Amélie Nothomb sigue publicando una novela al año. Tomando su trabajo como un oficio regular, un día determinado del año -siempre el mismo- se sienta a ello, tarda los meses debidos para ser publicado en la fecha comprometida, y poder empezar la siguiente con la regularidad precisada. Por ello sus novelas son siempre cortas, pero concisas. Leí tres de ellas hace más de una década, tan conocidas como Estupor y temblores, Cosmética del enemigo, y Antichrista, pero, salvo la trama y algunas circunstancias de Estupor y temblores, recuerdo poco de ellas.
Sed (123 páginas) es una pasión de Cristo contada por
él mismo, utilizando su punto de vista propio. Tomar en primera persona a
Jesucristo y narrar un episodio del Evangelio remite casi sin remedio a José
Saramago y su El Evangelio según Jesucristo, novela de 1991 y 514
páginas, que con el estilo envolvente y parabólico del autor narra desde la
concepción hasta la muerte de Jesús bajo un prisma analítico y humanista
aplicado a un personaje acosado e incluso aterrado. La sed del título de Nothomb
es también metafórica: se propone como comparación al hambre y dado que la sed
no tiene un nombre propio para cuando es saciada. En parte anuncia una insatisfacción
que creo que se cumple: no hay saciedad para esta sed creada.
Más allá de la extensión y de la profundidad, los libros de
Saramago y Nothomb se diferencian por el perfil psicológico del personaje, que
en Sed está, creo que desafortunadamente, muy clavado en el presente. A
Nothomb le es fácil recurrir a la paradoja de un hombre perfilado como moderno
atrapado en una tortura antigua, bajo un mandato religioso inexplicable,
sometido a un destino que nadie aceptaría. Así, es fácil subrayar el absurdo de
la religión como práctica y convertir su momento cumbre (en el caso del
cristianismo) en una sucesión de hechos brutales y conocidos salteada de
pensamientos hoy reconocibles e incongruentes con la época que la teoría
retrata.
No es que esto tenga más problema en sí: la elección de la
autora es este tratamiento superficial, tratando al personaje desde el yo
moderno, y podría haber encontrado algún anclaje de interés. Pero se trata de un
trabajo creativo relativamente sencillo sin un marco realmente trabajado o
máscomplejo, y rindiendo un producto más de oficio al mercado: bien llevado,
diálogos ágiles, humanización moderna del mito… Mi impresión es que esta
estajanovista de la escritura, sea el que sea el tema, es una narradora un
tanto simplona cuya capacidad de provocación hace tiempo que declinó, pero que
aún tiene una marca que, de manera concluyente, aparece en la portada del libro
como principal reclamo.
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