15 de octubre de 2017

Bartual / Kirby


 
  
Roberto Bartual, guionista de un cómic bizarro como Los Ángeles de Santa María, y autor de un interesante corpus sobre teoría del cómic, nos regala antes de su previsible salto a la narración novelística convenientemente pop, este insólito ensayo sobre la obra del autor de cómics de superhéroes Jack Kirby desde el inédito punto de vista del análisis piscodélico. Jack Kirby. Una odisea psicodélica no es una biografía ni un ensayo completista sobre su obra. Contiene los datos biográficos, políticos y sociolaborales necesarios para comprender los posicionamientos del objeto de estudio, pero se somete enseguida al yugo de su tesis: comprobar la conexión que la obra de Kirby tuvo en relación al arte y la experiencia psicodélicos.

Bartual es consciente del atrevimiento, e indica cómo no hay registros de que Kirby consumiera nunca alucinógenos, y muestra la sorpresa de encontrar dibujos de Kirby anteriores a la eclosión y consiguiente popularidad general de la psicodelia que pudieron adelantarse a la misma sin utilizar su mecanismo primario de generación. Para aumentar la sorpresa, otros autores más adscritos a la contracultura y consumidores aparentes de LSD no dieron lugar a cómics que reflejaran especialmente bien los mejores resultados de la experiencia psicodélica.

 
Los cuatro fantásticos, de Jack Kirby y Stan Lee

Aunque este enigma ya había sido apuntado por algún colega, es Bartual en principio quien primero analiza en profundidad las razones para inscribir a Kirby dentro del arte psicodélico, y para ello repasa el desarrollo de su obra, centrada inicialmente en el cómic de superhéroes y posteriormente en sagas de fantasía, donde Kirby indagaba en aspectos de su interés (y son amplias, varias décadas en el negocio le sirvieron para hablar de aventuras bélicas, de superhéroes con problemas de matrimonio o laborales, de la relación entre la humanidad y la divinidad, de los héroes modernos y antiguos, la mitología y sus límites…). La hipótesis que permite a Bartual comprender la psicodelia en quien de manera alguna conocía qué era eso es la teoría del inconsciente colectivo y los arquetipos jungianos, que, según el autor, atraviesan la obra de Kirby encarnándose en los múltiples clichés que reproducen sus personajes, y que bien pueden incluir en la psicodelia una forma de manifestación incluida en el cableado duro de la mente. Al menos, de la de Jack Kirby.

 
Estela plateada, de Jack Kirby y Stan Lee

El texto de Jack Kirby. Una odisea psicodélica es singularmente modesto en el subrayado de su tesis. No es que no alcance momentos de brillantez y diversión, que lo hace, pero Bartual rebaja de continuo la afirmación o la necesidad de sus ideas permitiendo la aparición de la duda sobre sus aseveraciones, aunque demostrando con profusión de análisis pormenorizado de estética y temáticas lo ajustado de la asombrosa coherencia de Kirby con los rasgos de la cultura psicodélica. Todo ello sin obviar ni despreciar, más bien lo contrario, la obra más crematítisca del trabajador estajanovista que fue Kirby.

Henry Kissinger, el Capitán América y el Halcón, Jack Kirby

Nunca he sido un lector excesivo de cómic de superhéroes ni de las sagas fantásticas del tipo que Kirby cultivó, en aplicación de unos intereses propios tamizados por los de una industria que le ignoró y subestimó (aunque puede insluso discutirse que esto sucedía al revés). El libro de Bartual tampoco me ha convencido de leer a Kirby, pues sé que se favorece de la selección de viñetas únicas, y porque a pesar de que lo describe, en realidad no puede recoger el espíritu alargado y repetitivo de estos tebeos, que me resultaron francamente aburridos ya en mi juventud. En las viñetas seleccionadas puede bien observarse los subrayados enfáticos de los bocadillos explicativos, con sus letras en negrita o mayúsculas remarcando lo que ya el dibujo era capaz de expresar. El diseño de superhéroes y aventureros tiene lógicamente un mayor interés, un apego cultural con aire de catarsis que atraviesa Occidente desde Grecia y sus mitos, pero también se afecta de psicologías planas que se superan rápidamente cuando el éxito convierte a las obras en un bucle engorrosamente infinito de publicaciones. ¿Quizás en otra estructura de mercado el genio visual de Kirby y su capacidad de materializar arquetipos habría desarrollado obras más concretas y mejor narradas? No lo sé.

Pero de lo que sí me ha convencido Jack Kirby. Una odisea piscodélica es de seguir leyendo a Roberto Bartual, ya que estamos ante uno de esos casos poco frecuentes en que la calidad y esfuerzo de análisis e interpretación superan, para mi gusto –y escaso toque comercial, me temo- a la calidad del objeto.

 

 
 Jack Kirby (vía) y Roberto Bartual

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