Max Brooks, hijo del director y productor de cine Mel
Brooks, sorprendió en 2006 con la publicación de Guerra Mundial Z, novela cuya sinopsis se recoge bien en el
subtítulo: Una historia oral de la
Guerra Zombi. La novela está inspirada por un libro de Richard Holmes sobrela II Guerra Mundial y en ella, un periodista, cuyo nombre no se conoce, entrevista a varios
personajes repartidos por todo el planeta que explican su experiencia personal
durante los años que la tierra estuvo en conflicto con los muertos vivientes.
En un brillante ejercicio de distopia, Brooks imagina el escenario dantesco de
un conflicto global y sus consecuencias, y va narrando las fases de ese
conflicto desde su inicio al final, a partir de esos testimonios más o menos cronológicos
con el conflicto, y que incluyen personas de diferentes países: dirigentes de
la lucha, líderes políticos, soldados de a pie, así como civiles
supervivientes.
Lo mejor del libro es que Brooks consigue reflejar en la
lucha contra los zombis las limitaciones de la humanidad. La excusa de un
enemigo como los zetas deja en
evidencia a los ejércitos y sus estrategias de lucha; fomenta la presencia de
refugiados y crea conflictos entre e intra países; supone cuarentenas, muros y
planes crueles que sacrifican vidas con objetivos necesariamente superiores;
hace que humanos sanos quieran imitar a los zombis; crea problemas por el
tráfico ilegal de órganos infectados… y así una casuística sin límites. Brooks
convierte al monstro de la subcultura contemporánea en la semilla de un
análisis sobre la alta política mundial, y los bajos modos socioeconómicos,
mostrando un mundo, el nuestro, incapaz de informarse y organizarse con la
honestidad suficiente ante un enemigo global (no digamos ya ante situaciones
menores).
En junio se estrena en todo el mundo la adaptación de la
novela dirigida por Marc Forster, con Brad Pitt como improbable protagonista, y lo que parece un total cambio de punto de vista del guión.
La novela a través de las entrevistas es por tanto un
conjunto de decenas de episodios que hacen avanzar la acción de la guerra
cambiando escenarios y casi todos los personajes, bajo la premisa de un
realismo completo una vez admitida la existencia del muerto viviente. Tiene un
gran dinamismo dada su deslocalización y usa con lógica y sin subrayados los
tópicos de la política nacional e internacional de los varios países que
aparecen. Está bien cerrada y concebida, pero se aferra a su opción de estructura,
y esto la lleva también a algunos problemas en la ejecución: una cierta
uniformidad en la voz y la visión de personajes; la ausencia –aunque es
buscada- de continuidad en el relato y de héroe identificativo; y la sensación,
en el último tercio de la novela, de haber agotado la fórmula. Con la
resolución ya conocida, y las escenas de pavor habiendo ya hundido sus garras
en el ánimo del lector, las revelaciones que añadan capas a la lectura y a la interpretación
política de la novela se reducen.
Guerra Mundial Z
transcurre a principios del siglo XXI. No puedo resistirme a subrayar que
Brooks ha sido visionario al entrever la desorganización social y política
frente a la situación global de crisis económica que se inició en 2008 y que
aún disfrutamos. Estoy seguro que hoy
escribiría una novela distinta, en la que los matices políticos de esta nuestra
crisis habrían agrandado las lecturas de su trabajo.
(para quien tenga el tiempo, en mi rollo radiofónico del 21de marzo de 2013,
me atreví a comparar este libro con Continente
Salvaje, del que hablé aquí hace poco. Alguna idea nueva hay...)
Max Brooks (vía)
Pues he escuchado tu comentario radiofónico y de entrada tengo que decir: ¡que intensidad de información! De ahora en adelante le llamaré a usted Sr. Borge, “el erudito”.
ResponderEliminarDemoledor este párrafo: “convierte al monstruo de la subcultura contemporánea en la semilla de un análisis sobre la alta política mundial, y los bajos modos socioeconómicos, mostrando un mundo, el nuestro, incapaz de informarse y organizarse con la honestidad suficiente ante un enemigo global (no digamos ya ante situaciones menores)”.
Me parece coherente, aunque entiendo que es un aliciente en la lectura, que no haya héroe identificativo. Supongo que justifica plenamente eso de los humanos sanos que quieren imitar a los zombis.
Apoyo tu recomendación de que se escuche la reseña radiofónica. Además de leer el post, claro :)
eurdito es una palabra demasiado seria, me echa una de años encima... Dejémoslo en 'informado', que al menos así pretendo ir a la radio, pero luego se me escapan detalles, como eso que me dijo aquí Jonathan sobre el libro de la IIGM en que se inspira.
ResponderEliminarlos humanos sanos que imitan a los zombis digamos que son perturbados que visto que los zombis salen en la tele de continuo, y vista la popularidad que alcanzan, se pasan en el efecto de imitación y se comportan como ellos aunque no sean de ellos. Está francamente bien pensado e integrado en el caso que explica la novela
Y... mil gracias por leer y escuchar y estar y escribir...