Con dos libros leídos en apenas unos meses, puedo confirmar
que Mary Roach es una investigadora incansable y una escritora divertida,
cercana, y cuyo sentido de la divulgación científica supera lo académico en su aproximación
al público. Si su
libro sobre el más allá no me convenció por lo obvio del tema, este Entre piernas. La extraordinaria cópula
entre ciencia y sexo funciona mucho mejor. El método y la escritura son
similares. ¿El tema? Mucho más interesante, claro.
Masters y Johnson en consulta con una pareja de
pacientes. Foto de George Tames (vía)
Roach es una investigadora de la investigación; tiene un
interés particular en conocer y divulgar aquellos estudios o trabajos
científicos sobre temas que popularmente se consideran particulares, aunque
ella no realice estudios propios sobre ello (como mucho, se presta a cobaya de
experimentos). El sexo es uno de ellos, en el que además existen estudios
científicos de conocimiento popular amplio, como los históricos informes de Alfred
Kinsey o los de Masters y Johnson, con los que el libro comienza. Las particularidades
del estudio de lo sexual suponen una contradicción entre la intimidad en teoría
apasionada del acto sexual, y la observación metódica que el método científico
exige. Roach se cuela en esta contradicción con un humor que aunque no vulgar
tiene réplicas de simplicidad directa una tanto llana. Con ello ameniza una
lectura que recoge estudios sobre el orgasmo femenino, la impotencia masculina,
la relación entre excitación, lubricación y fertilidad, los experimentos sobre
animales y su sexualidad, o la realidad de hormonas y feromonas, y descubre un
peculiar universo de experimentos e investigadores cuyo retrato (personalidad, visión,
motivación) es también parte del trabajo de Roach.
Alfred Kinsey (vía)
Roach hace explícito en más de un momento su asombro
particular por la visión de personas llenas de electrodos, o sometidas a
observación directa de un médico, mientras realizan en condiciones controladas
un acto sexual. Se desliza superficialmente por la validez de estudios en estas
condiciones por la posibilidad aparente de un sesgo importante en las muestras
de individuos en los experimentos, y por múltiples temas paralelos en los que
no profundiza, aunque no aclara si por falta de espacio o por falta de estudios
científicos reseñables para ella; algunos ejemplos podrían ser el sexo oral, el
sexo anal o el sadomasoquismo. Es curioso que mientras este acercamiento asombrado tan personal permite a Roach
una pedagogía y divulgación efectivas, logre librarse por ello de un estudio completo sobre las aproximaciones
científicas a toda la sexualidad humana, lo que deja a la vez un sabor algo
incompleto por falta de universalidad. También he tenido durante la lectura de
varios pasajes la sensación de objetivación corporal que sé necesaria al ser el
cuerpo el objeto de estudio, pero que reduce el mismo a casi exclusivamente su
faceta biológica y mecánica. Como si la misma autora, a pesar de su método
diferente y divertido no pudiera tampoco eliminar parte de los tics de los
trabajos que reseña. Aunque es justo decir que estos trabajos previos fueron en
muchos casos pioneros y como tales sus autores incluso corrieron peligro. Roach
reconoce la deuda hacia ellos, y la diferencia en los tiempos: ella puede
aplicar humor al método científico sobre el sexo porque el peso de la represión
religiosa sobre el tema es mucho menor y porque ya no existe escándalo.
Mary Roach (vía)