14 de mayo de 2012

La ciudad de Stalin



Tal vez si Volgogrado no se hubiera llamado Stalingrado, su fuerza simbólica habría sido menor y el interés suicida y paranoico de Hitler por no abandonar su posición en ella habría permitido ahorrarse sufrimiento y vidas. Pero la lucha de egos desatados y la grandilocuencia de locos visionarios entre Hitler y Stalin que a veces parece el frente del Este de la II Guerra Mundial lo impidió. ¿Quién ganó? La historia dice que Stalin, aunque supongo que quien ganó de veras fue el invierno.

La guerra en el invierno (vía)

Stalingrado es el segundo libro que leo de Antony Beevor, tras Berlín. La caída: 1945, del que tengo un excelente recuerdo y que creo algo superior. Stalingrado fue publicado cuatro años antes que Berlín. La caída: 1945, pero ambos son hijos del impulso dado por la apertura de los archivos soviéticos, que permitieron a Beevor manejar gran cantidad de información tan precisa que es capaz de narrar la batalla casi a diario. ¿Y por qué me prevalece, tal vez injustamente, la impresión de que Berlín. La caída: 1945 es mejor libro?

Porque a pesar de la carga simbólica de Stalingrado, su punto crucial de inflexión en la IIGM, y el conjunto de episodios terribles que como batalla alcanza, no puede luchar contra el peso mayor de Berlín en la historia, tanto antes como después, de todo el siglo XX.

Porque los episodios finales, y Berlín lo es, siempre acumulan más fácilmente todos los simbolismos.

Y porque el derrumbe de Berlín fue acompañado de alta política mundial que decidía el nuevo orden venidero. Ello permitía a Beevor puntear más el relato, que en Stalingrado no tiene esta faceta tan interesante.

La guerra entre los escombros (vía)

Por lo demás, Stalingrado es también un relato apasionante y minucioso de la campaña de Rusia hasta el revés para los nazis del Kessel de Stalingrado y la rendición del VI Ejército. Beevor sabe tanto retratar la vida en los cuarteles generales como la angustia del soldado común y sus dificultades, que en Stalingrado alcanzaron un extremo difícil de superar. También la peculiar relación de Hitler y Stalin con sus respectivos generales y la influencia de ambos en la campaña bélica son importantes, puesto que sus errores fueron brutales, y fue ganador quien negó menos la realidad que vivía a muchos kilómetros de él. Beevor recoge estos momentos con profusión, lo que puesto en paralelo con la ruinas a las orillas del Volga tiene momentos emotivos. Aún así, la batalla entre las ruinas, la Rattenkrieg inexplicable que hemos visto en películas (Stalingrado, Enemigo a las puertas) tiene incluso aún después de la lectura un punto de misterio, el del supervivencia bajo el escombro, la nieve y la metralla, en el mismísimo infierno que Beevor, aunque se acerca, no llega a explicar/aprehender completamente. ¿Tal vez porque eso necesite más un novelista que un historiador? No lo sé. Esto no quiere decir que en esta lectura uno no sienta el miedo, el hambre, y los piojos, resultados de la locura humana. Pero…

Antony Beevor (vía)



5 comentarios:

  1. Siempre me apasionó esta parte de la historia y leí mucho (historia y novela) en una época. Incluso anda aún por casa una de aquellas enciclopedias específicas de cuando estas cosas eran casi artículo de lujo. No sabes cómo me tienta esta reseña.

    “fue ganador quien negó menos la realidad”, es cierto, resulta tan absurdo si nos atenemos a los datos que tal vez por eso necesite un novelista. Y además de las claves que das, es que Stalingrado queda tan lejos… Sin duda ganó el invierno.

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  2. Muchos historiadores dicen que el autentico Dia D no fue el que conocemos, si no el dia que Von Paulus se rindió y los rusos recuperaron la ciudad. Ese fue el principio del fin.

    Saludos

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  3. En realidad, para el día que Paulus capituló la cosa estaba más que cocida. Por supuesto, no fue un día D tan anunciado y tan esperado como el del desembarco. La vergüenza a la que la Wehrmacht fue sometida es completa, porque además se debió a grandísimos errores, como el negar que podía echárseles el tiempo encima (y acabaron pasando dos inviernos desaprovisionados en Rusia!), o no prever el cerco que Zhukov les impuso hasta aniquilarlos. Pero desde luego, lo que dices es cierto. La campaña del Este, a pesar de iniciarse como una Blitzkrieg de libro debido a la incredulidad soviética, fue un ejemplo perfecto de la corrupción total del régimen nazi, Einsatzgruppen y holocausto incluidos. Y siendo una campaña tan grande, ya era imposible sobrevivir. A fin de cuentas, en el transcurso de 3 meses de 1941 los muy locos declararon la guerra a EEUU y la URSS...

    gracias juez por pasarse!

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  4. Se supone, Isabel, que la obra magna en novela para Stalingrado se titula 'Vida y destino', y la escribió Vassily Grossman. De hecho, es una fuente también utilizada por Antony Beevor en su libro. Yo lo tengo en casa aún sin leer, porque si el libro de Beevor son 600 páginas, el de Grossman es un tochazo de 1200 que asusta un poco. Habrá que hacer pesas antes por si las moscas...

    gracias!!

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    1. No la leí, pero te sorprendería otras con las que sí me puse (para bien y para mal). Otras épocas en las que los minutos parecían más largos. ¿Sabes lo más terrible? lo poco que me acuerdo, pero eso me pasa con muchos libros, y con películas. Serán los años..

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