Ya es casualidad que lea dos libros seguidos de jóvenes
escritores franceses y que ambos hayan nacido en Toulouse en 1981, Pero cuando
me entero de que además Jean-Baptiste Del Amo también es descendiente deinmigrantes españoles y que su apellido también es García,
pues…
Una educación
libertina, como La mejor parte de
los hombres, es una excelente primera novela, escrita por un muchacho de 24
años con una riqueza lingüística y una capacidad descriptiva impresionantes.
Auténtica Bildungsroman,
cuenta los tres años de vida en París de Gaspard, un guapo joven bretón que
llega a la ciudad con 19 años, en 1760; Gaspard inicia sus andaduras trabajando
literalmente en el Sena (el Río, con
mayúsculas) y consigue salir de la cloaca gracias a su belleza física, que le
permite medrar en la alta sociedad merced también a su voluntad, a cierto azar,
y a la educación en la sombra dada por un aristócrata libertino.
El libertino Valmont, versión De Laclos, Frears, y Malkovich (vía)
Lo libertino está necesariamente asociado al París del XVIII
previo a la Revolución. El referente clásico más conocido hoy podría ser Las amistades peligrosas, a la que hay
referencia velada en el personaje de Etienne de V (¿Valmont?), aunque también
el lenguaje y las acciones perversas del Marqués de Sade se hacen presentes.
Pero como novela, Una educación
libertina también es tremendista, y parte de la descripción de la miserable
vida que Gaspard se ve obligado a llevar en las calles de la ciudad. Ahí la
referencia obvia y explícita es El
perfume, de Patrick Süskind, no sólo por la descripción realista del bajo
París, o por la obsesión continuada del autor por los olores, sino incluso por
la mención al perfumista Baldini y la recreación de la vida de un artesano, en
este caso un fabricante de pelucas, que acoge a Gaspard.
El hedor de París, versión Süskind, Tykwer, y Wishaw (vía)
La exuberancia descriptiva de Jean-Baptiste Del Amo es
grande, en ocasiones excesiva, pero hace penetrar al lector en una pesadilla
continua que especialmente en la primera mitad del libro llega a la obsesión.
Aunque a veces el autor caiga en resortes psicológicos modernos sobre el
arribista Gaspard, y aunque existe una recreación de ambientes y trabajos que
alcanza el paroxismo, se trata tal vez de envidiables excesos de primerizo
brillante. Entiendo también que los referentes literarios obvios sólo son una
parte de la inmensa literatura dieciochesca que el autor ha manejado, y de una
documentación profunda sobre el París prerrevolucionario, en un libro que sabe
crear tensión manejando elementos de best-seller moderno sin traicionar el
espíritu libertino de su inspiración.
Sobre la traducción, les remito aquí,
porque coincido con el criterio de Daniel. ¡Gracias Daniel por la referencia y
por el libro! Que están todos ustedes tardando en leer, por cierto…
Jean-Baptiste Del Amo (vía)
Ese post de Daniel que enlazas es magnífico, con su habitual perspicacia bendecida por la inspiración.
ResponderEliminarAl leer la reseña que haces de este libro he pensado que solo un doctor en químicas puede enlazar y mezclar los elementos como tú lo haces. A veces, como hoy, me da mucha rabia saber que hay libros que no llegaré a leer pero ya no tanto por el libro en sí, sino por comprobar lo que describes.
Gracias, Isabel!! Tampoco es que haya precisamente mucha química en el post (tampoco en el libro, ni literal ni metafórica entre personajes)... pero ya sé que te refieres a los diferentes puntos de vista que da el venir de disciplinas dispares. Es curioso, yo al menos como experiencia individual no soy capaz de apreciarlo, pero debe estar ahí, ;-)
ResponderEliminarCoincido con Isabel, as usual, respecto a tu capacidad de enlace. También decir que los referentes más populares que señalas quedan claros (¿te puedes creer que nunca se me ocurrió que esa V. pudiera ser de Valmont? ¡Qué ceguera la mía!) aunque estoy seguro de que hay muchos otros referentes, escondidos en capas y más capas, manjares para los estudiosos del lenguaje libertino. Gracias por el enlace, por cierto. Un gran abrazo a los dos: os echo de menos!
ResponderEliminarNosotros también, Daniel! Un abarazo también para ti, esperando tu 'reincorporación', ;-)
ResponderEliminarYa me lo leí, me parece soberbio y que desencadenó en mi toda una serie de sensaciones de lo más contradictorias.
ResponderEliminarMe alegro, Javier. Y creo que entiendo lo que dices, al tratarse de un personaje tan turbador, pero que es presentado como el héroe de la historia, lo cual hace que queramos identificarnos con él. Entiendo que es uno de los logros de la novela, claro.
ResponderEliminargracias por pasarte!
Pasando me voy pasando cada vez que actualizas, ahora, reconozco que comentar no comento siempre, jejejejejeje, pero aquí estoy !!!
ResponderEliminarEn cuanto a la novela y su tono desasosegante he de decir que pasas de la fascinación a la repulsión, no hay términos medios, por momentos dejarías el libro debido a la sensación de asfixia, en todos los sentidos, pero te engancha de tal manera que no puedes, es un continuo ir y venir de sensaciones entre lo arrebatado y la nausea, olores y colores, sí es un libro que logra todo eso. El siglo de las luces, la ilustración, un mundo que camina hacia el ocaso y otro que se va abriendo camino. Ya ves que aunque hayan pasado 7 meses desde que lo leí, aún sigue en mi mente.
ResponderEliminarEs que es uno de esos libros cuya lectura se convierte en experiencia. Lo consigue gracias a esa fisicidad tan apabullante, sin duda. No, no creo que yo lo olvide fácilmente tampoco...
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