Furia feroz no es
una de las novelas más conocidas de J. G. Ballard, el autor precursor del
cyberpunk, rey de las distopías, y afortunado en sus adaptaciones
cinematográficas (como el Crash de
David Cronenberg basado en su novela). Es una novela con un interés importante en
la educación infantil escrita poco después del libro que le hizo famoso entre
todo tipo de lector, la autobiografía de sus años de infancia durante la II
Guerra Mundial en China que Steven Spielberg convirtió en una de sus mejores
películas, El imperio del sol. Es
inevitable leerla a la luz de ese éxito precedente.
En Furia feroz,
Ballard nos traslada los apuntes de un famoso psiquiatra forense de Londres,
quien ha realizado una investigación sobre el asesinato de 32 personas en una
lujosa urbanización en apenas unos minutos de una mañana de junio de 1988.
Todos los asesinados son adultos, residentes o trabajadores en la urbanización,
mientras que los 17 menores, casi todos adolescentes, han desaparecido. La
crónica del psiquiatra sigue su investigación desde que le piden ayuda para el
caso: el estudio de los informes policiales, los videos que recogen los
resultados de la masacre, las declaraciones de los supervivientes, las visitas
al lugar de los hechos, las teorías policiales y mediáticas sobre los causantes
de la masacre y el paradero de los niños… hasta que los acontecimientos se
desatan y una de las niñas desaparecidas reaparece en estado de shock y tiene
que ser ingresada a la espera de poder obtener información.
Furia feroz es
una novela corta cuya trama enseguida se hace bastante evidente, aunque el
propio Ballard es consciente y especifica la causa obvia de los asesinatos para
luego dejar constancia de su posición moral sobre la educación infantil y la
sobreprotección de los niños. El libro es de 1988 pero tiene ecos reconocibles:
Los cuclillos de Midwich (1957, la
novela de John Wyndham que inspira las dos películas de El pueblo de los malditos), ¿Quién
puede matar a un niño? (1976, la película de Narciso Ibáñez Serrador), o
incluso, aunque sea de años más tarde, de The
Village (2004, la película de M. Night Shyamalan). Su propio escenario con
un asesinato múltiple y una escasa presencia de pruebas no es extraño a
cualquier lector de novela negra, y su mejor logro está en su realización en
forma de diario de investigación: una eficaz presentación de hechos y
personajes favorecido por el carácter del personaje que los escribe, un
científico frío y observador, un ritmo ascendente pero cuyos clímax se narran
con cierta obsesión analítica, y un final abrupto pero necesario ante el
agotamiento de los recursos posibles de los géneros que utiliza el libro.
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