Alguien se despierta a medianoche o Libro de los profetas, que parece que iba a ser su primer título, es un conjunto de relatos cortos escritos por Óscar Esquivias e ilustrados por Miguel Navia. Los relatos recogen historias o anécdotas del Antiguo Testamento y las desarrollan en clave contemporánea, con distintos grados de relación según los casos. Las ilustraciones, según dice la introducción, proceden en parte de trabajo anterior al libro (de modo que son anteriores a los relatos y en cierta forma es Esquivias el que pone palabras a imágenes ya existentes) y en otros se hicieron después. El libro no se resiente por ello, no es realmente posible distinguir con la lectura qué relato pertenece a qué momento, y las imágenes, que tienen algunas características comunes no sólo estéticas sino también narrativas entre todas ellas, tampoco lo permiten.
A pesar del carácter episódico de los relatos, existe una
línea de continuidad en ellos, si bien los autores huyen de subrayados e
incluso son algo evasivos en esto. El dibujo de Miguel Navia es onírico,
incluso surrealista, y detalladísimo, incluso hiperrealista. El detalle llena
en general el espacio, sin restringirse a páginas o viñetas, y engarzando en
ocasiones con el texto en una maquetación precisa que forma parte del proceso
creativo. Las ilustraciones repiten con cierta obsesión algunos símbolos
intencionales, como los pájaros y los personajes portando la máscara veneciana
de la peste, que es tentador intentar interpretar en las líneas de los textos,
aunque las imágenes más impactantes y perdurables son, probablemente, los
espacios urbanos, calles y edificios reconocibles de ciudades en tono sepia,
algo apocalípticos, en planos picados.
No son obvias las metáforas que procedentes de la Biblia
pueblan el contenido de los textos. La fascinación de Óscar Esquivias por la
imaginería y la narrativa bíblica es bien conocida; basta seguirle en redes, o
haber leído su trilogía que situaba el purgatorio en la ciudad de Burgos, al
que se consigue acceder por su catedral en el verano de 1936... Esta “geolocalización”
parece ser la idea cultural de partida: llevemos las emociones recogidas en el
Antiguo Testamento a nuestras ciudades y personas de hoy. Estos profetas han
sido trasladados a cierta mundanidad de ciudades inundada de situaciones
comunes, bien en un Madrid o un Bilbao o un Burgos reflejos ilusorios de las
pecaminosas ciudades bíblicas, bien en un perpetuo devenir pródigo -e
inmigrante- por el continente europeo. Esquivias tiene un estilo limpio y un
gusto metafórico irónico y en ocasiones lírico. Siempre tierno y comprensivo
con sus personajes, mantiene la frescura de un narrador digamos rural
confundido pero entregado a las urbes y su vida atareada, fascinante e
incomprensible. El último texto del libro, desviado tan alegremente del
antropocentrismo, recuerda a Delibes.
Alguien se despierta a medianoche es un libro muy
bello, que recupera las narraciones ilustradas, que no es un cómic pero que a
veces juega a esa narración visual, y cuyo principal problema ha sido su
dimensión descomunal, que para el lector de cama como yo requiere de unos
largos y fornidos brazos (con los que el profeta padre no tuvo a bien
adornarme) para evitar su peligrosa caída sobre el cuerpo. ¡De su lectura se
sale por ello literalmente más fuerte!
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