El género de la autobiografía política es polémico casi por definición. Literariamente, no es extraño que no esté escrito por el protagonista, el interés del libro suele basarse en anecdotarios no especialmente profundos, y son esperables el ejercicio de la vanidad y la autojustificación, además de que el lector puede entender que no son libros en que se ejerza la sinceridad de manera plena: se enmarcan con frecuencia en la batalla política de su país, y las memorias de ex altos cargos están sometidas a los secretos de estado. Con todos estos condicionantes respecto al contenido y al impulso verdaderamente ético del mismo, queda al menos aferrarse a una escritura de interés, bien por su agilidad, bien porque contenga reflexiones políticas de calado por coyunturales o interesadas que fueran.
Una tierra prometida, el libro en que Barack Obama
narra apenas tres años de su primera presidencia además de sus primeras
elecciones en más de 800 páginas supone en esto una decepción importante,
alimentada por una expectación mediática que lo apoyó casi ostentosamente
cuando se publicó antes del fin de 2020.
Al autor no le falta agilidad narrativa (que funciona mejor
en sus funciones políticas y presidenciales que en los momentos familiares o contemplativos)
ni, lógicamente, temas de interés en un periodo de tiempo en que su país lidió
con las consecuencias inmediatas de la crisis financiera de 2008, el Obamacare,
el Premio
Nobel de la Paz, o la operación para
asesinar a Osama Bin Laden. Pero el libro no pasa de la crónica menor en
cuanto a profundidad, y, con las páginas, tanto el sentido del humor como las
reflexiones políticas van rezumando simpleza, repetición, o simplemente
aburrimiento, en un texto sin ningún tipo de reto, o, al menos, atractivo,
intelectual, y casi ni histórico, ya que incluso en ese aspecto, las
revelaciones son de un aparente matiz menor y el tono aparentemente distendido,
combinado con la reflexión madura pero realista, es incluso inapropiado.
En realidad, puede que suceda que el agotamiento se deba a que el mejor
episodio es la superación del primer gran problema del mandato, la crisis
económica, en la que se refleja bien el torbellino del momento y la angustia (o
no) de los diferentes implicados ante lo inédito de las situaciones y las
soluciones propuestas. El episodio supera además la imbatible nostalgia de la
épica que acompaña a sus primarias contra Hillary Clinton y las elecciones
contra John McCain.
Hasta qué punto le sucede esto a Obama por el género escogido o por sus propias limitaciones o por los requerimientos de su editor, que entiendo deben ser bastante comerciales dado el cheque que cobraría el ex presidente, es imposible de conocer sin al menos leer más literatura del género, a lo que el libro no incita. La pregunta es si estos matices ya están presentes o no en la publicación canónica moderna del género, las memorias de la IIGM de Winston Churchill. Al menos el Nobel que ganó el primer ministro británico fue el de literatura…
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