Por las razones improbables que desconocemos de la cibernética, al buscar información sobre Jerjes tras la lectura de Las lágrimas de Jerjes, el señor Google me sugirió ‘Jerjes Óscar Esquivias’. Muy modernamente me dije WTF a mí mismo mientras pulsaba el enlace resultado de la propuesta, y en lugar de encontrarme a Óscar Esquivias interpretando al terror del Helesponto me topé con Jerjes conquista el mar, primera novela escrita por Esquivias, aunque publicada después de su trilogía sobre el purgatorio en Burgos.
El conflicto de la historia es menor: a Jerjes y su compañero Duque no les dan muchas tareas y pasan ratos largos tomando el sol en calzoncillos en las terrazas. Con una cámara que ha regalado a Jerjes el novio de su madre hacen fotos a los edificios circundantes. La novela tiene un buscado punto de vista inocente con el que Esquivias quiere reflejar cierta pureza de su personaje principal, adquiriendo su carácter como tono del relato, y, tal vez, apelar a un público juvenil. Pero el texto alcanza momentos en que esta idea puede saltar por los aires: comienzan a fotografiar mujeres desnudas, uno de los chicos tiene erecciones delante del otro, hay un potencial chantaje por un libro conseguido en el Rastro… No obstante, todos estos conflictos o siguen una línea o arco trágicos y terminan en situaciones manejables y discutidas de manera amable, al menos según el punto de vista de Jerjes, que, como buen personaje masculino joven de Esquivias, apenas se preocupa nunca.
Jerjes conquista el mar tiene sin embargo mucho
encanto en sus diálogos, en el diseño de su personaje principal, y en la
envidiable transparencia con que mira su vida. Su aventura tiene un aire
poético, dice Esquivias en su nota explicativa, como si se tratara de un poema
donde cada palabra y línea de diálogo fuera imprescindible. La precisión y el
ritmo existen: el libro apenas para -como Jerjes- y se lee en un santiamén, con
una sonrisa agradecida por la ternura mostrada por personajes con los que las
distopías habituales en la novela actual harían picadillo.
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