Shakespeare y la
ballena blanca especula con la idea, culturalmente tan atractiva, de que
Shakespeare hubiera ideado Moby Dick
250 años antes de que Melville escribiera su novela. Un dramaturgo isabelino de
éxito se embarca por orden de la reina en el Nimrod, camino de Dinamarca, en
compañía de nobles, soldados, regalos para el rey danés, todo ello en
representación de Inglaterra ante la corte de Copenhague. En el viaje cae sobre
el barco una siniestra niebla tras la cual llega una pertinaz calma chicha en
que una enorme ballena blanca nada amenazadoramente alrededor del barco…
La ballena, según la película de John Huston
Mientras los hombres prácticos a bordo del Nimrod buscan
cómo librarse del leviatán, el dramaturgo se dedica a pensar en cómo
representar en el Globe una obra basada en un capitán obsesionado por cazar la ballena blanca que un
día hundió su barco y mató a su tripulación. Shakespeare reflexiona sobre las
dificultades técnicas de llevar un barco y una ballena gigante al escenario,
sobre su obra anterior, sus limitaciones y aptitudes, y la capacidad de la
poesía y el teatro frente a la prosa para crear emoción. También sobre su
propia vida, el abandono en que tiene a su mujer, su amada vida en Londres…
Toma como modelo de su futuro capitán a Lord Henry Wriothesley, que también
viaja en el barco, y que es históricamente uno de los candidatos a ser el Mr
W.H. a quien Shakespeare dedicó los sonetos de amor que escribió.
El bello de impronunciable nombre Lord Henry Wriothesley (vía)
Shakespeare es la figura mítica de la literatura con la obra
más maleable y maleada de la historia. Su persona, tan sometida a
especulaciones infinitas, raras veces ha sido representada, e incluso recuerdo
cómo cuando John Madden se atrevió a rodar Shakespearein Love se recibió con cierto asombro la osadía de representar el mito. Esta novela de
Jon Bilbao propone un crossover peculiar del que surge una reflexión sobre las
formas del arte para conseguir llegar al corazón del espectador, sin dejar de
lado una mirada a las diferentes naturalezas del poder en un barco que no es
sino un estado (en miniatura) amenazado, ni la encarnación de Shakespeare en
una persona real (no es el tópico salido de sus obras que interpreta Joseph
Fiennes en Shakespeare in Love, ni
el secundario prescindible que niega su genio de Anonymous).
Bilbao combina en tensión creciente los capítulos del pasado de Shakespeare con
los angustiosos días en el barco asediados por la gran ballena blanca, en un
ejercicio literario de estupenda resolución, en el que encajan bien incluso las
asonancias de un autor que escribe desde un tiempo en que conoce el poder de la
novela, el futuro del teatro, y el peso intemporal de su protagonista. Existen
también puntos curiosos de conexión con el otro libro del autor que he leído, Padres, hijos y primates: la sociedad amenazada por un elemento exterior no controlable, o la pulsión del
mundo animal sobre los humanos.
Jon Bilbao no escribe sólo desde un tiempo distinto, sino
desde un país y un idioma diferentes. Se atreve a asimilar dos autores míticos
de otra literatura, con la osadía de hacer idear a Shakespeare una obra
basándose no en un texto pasado –como solía hacer- sino en un texto futuro.
Hace breves apuntes históricos aparentemente correctos y sólo modificados en
función de la historia, y propone sin ambigüedades la bisexualidad de
Shakespeare, superando el carácter pop de este cruce de alta cultura con una
historia verosímil. Lo hace además en una obra breve y ligera, como si fuera
sólo una obra concebida como aparente entretenimiento (que funciona como tal),
pero con la tragedia del creador como fondo amargo de sus páginas.
Jon Bilbao (vía)
Voy a tener que leer algo de este autor, ya lo había pensado con la otra reseña.
ResponderEliminarEl hombre es innovador y coge opciones arriesgadas. La lectura se hace muy rápida, así que anímate y esperamos a ver qué nos comentas!
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