13 de febrero de 2012

Púas que no pinchan



No saco prácticamente nada bueno de la lectura de La elegancia del erizo, novela de la francesa Muriel Barbery. He llegado a ella después de ver la película El erizo, en la que la joven directora Mona Achache convenció a Josiane Balasko para protagonizarla, y que me pareció un producto amable, algo ñoño, pero más auténtico que el libro en que se basa.

El erizo en acción (vía)

Tal vez esta sea la única discusión interesante. Estoy seguro de que la directora y guionista adaptó la novela al cine por considerarla bien lograda y por gustarle el tema: en una comunidad de pisos de lujo de París, la portera, de nombre René, cincuentona, mal parecida y tosca, resulta ser una autodidacta culta y apasionada de la literatura y el cine de arte y ensayo, que mantiene sus púas hacia el exterior como autodefensa ante el pijerío insufrible de sus empleadores. Entre ellos, sólo una muchacha de doce años que escribe un diario sobre sus experiencias, y que planea suicidarse en su próximo cumpleaños, parece darse cuenta de que el erizo de la portería tiene algo de interés bajo ese aspecto intratable. De repente, llega un nuevo vecino, un rico japonés culto y maduro que… bueno, no sigo, imagínense… La novela estructura esta historia con la alternancia de los diarios-monólogos de la muchacha y de la portera. El catálogo de lugares comunes del esnobismo cultural no tiene fin, sólo es comparable con el de los momentos de complacencia social y supuesta visión superior emocional del mundo.

La película, sin embargo, se ve obligada a cambiar el modo de expresión artístico de la muchacha (sus diarios especialmente insufribles) por pinturas y grabaciones de video, que resultan adecuadas para contar su experiencia en pantalla y pierden pedantería (para bien) como medio de expresión. Los capítulos escritos en primera persona por la portera se cambian por una narración convencional con una mirada obviamente amable e identificadora por parte de la directora, pero de nuevo perdiendo afectación.

Tal vez el audiovisual resulte más ligero, o en él estemos siempre dispuestos a ser menos exigentes, y perdonen el ejemplo bobo: un gazapo en una peli hace sonreír a muchos y hay quienes ven con encanto producciones de realización deliberadamente descuidada aunque sea por falta de capacidad. Un libro lleno de errores sintácticos o de traducción pegajosa ya molan menos. Este asunto es más profundo y tiene más matices, pero para lo que nos ocupa, El erizo (película) consigue no ser tan ridículamente obvia como La elegancia del erizo, la novela, que no merece, en mi opinión, el éxito que alcanzó.

Muriel Barbery (vía)


5 comentarios:

  1. Ains! Qué dardo en el corazón que no te haya gustado... yo vi la peli tras leer el libro y estoy de acuerdo contigo en que está bien traducido el lenguaje (de literario a cinematográfico), pero precisamente lo que me gustó fue la pedantería de los monólogos de la niña... y me recuerdo en un tren a Vic, riéndome yo solo cuando la niña acude al psiquiatra de su madre. Lo único que no me gustó tanto fue el final (no por infeliz, más bien por recurso facilón). Pero bueno, supongo que cada libro tiene su momento, también... en cualquier caso, estupendo análisis, como siempre. Un abrazo!

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  2. Gracias, gracias. Pero no sabía (o no recordaba) que te hubiera gustado! Me puso muy de los nervios la niña, al final casi leía sus párrafos en diagonal...

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  3. Pues no es habitual que el cine mejore una novela, sin olvidar, aunque no sé si es leyenda urbana o real, el caso de El Halcón Maltés, que supuestamente enseñaba cómo hacer una buena película de un mal libro.

    Por la descripción de la lectura en diagonal digo yo que tenía que ser muy, pero que muy cursi lo de la niña. Lo que tiene buena pinta es la adaptación a los recursos cinematográficos. Es que últimamente en esto me fijo mucho ;)

    Estoy con Daniel, estupendo análisis.

    Abrazos!

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  4. Se me olvidaba, me gusta el título del post. No te extrañe si te lo robo (enlazando, claro)

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  5. Se dice, Isabel, que Hitchcock siempre escogía malas novelas cuando hacía una adaptación por aquello de que el libro no hiciese sombra a la película que le saldría (la excepción sería 'extraños en un tren'). Sucede que en general cuando la novela es mala o poco conocida, casi nadie se acuerda de ella a la hora de adaptarla al cine, y no existen las comparaciones. Pero yo sí recuerdo casos de películas que me gustaron más que el libro, o que estuvieron al nivel y ambos productos aportaban por así decir uno al otro (un ejemplo que siempre pongo es la insoportable levedad del ser; o muerte en venecia). Sucede que adaptar una gran novela es muy difícil, por aquello de que en general se trataría de no traicionar un espíritu muy presente en los lectores/posibles espectadores. Y en general muchas adaptaciones de libros grandes no consiguen ser precisamente películas grandes...

    graaaacias por las palabras. Roba el título, por supuesto, será un honor!

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