Las principales ventajas de este libro son su brillantez, duración
y diversión. También su lectura metaliteraria, tal vez algo subrayada, en lo
que parece un ajuste de cuentas general con la profesión, críticos, editores,
también escritores. Algo que se entiende bien al explicar sus tramas.
Ventajas de viajar en
tren despacha historias con pasmosa facilidad. Dos personajes se encuentran
en un tren a la vuelta de un psiquiátrico. Uno afirma ser un médico
especializado en diagnosticar enfermedades mentales a partir de la lectura de
los textos escritos por los enfermos. Dotado de una verborrea importante, su
experiencia personal y profesional inunda a su compañera de viaje. Esta es una
editora que resulta más callada pero no por ello de pasado menos jugoso y
literario. Cada uno de los personajes ocupa la primera y segunda parte del
libro, donde se cuelan –obviamente- los relatos de los locos del manicomio. En
la tercera parte final, la editora resuelve los misterios que el psiquiatra ha
sembrado en su breve encuentro y cierra una bacanal de historias enredadas, y aparentemente inacabables,
mientras busca, por su lado, un libro que publicar.
(vía)
Los múltiples enfoques literarios, parte de la ambientación
médica, el azar, cierto análisis social y cultural, y el desmán (postmoderno)
de ideas (postmodernas) me han recordado al Palahniuk más brillante y divertido
(en mi caso, el de Fight Club). Pero
tal vez el libro no sea perfecto por someterse a un mecanismo/estructura que se
revela más importante que sus personajes y su verosimilitud, o por ceder más a
la crítica metacínica de la literatura y su estado que al papel que (sospecho)
el autor desearía para la misma. Aunque es argumentable que esto lo encontramos en el libro
por negación.
En cualquier caso, es un libro muy disfrutable, que se lee
en dos tardes, con un caudal narrativo admirable y que siempre me sorprende en los autores que lo tienen así de desatado. Es divertido, bien trabajado y recomendable, especialmente si uno
suele cruzarse con compañeros de viaje especialmente pesados y habladores, de
los que cruzan las historias como hace una novela que, créanme, aumenta la
experiencia real…
Antonio Orejudo (vía)
Leyendo la reseña parece una estructura semi-cinematográfica. No sé por qué me ha recordado a La Colmena.
ResponderEliminarMe quedo pensando en lo de la "crítica metacínica de la literatura"...
Bueno, supongo que lo que menciono de historias cruzadas puede sonar a novelas como La Colmena, o, sin irse tan lejos y ya que hablas de cine, a cosas como Magnolia o Vidas Cruzadas. Ventajas de viajar en tren no es exactamente eso, es más bien que la aparente resolución de cada historia abre nuevas historias, más bien una estructura de muñecas rusas, igual también cercana a lo que en muchas ocasiones hace Paul Auster, por ejemplo, aunque sin su sentido trágico. Eso sí, el Cela de La Colmena es desde luego otro creador continuado de historias. En tiempos más recientes, don Camilo seguramente habría sacado una novela de cada una de las historias individuales de La Colmena, ¿no?
ResponderEliminarMira tú que cuando comenté no conseguí acordarme de más ejemplos y he visto las dos que citas.
EliminarPor lo que añades ahora, lo de la estructura de muñecas rusas no me suele entusiasmar si llevan demasiada dosis de "lado oscuro". Me ocurre como en la vida, prefiero componer hacia delante que desmenuzar hacia atrás.
Confieso (no me matéis) que Paul Auster no está entre mis preferidos. Durante años leí de todo (literalmente) pero hace tiempo que, con tanto pendiente, hay cosas que tiendo a dejar para un “más adelante” que si no llega tampoco sufriré. Por cierto, una que no soporto es de mi tierra, “A esmorga”. No dudo que sea buena pero me resultó insufrible incluso siendo muy joven.
Alucino con tu versatilidad.
Bicos :)