26 de febrero de 2012

El primer adolescente



En la biografía de Arthur Rimbaud escrita por Edmund White hay un episodio que no olvidaré, aunque no concierne al protagonista principal sino a su amante: Paul Verlaine, en lo que seguramente era un ataque esquizofrénico, rompe los recipientes en que su madre guardaba los fetos abortados de los hermanos de Paul; acto seguido, éste los descuartiza con su bastón mientras grita que todos los hermanos vivían, a su manera, envueltos en alcohol. Excesos así, creo yo, merecen en efecto un relato…

Rimbaud. The Double Life of a Rebel es el título de esta biografía. Edmund White es un escritor de novelas y biografías del que hace años leí la sensible La historia particular de un muchacho y la recopilación Desollado vivo, de las que guardo buen recuerdo. Parte del espíritu de La historia particular de un muchacho se reproduce en las primeras páginas de esta biografía de Rimbaud, cuando White recuerda su propia adolescencia, creativa, soñadora y solitaria, y su sueño era poder emular al más sorprendente de los poetas, al hombre que con 16 años consiguió que Verlaine le invitara a París, que cruzó su vida con él en un escándalo de sexo, alcohol, miseria y literatura, y que escribió antes de cumplir los 20 años dos libros seminales de la literatura moderna (Una temporada en Infierno e Iluminaciones) para luego dejar las letras y emigrar a África como comerciante.

Las crónicas, los poemas, pero también las fotos, dicen que Verlaine era feo…

La familiaridad de White con Rimbaud no es vanidosa, sino admiradora (en un principio y desde la distancia) y solidaria. Y funciona muy bien literariamente al acercarse emocionalmente al personaje biografiado y explicar también el interés personal del autor en escribir un libro que aunque describa los episodios más conocidos de la vida de Rimbaud no pretende ser un libro exhaustivo de fechas y datos, sino un texto de acercamiento psicológico con un punto de vista subtextual que resulta esencial en este caso. Muchos de esos episodios son ya lugares comunes, incluso consagrados por el cine: Rimbaud vagabundo, Rimbaud y Verlaine arrastrados por la absenta y despreciados por los círculos literarios de París, sus miserables estancias en Londres, su relación acabada a tiros, y ese juicio en que Verlaine tuvo que someterse a un examen rectal antes de pasar dos años en la cárcel. Y, por supuesto, el extraordinario abandono total de la poesía de Rimbaud, cuyos libros se recuperaron cuando ya no le interesaban, gracias a las acciones del propio Verlaine.

David Thewlis y Leonardo DiCaprio interpretaron, con bastante entrega diría yo, a los dos poetas en  la película de Agnieszka Holland, Total Eclipse (o Vidas al límite, como la llamaron por aquí) (vía)

Para mí ha habido otros datos nuevos. Entre otros, el peso de la madre de Rimbaud en muchas partes de su vida, la completa heterosexualidad del poeta antes y después de su relación con Verlaine, o la influencia del contexto histórico de la comuna de París en que Rimbaud llevara su adolescencia a extremos impensables de rebeldía y concepción antisistema del compromiso artístico. Rimbaud había sido un niño y alumno modelo y extraordinario, pero un joven tan díscolo y excesivo que se ganó el rechazo del mismísimo ambiente subcultural de París, que en principio todo lo perdonaba. Sin duda es el primer poeta moderno, combatió con ahínco y lucidez la burguesía como estado emocional anticreativo y antihumano. Sus angustias se reflejaron brillantemente en una creatividad lingüística libre e ilimitada, y en una capacidad brutal de abandono vital. Valores, como dice White, que hacen entender su éxito entre los adolescentes que le leen, subrepticiamente, desde hace más de un siglo. Valores y estética que, también, ha sido imitada por multitud de poetas y aspirantes desde entonces.


Esta biografía de Rimbaud es serena y comprensiva con sus actores. No sólo con el poeta y su amante, en quienes quizá se le nota un cierto desencanto personal, sino también con familiares y amigos que tuvieron que sobrellevarlos. Una visión que además no lamenta las obras que Rimbaud no escribió al dejar la literatura; en que se aprecian las turbulencias de la vida del poeta desde la madurez del biógrafo; y donde casi parece apreciarse un suspiro de alivio al comprobar que, finalmente, el autor no se convirtió en el icono de su adolescencia.

Edmund White (vía su propia web)



2 comentarios:

  1. Por contextualizar mejor al personaje, antes de leer tu post, me fui a la Wiki y, donde describe su infancia, me encontré con esta perla describiendo a sus padres:

    “Debido al trabajo de capitán de infantería, la pareja no se veía más que en raras ocasiones o en fechas de suma importancia, como el nacimiento de sus cinco hijos”

    Si las entre las fechas de “suma importancia” está el nacimiento de los hijos, los encuentros íntimos de la pareja deben de estar contabilizados entre las “raras ocasiones”. Tiempo para pelearse no tendrían, digo yo.

    Supongo que es un buen contrapunto que la biografía sea “serena y comprensiva” para contrarrestar los excesos de los biografiados.

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  2. sí, bueno, un libro que también hubiera sido desquiciado como sus protagonistas habría sido coherente en forma y fondo, pero habría sido agotador. White además al final del libro habla de las mejores biografías de Rimbaud, y menciona una francesa de más de 1200 páginas, que no sé yo si uno sobrevivirá a ella...

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