En El mapa y el
territorio, la novela con que Michel Houellebecq ganó (por fin) el Premio
Goncourt en 2010, un artista tunea mapas de Michelin para una exposición y
gracias a ello inicia una exitosa carrera profesional. En el mismo libro, el
mismo Houellebecq –que afirma que normalmente se documenta muy poco para sus
novelas- admite haber utilizado fragmentos de artículos de Wikipedia para
determinados pasajes del libro, lo cual supuso una polémica importante en
Francia, tanto por el hecho de que parecía discutirse la originalidad completa
del libro ganador de su prestigioso premio literario, como por el hecho de que
destacados internautas la ofrecieran gratuitamente en Internet acogiéndose al
derecho a compartir los contenidos de Wikipedia que ésta admite. Y no fue la
única polémica de un texto de un autor que es especialmente polémico, porque su
aparición en la trama como un personaje secundario de cierta importancia
también fue criticada…
Que Francia sea más clara en un mapa anticipa el futuro como eje turístico de Europa (vía)
Hasta aquí la fama del texto y del autor, elementos de los
que puede ser difícil librarse a la hora de sólo leer el libro, claro. El mapa y el territorio tiene 3 partes
y un largo epílogo. Las dos primeras partes narran la historia de Jed Martin,
un fotógrafo y pintor de París, solitario aunque amable, que asciende
profesionalmente a una fama y éxito importantes gracias a sólo dos
exposiciones, la primera de las cuales se basa en fotografiar y modificar
mediante tratamiento de imagen mapas de Michelin de diferentes regiones de
Francia, y la segunda en pintar retratos hiperrealistas de personajes, algunos
de ellos famosos, ejerciendo su profesión. Houellebecq aparece como personaje
al ser uno de los retratados, pero también porque Jed Martin contacta con él
para que escriba el prólogo del catálogo de esta segunda exposición.
Finalmente, en la tercera parte, la trama se convierte en un policíaco tras un
asesinato que la policía debe resolver siguiendo criterios artísticos; el
libro, en mi opinión, habla de cómo la vida imita al arte, siendo éste por
tanto esencial para la vida, una idea que surge desde el título y su afirmación
posterior en el libro, según la cual el
mapa es más importante que el territorio.
Jed Martin es un personaje habitual de Houellebecq. Un
hombre aparentemente incapaz de tener una vida afectiva, aunque conozca
fugazmente la felicidad y el amor, y cuyo desarraigo emocional produce una
melancolía solitaria que Houellebecq asocia a la alienación del progreso
occidental, y que sólo tiene salida ocasionalmente. Houellebecq siempre me ha
parecido lúcido en dibujar determinada psicología del hombre moderno y de la
sociedad en que se mueve; le gusta el análisis social que relaciona al hombre
concreto con el poder, los medios de comunicación, y las empresas, y es certero
y honesto mostrando miserias ajenas y propias. Aún así, no son estos los
valores por los que me gusta, ya que rara vez comparto sus recetas ni sus
conclusiones, o el estado final muy pesimista, rayando en el nihilismo, de sus
personajes. Lo que aprecio es la definición en profundidad de sus personajes,
con su manejo de la metáfora en los detalles y objetos, y la escrupulosa
construcción de sus tramas. Yo diría que además tiene una prosa excelente,
capaz de compaginar a la vez la dureza del retrato inmisericorde de la sociedad
con la ternura de la mirada al hombre concreto que vive en un laberinto que no
entiende.
La conversación de Palo Alto es el cuadro más famoso de Jed Martin. Aquí puede leerse una entrevista a Martin.
No obstante, creo que el Houellebecq de El mapa y el territorio se ha serenado un poco. Aunque sus
personajes sigan siendo hijos del desencanto occidental, el autor no siente
tanta necesidad de epatar con actos e ideas teóricamente reprobables (el
turismo sexual, la islamofobia) de personajes en principio comprendidos. La
provocación a sus críticos se resume obviamente en su aparición como personaje,
a medias entre el exhibicionismo y el autobombo molesto, pero que por otro lado
es divertida y adecuada a la trama: El
mapa y el territorio es irónica sobre la vida y las aspiraciones del
artista (una novela que empieza con la descripción de un cuadro en el que
Damien Hirst y Jeff Koons se reparten el mundo del arte no puede ser otra cosa)
y su engranaje con lo social. No desde un punto de vista negativo, sino más
bien paradójico y extrañado.
Michel Houellebecq (vía)
Originalidad-arte-belleza. Una especie de rejilla de interpretación y clasificación que es obvio que ya no funciona. Arte y belleza son dos conceptos cuya absoluta subjetividad me recuerda a una de mis preguntas recurrentes heredada de una conversación bloguera en casa de Gonzalo Martín: “¿Cultura? ¿Qué cultura?”
ResponderEliminarRespecto a la originalidad, es un concepto tan sobrevalorado como debatido hoy en día. Por un lado hilvana bien el planteamiento de tunear mapas de Michelin con la introducción de textos de la Wikipedia, por otro, encaja con los nuevos conceptos de re-mezcla. El arte está en como escojas e integres los elementos.
Sin haber leído la novela (como siempre) creo que tiene mucho sentido lo que dices al final sobre el punto de ironía paradójico y extrañado.
Houellebecq tiene una parte de visionario de los tiempos futuros. Siempre ha jugado en sus novelas a proyectar hacia un futuro dibujable cómo ve él un porvenir que le suele salir bastante negro (el hombre es un pesimista, qué le vamos a hacer). Lo de la paradoja creo que existe en este libro, pero no sé bien cómo posicionarme ante ella: ¿es una excusa para una parálisis personal ante la incapacidad del individuo asombrado por el curso de los acontecimientos? ¿O bien un ejercicio de lucidez para poder superar con estoicismo los envites a que nos someten los sistemas complejos que nos gobiernan? Probablemente ambas cosas...
ResponderEliminargracias por los comentarios siempre interesantes!!
Houllebecq siempre vuelve a los mismos temas pero el aura de vacío vital se encarna en 'El mapa y el territorio'como nunca, incluyendo su propio asesinato...
ResponderEliminar¡Y no es un asesinato cualquiera! Hay que recordar cómo reconocen las huellas del crimen... Pero en fin, es lógico, no se iba a reservar un final de chichinabo para sí mismo!
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