30 de agosto de 2022

Arenal




La mujer del retrato es un cómic que se inicia con el recuerdo del retrato de su personaje principal, Concepción Arenal, que es muy conocido:

 

El retrato colgaba de la pared de la casa de Teresa Novoa, autora del dibujo de este trabajo y tataranieta de Concepción Arenal. El guion es de Mónica Rodríguez, escritora de literatura infantil y juvenil. La historia se centra en la infancia y adolescencia de la pionera feminista española, pero se admite abiertamente desde el propio subtítulo (Concepción Arenal. Vida posible de una niña pelirroja) que se trata de una especulación.

En El feminismo en España, María Isabel Cabrera Bosch dedica su capítulo al exiguo feminismo español del siglo XIX (de lo que da causas: el peso del catolicismo, la ausencia de industrialización, la falta de clase media) con protagonismo para luchadoras solitarias como Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán. Arenal luchó especialmente por conseguir una educación igualitaria, pues la falta de educación para las mujeres suponía la verdadera razón de la debilidad intelectual y moral que la sociedad biempensante achacaba a la mujer. Arenal gustaba especialmente de señalar las hipocresías sociales para con las mujeres, que pagaban impuestos si tenían propiedades o podían ser ejecutadas por un crimen, pero no podían estudiar para ejercer una profesión. Tuvo una sensibilidad especial además hacia las clases más desfavorecidas. Consiguió Arenal algunos logros gracias a sus publicaciones, conferencias y trabajo público (fue visitadora de prisiones de mujeres e inspectora de casas de corrección de mujeres), pero, para la historia y hasta que ha sido recuperada, lo destacado en los textos fue su labor filantrópica y penitenciaria.



Los mimbres de una potencial personalidad así (que debía ser inmensa para los tiempos) se encuentran en esta novela gráfica bien integrados en el diseño del personaje: argumentadora, contestataria, denunciadora, concienciada. También necesariamente solitaria y enfrentada a su madre viuda, austera en el vestir y por ello objeto de burlas… Su retrato, el arriba recogido, es sin duda severo y ajustado a la moral católica de la que Concepción Arenal también era practicante.

Todos estos ingredientes sin embargo no rinden un producto especialmente relevante salvo por el biográfico, que ya hemos visto que es altamente especulativo. Dibujado en blancos y grises (dejando un individualista rojo apagado para el cabello de la protagonista), aparentemente al carboncillo con estilo expresionista que no se pierde ni en los escasos momentos felices de la protagonista y que muestra con ello un tiempo duro y oscuro), el principal problema del libro es el subrayado continuo; no tanto la visión histórica algo presentista (que existe, pero el personaje se distingue precisamente por ideas y carácter decisivamente distintos a su tiempo) pero sí en la explicación continuada, que empieza incluso en el subtítulo. No existe por así decir misterio alguno en un libro diáfano en mensaje e intenciones desde el principio, y que tal vez por cierto sentido didáctico, resulta algo repetitivo. No es que por ello no tenga interés y varios logros elevados; hay uno narrativo y característico que precisamente funciona mejor por no subrayarse: frente a lo habitual o esperable, la protagonista encuentra mayor consuelo personal y vital, pero también incluso intelectual, cuando se aleja de la gran ciudad y se separa de la encorsetada vida de su clase en ella, y recala en la aldea cántabra donde vive su abuela y le espera una biblioteca nutrida. La variante tal vez no sea del todo justa, pues en Madrid la miseria está cerca y es visible, pero en Cantabria y bajo sus aguaceros no aparenta haber ese tipo de circunstancia. No obstante, el detalle aleja hábilmente a la protagonista de la sociedad de su tiempo (también el detalle del color del pelo, aunque este sea algo más manido) y adelanta la posible trayectoria vital posterior de Concepción Arenal.


La soledad y el obligado aire solipsista de Concepción Arenal tiene también buenos momentos visuales, como las escenas en el bosque con su perra y bajo la lluvia del norte, o su epifanía en el balcón de Madrid, que engarza amor romántico potencial, el dolor de la menstruación y del corazón, y los elementos naturales como la luna y la noche, que intuyen que el personaje se alejará de un Madrid ya imposible para ella.

Queda la pregunta sobre lo veraz del retrato, sobre lo verosímil de la especulación. ¿Qué pensaría o sentiría Concepción Arenal de su representación en estos términos? Mi impresión es que le sorprendería haberse convertido en referente, pero le agradaría, y también que su imagen es poco devota, lo que no le agradaría. Esas son las contradicciones del presentismo, por supuesto, a las que tal vez se añada la estética, que desprende una negritud considerable del encierro moral e intelectual de una mujer apenas sin alegría alguna. ¿Se vería así?


Teresa Novoa y Mónica Rodríguez (vía Diario de Ferrol)


13 de agosto de 2022

Apocalipsis

 



Apocalipsis o Libro de la revelación es una edición bilingüe griego/castellano del último libro de la Biblia, adornado con los grabados que el taller de Lucas Cranach realizó para la primera Biblia de Martín Lutero, y prorrogado por un estudio de la influencia del Apocalipsis en la filosofía, la historia, la política, y el arte, en este caso ilustrado con otras imágenes artísticas relacionadas. Este estudio está firmado por Patxi Lanceros, y el libro, editado por Abada Editores, figura como escrito por él y por Juan de Patmos 

‘Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se aprestaron a tocarlas’


Pareciera que el Apocalipsis debería estar culturalmente superado, pero es obvio que no es así: su visión de fin traumático de la Historia tiene un fundamento determinado en el contexto en que se escribió (las revueltas judías contra Roma a finales del siglo I), pero el alcance de la visión de Juan de Patmos trasciende el momento. A esto se dedica el estudio previo, que en su brevedad recoge resumidamente argumentos e influencias que, desarrollados, podrían multiplicar fácilmente sus páginas. Es algo frustrante en ese sentido, si bien no pretende ser un -imposible- estudio exhaustivo sino más bien un acercamiento casi sentimental al peso del Apocalipsis en nuestra cultura, en el que la sucesión de ideas de interés es relevante:

1-la idea cultural occidental del final de la historia, de un final además siempre inminente, que atraviesa el pensamiento occidental una vez que el provindencialismo judeo-cristiano rompió la quietud del cosmos griego y ya se instaló en todas las filosofías, incluido el marxismo y la postmodernidad distópica actual.

2-el texto del Apocalipsis como resultado de una guerra invasora terrible, en la que el invadido es un pueblo rebelado y revelado a la vez: la respuesta al terror romano es nada menos que el fin de los tiempos y el juicio final de las almas, ante cuyos horrores el invasor no podría sino estremecerse. Es mucho más difícil vencer a un libro profético y magnético e imperioso como el Apocalipsis; y en buena medida, podría afirmarse que con los siglos no es Roma quien acabó triunfando.

'Y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres blasfemos; tiene siete cabezas y diez cuernos'
 

3-la influencia actual de la espera: el anunciado apocalipsis no acaba de suceder, la parusía o regreso de Jesús no acaece, y el concepto de espera necesaria se impone, y trae sus propias consecuencias, encarnadas por un desplazamiento de la ansiedad por la misma hacia actitudes místicas, ermitañas, ritualísticas, etc.

4-el poder de la propia literatura del texto, tanto por presentar un Jesús y un Padre muy distintos a los del resto de libros del Nuevo Testamento, pero también por su potencia arrolladora, con su aplicación inquietante de una justicia visionaria y vengativa como forma de rechazar la figura del divinizado emperador romano.

5-la principal relectura artística que destaca Lanceros tiene que ver con el momento histórico más apocalíptico de nuestro imaginario, y probablemente también de la Historia: la II Guerra Mundial y sus alrededores, periodo del que la extracción de obras que apelen a un juicio final reencarnado en los horrores del conflicto incluye entre otros a Messiaen (Quatour pour la fin du temps), Mann (Doktor Faustus), y el esperable pero no fuera de lugar Guernica de Picasso. Las obras de arte han sido la forma tradicional en que la religión o el poder se han dirigido a un pueblo mayormente analfabeto, y en la II Guerra Mundial el fin definitivo de la Historia se colige a partir de la proliferación de miserias y abismos que se hacían reales y el arte también muestra. Si no existe futuro y la angustia existencial lo domina todo, ¿no está terminando el tiempo y comenzando el esperado final? El terror al fin inmediato y la angustia por la espera del juicio se encontraron en un momento de convergencia del relato que el cristianismo ha necesitado construir en los 2.000 años en que Jesucristo no ha venido a juzgar.

'Y vi el cielo abierto y he ahí un caballo blanco, y el que lo monta se llama el fiel, y el verdadero, y juzga con justicia y guerrea'

El brillo de este estudio es admirable, pero su estilo, algo poético y por momentos evasivo, mantiene un cierto misterio no analítico. No me agradan determinados juegos de palabras, como (sub)rayar de continuo los dobles significados usando paréntesis con las sílabas de los vocablos, pero en general cumple muy bien la función de prepararnos a la BESTIA que en efecto es el Apocalipsis en sí.

No por conocido el texto del Apocalipsis es muy leído, aunque encierre una buena cantidad de referentes culturales que aún conocemos y manejamos. Su nivel de profecías continuadas, de revelaciones narradas a elegidos, de animales mitológicos y fenómenos naturales imposibles, etc. es abrumador, una espiral de horrores y catástrofes, que, muy importante, se revelan para ser narradas, registradas, relatadas: que todos sepan, haced saber a… No es raro que sea un libro de libertad (escrito por un rebelde que busca un último refugio inaccesible para ser libre), y un escrito de poder: el de las armas, la violencia, las bestias del averno contra el enviado y los arcángeles, el de los vencedores por ser seguidores del Dios verdadero.

Los grabados de Cranach, con su representación imaginativa y desbordante y sus colores vivos, completan una experiencia estética de primera magnitud, y el conjunto del libro es de gran disfrute. ¡Quién lo iba a decir! ¡Cualquier día vuelvo a Lovecraft!


Patxi Lanceros (vía)