Dado que los libros llaman a los libros, los escritores
también llaman a los escritores. Que Slawomir Mrozek fuera uno de los
escritores amigos de Wislawa Szymborska fue una de las revelaciones de la
biografía de la poeta polaca. Creo recordar que Szymborska afirmaba que era
el más brillante y divertido de todos, y dado que no era mujer pródiga en
vacuidades, apunté el nombre, conseguí esta novela ilustrada en una librería de Barcelona, y… bueno, no, Szymborska,
como
casi siempre con los libros y los autores, no se equivocaba.
Huida hacia el sur
es una sátira divertidísima con una premisa absurda: un inteligentísimo simio,
que se reconoce a sí mismo como el eslabón perdido de la evolución (además de
primo carnal del Yeti) vive secuestrado en la Polonia del socialismo real por
un pérfido feriante que se aprovecha de él. Llega a un pueblo donde tres
adolescentes le descubren, pero el simio les convence de que le ayuden en su
huida por el país para intentar regresar a sus amadas islas del sur. Pero los
trámites propios del país, la persecución del feriante, y el propio aspecto del
simio no lo van a hacer fácil.
La novela es una profunda burla al sistema comunista y su
implantación en Polonia, que trabaja a varios niveles. Tenemos los dirigentes
paralizados por temor a cualquier decisión equivocada en los pueblos que
recorren los protagonistas, pero también un absurdo sistema de transporte, una
fábrica comenzada por la chimenea (para dar más moral al pueblo), o un
fabricante de zapatos izquierdos que desecha los derechos por un concepto
equivocado de aumento de demanda. Pero, más sutilmente, está el secuestro del
pueblo, la aceptación de los diferentes, la pérdida del progreso y el
pensamiento científico, y la mordacidad respecto a la vanguardia cultural. El
ritmo es vertiginoso, y la aceptación satírica de los hechos se da de modo
directo, con arquetipos cómicos a veces absurdos, y sin demasiadas concesiones
al realismo (aunque si tu novela está protagonizada por un simio disfrazado de
folklórica que diserta sobre filosofía, el realismo o el naturalismo
seguramente te importan poco).
El libro tiene además ilustraciones propias del autor,
prácticamente una por página, con aspecto de borrador a rotulador negro pero
francamente simpáticas. La brevedad del volumen es también un valor, dado que
la anécdota queda definida en un tamaño justo y efectivo. El primer espectáculo
anunciado del feriante en la novela llega con un evidente ‘Godot ha llegado’,
que introduce genialmente la trama en el absurdo, y muestra en una sola declaración
cómo veía Mrozek Polonia y su futuro. Por intenciones, momentos, y capacidad
cómica sobre el tema, esta genialidad me ha recordado al también muy divertido Vladimir
Voinóvich.
Slawomir Mrozek (vía)
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