Antonio Altarriba (guión) y Kim (dibujo) vuelven a colaborar
en un cómic en el que era necesario que lo hicieran: la biografía de Petra
Ordóñes, la madre de Antonio Altarriba. El libro es el espejo obvio de El arte de volar, el cómic dedicado al padre de Altarriba, y que fue
objeto de reconocimiento y premios hace algo más de un lustro. Altarriba inició
el proceso de crear el guión de El ala
rota cuando una mujer le interpeló en una presentación de El arte de volar en un pueblo del sur
de Francia por su madre, prácticamente ausente en la biografía de su padre.
De estructura similar al libro anterior, El ala rota se inicia con la muerte de
la protagonista, momento a partir del cual el narrador, el hijo, cuenta la
historia de su madre desde su nacimiento. Si ya ambos libros comienzan con este
clímax terrible, no lo es menos en este caso el nacimiento de Petra, momento
que explica por qué no puede estirar el brazo desde su nacimiento, y que
marcará su carácter: el ala rota del título es ese brazo siempre pegado al
cuerpo, oculto a cercanos y extraños, que se convierte en el principal icono
del libro, metáfora de las mujeres inhabilitadas de varias generaciones
perdidas en la ignorancia y la beatería que imponía el franquismo, y punto
visual al que la atención del lector se dirige de manera continua como idea de
la modesta pero constante habilidad con que estas mujeres sobrevivieron a su
infierno.
Al revés que Antonio, pero de manera lógica por motivos de
género y educación, Petra no vive la guerra en el frente ni en el exilio, sino
que sufre sus consecuencias encerrada en la vida familiar de su pueblo, Pozuelo
de Alarcón, en Valladolid. Es una mujer beata y abnegada, en cuya vida también
se cuela la política porque el destino le lleva a servir a la Capitanía General
de Zaragoza, regida por un general monárquico desafecto al franquismo y
conspirador que confiaba extremadamente en Petra para sus peligrosas
conferencias privadas con otros militares y prohombres. De nuevo, Petra es un simbólico
agente pasivo donde su futuro marido lo era activo, aunque la posibilidad de
hablar de corrientes en el ejército franquista no es desaprovechada por el
libro.
El ala rota y El arte de volar comparten estilo
gráfico, un realismo costumbrista en blanco y negro, y la intensidad de los
detalles de rostros y cuerpos, en los que se centra la narración. Posiblemente El
ala rota tiene menos juego visual que El
arte de volar, resulta más sencillo en ese aspecto, aunque no renuncie a
excelentes hallazgos como las sombras en el mostrador del padre de Petra, o la
vida hacia la jubilación de Petra y Antonio una vez su hijo abandona el hogar. Es
un cómic más reposado, tal vez menos necesitado de brillantez ya demostrada en
el álbum anterior, que sigue siendo igual de emotivo y eficaz en el uso de los
recursos metafóricos mencionados, y supone una mirada sentida a quienes no
tuvieron permiso ni para intentar la heroicidad, ni para siquiera aprender a
volar.
Antonio Altarriba (vía).