Con Northanger Abbey
termino la lectura de las seis novelas de Jane Austen, un proyecto que ha
durado más de lo debido, completado nada menos que en 13 años, leyendo todas
las novelas en el fácil inglés clásico de la autora, y disfrutando de cada una
de sus seis más diferentes de lo esperado heroínas, como Emma
Woodhouse o Fanny
Price, en un mundo de obligaciones y limitaciones. Estas heroínas inauguran
su literatura desde la primera frase de su primera novela, precisamente ésta:
No one who had
ever seen Catherine Morland in her infancy would have supposed her born to be
an heroine
Otra frase histórica del libro hace mención a la ciudad por
excelencia de las novelas de Jane Austen, Bath. Es una frase además que en la
propia ciudad de Bath se lee de continuo en paredes, folletos, lugares
turísticos, etc… Es casi obligado, porque dice nada menos que
Oh! Who could
ever be tired of Bath?
Es la propia Catherine Morland la que lo dice, con cierto
entusiasmo, pero el sentido de las primeras 160 páginas de esta novela revelan
precisamente lo contrario. Austen, dicen, no soportaba demasiado la opulenta y
frívola sociedad georgiana que disfrutaba de las aguas, los bailes y el teatro
en Bath. Catherine es seguramente la más joven e inocente de las protagonistas
austenianas, vive fascinada por el nuevo mundo que descubre cuando se traslada
desde el campo a pasar seis semanas en casa de unos amigos de sus padres, pero
tampoco se le escapa la superficialidad de personas obsesionadas sólo por la
apariencia y la figuración.
Cuando hace un año leí Emma,
tuve un pequeño arrebato y decidí conocer por fin Bath el verano pasado. Estuve
allí tres días, que son más que suficientes para ver la ciudad varias veces e
incluso cansarse de Bath. Compré el
ejemplar de Northanger Abbey en la
propia casa de Jane Austen en Gay Street (sí, justo ese nombre), donde te
aclaraban que en realidad es una casa museo separada unos pocos números de la
auténtica en que vivió. Ella vivió en cuatro casas distintas y dejó así para el
futuro turístico la posibilidad de hacer rondas austenianas por la ciudad. Ha
sido por eso más disfrutable la ambientación que en los anteriores casos,
porque los lugares que Austen menciona en la novela se reconocen fácil
Pulteney Bridge y Pulteney Street
El Royal Crescent
Los salones de baile
Los baños y termas romanas no se mencionan, curiosamente. No
estaban aún excavados, si mal no recuerdo. La Pump Room, que no dejaba de ser
un salón de baile donde sí se bebían las aguas de las fuentes termales, es un
lugar habitual de la novela
Northanger Abbey
es una historia de amor juvenil y fresca pero probablemente la menos
trascendente de las suyas. Es en cierto modo un borrador sencillo y disfrutable
de historias de más complejidad, que aquí se observan en algunos personajes
secundarios, con los temas que luego Austen desarrollará más (la necesidad del
matrimonio para medrar, las parejas cruzadas de hermanos, las cuestiones de
rentas y dotes, y todo ese feminismo primigenio que anuncia una novela de
heroínas). Austen resuelve de manera bastante directa el conflicto de la pareja
principal (una Morland y un Tilney) y olvida a varios de los secundarios de las
páginas de Bath (otro Morland, y los hermanos Thorpe), cuando llega a la abadía
de Northanger, donde Catherine ha sido invitada por los hermanos Tilney.
Pero existe un punto muy interesante en esta primera novela:
la propia mirada presente de la autora dando juicio sobre su heroína y sobre el
arte de novelar. Ya la primera frase nos introduce sutilmente en ese camino
reflexivo, que se subraya varias veces y adquiriendo importancia en la trama.
Primero porque la controversia sobre los efectos de la lectura de novelas en
las mujeres está presente en los juegos de acercamiento de Catherine, quien por
inexperiencia habla de sus gustos novelescos; que dichos efectos son
perjudiciales es una acusación que se generaliza entre todos los hombres de la
trama (excepto, por supuesto, uno de ellos). Y segundo porque la estimulación de
la fantasía que genera la novela gótica que lee de continuo Catherine está
cerca de destrozar su inocente seducción. El doble juego hacia el poder de la
creación literaria es un contraste excelente y sutil sobre un arte que empezaba
a afianzarse, y del que Jane Austen dejaría para la posteridad La abadía de Northanger, Persuasión, Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio, Emma, y Mansfield Park. ¡Gracias, Miss Austen!
Will
we ever meet again? (Imagen de Jane Austen vía)
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