que el propio Penderton y Paz Olivares Carrasco se han lanzado, temerariamente, a crear.
 
 
Puerta del local real en que se inspira la historia de La Jarapa (vía)

Salvemos La Jarapa cuenta el final de un pub de Granada con ese nombre, el intento de evitar su cierre por parte de sus dos dueñas, la Trini y la Paca, dos lesbianas lenguaraces cuyo infortunio laboral se completa con la desintegración de su propia relación, sus problemas económicos, y una desgraciada experiencia lotera navideña. Las últimas semanas de vida de La Jarapa, que está físicamente a punto de derrumbarse, permiten conocer a su clientela habitual, amigos y amigas de las dueñas del local tras años de acudir cristianamente sin traicionarlo frente a la competencia que a su alrededor fue poniéndose de moda, saber cómo fue historia, o quiénes fueron algunos de sus probablemente falsos parroquianos ilustres. Penderton se mueve con facilidad y cierto placer en la narración de esta decadencia: sus personajes protagonistas están superados por la vida y las circunstancias, y sólo les queda una inaceptable resignación vital reflejo de un final de etapa y de un modo de entender la vida por el que el autor no siente nostalgia en sí, sino una ternura posiblemente inesperada. La construcción en ficción de personajes anclados en la experiencia propia es siempre compleja en autor primerizo, pero en Salvemos La Jarapa la resolución es excelente, tanto en el perfil social y psicológico como en las relaciones de un grupo más o menos cerrado con un entorno que se les antoja hostil.

Salvemos La Jarapa tiene momentos hilarantes y encadena referencias visuales y dramáticas en páginas que se pasean por tópicos granadinos con desparpajo (como el mito lorquiano), y, de paso, utiliza el subgénero del cuento navideño cruel. A mí además me ha gustado su combinación de recuerdos pasados y elipsis actuales, que le da elegancia a la narración y supera el carácter desatado, o rabioso, de sus protagonistas. Es un gran estreno, que se encuentra en librerías selectas, o también aquí, en una edición estupenda que incluye portada desplegable y servilleta del local.

 
Weldon Penderton (vía)

6 de enero de 2019

Retrato del artista

 

Breakdowns es un cómic que Art Spiegelman publicó en 1978, y que reeditó en 2008, añadiendo un subtítulo joyceano (Portrait of the Artist as a Young %@?*!) y material gráfico al principio, con un epílogo explicativo final, en un formato enorme y poco manejable que recuerda al de Sin la sombra de las torres. Spiegelman es una figura clave en la historia de la novela gráfica gracias a Maus, obra maestra seminal del género cuya experimentación formal parece ya en Breakdowns. No así su poder narrativo.

 
Portada de Breakdowns en 1978

Breakdowns recoge una serie de historias breves de diversos protagonistas, todo él de estética underground, lleno dramáticamente de obvias frustraciones tanto personales como profesionales del autor, que con en general muy reveladoras de su momento vital en aquel periodo, entre la búsqueda personal, el aprendizaje, y el escaso cumplimiento de expectativas de un autor aparentemente compulsivo y excesivo. Cínico, cuando no definitivamente negro y cruel, sus dibujos exploran y retuercen el medio formalmente de manera peculiar, usando la repetición, la caricatura y mofa artísticas, el color, o la provocación sexual como formas de expresión hoy un tanto superadas, pero más que aplicables hace 40 años en el cómix.

 

Es fácil, o incluso tópico, recurrir a la explicación de que lo narrado en Maus (la supervivencia del padre de Spiegelman en Auschwitz) es el origen de la psicología alterada del autor de Breakdowns, aunque concurran también factores sociales contemporáneos a la propia época de Spiegelman. Breakdowns a mí no me ha gustado, aunque veo una crudeza honesta propia de un autor reprimido y ególatra, como si se tratara de las primeras historias de un adolescente existencialista que tal vez hubiera sido mejor no publicar, y me fascina que con estos mimbres (que mi criterio necesita pensar que son necesariamente incompletos) haya construido algo como Maus, que empezó a publicar en un periodo  breve de tiempo tras Breakdowns. Maus es sin duda también una obra negra, y en Breakdowns se avanza una historia con su particular uso del antropomorfismo.

 

Art Spiegelman (vía)