24 de julio de 2011

Lealmente




Cuando Lorenzo, el protagonista del Diario de un cazador que reaparece tres años después en el Diario de un emigrante, quiere decir algo con sinceridad, suele comentar que le dije lealmente, lealmente le respondí

Ese lealmente encierra para mí parte del genio de Delibes: su aproximación honesta al lenguaje de los menos letrados, pero también la profundidad de una mirada psicológica de un país maltratado y por necesidad pícaro. Sin el lealmente, Lorenzo parece libre de manejar su comunicación para obtener un mísero rédito profesional, social, o familiar.

Lorenzo viaja con su mujer embarazada a Chile, por presión de la familia política, y ante el escaso progreso que se vive en España. Allí empieza a trabajar con su tío político, conoce amigos nuevos y otros emigrantes, nace su hijo, tiene variadas disputas matrimoniales, e incluso abre un negocio. Este Diario de un emigrante tiene los valores literarios del volumen anterior que ya reseñé, con un añadido: la extrañeza de Lorenzo (pero reconocimiento del autor) hacia el idioma español distinto al hablado en España, aunque Lorenzo la vive y Delibes la muestra paralelamente a otras diferencias no literarias, ya sean paisajísticas o estacionales.

Portada de la mítica edición de Destinolibro del libro de Delibes. Qué gloria esto de la red. Procede de entrelectores

Sin embargo, yo he conseguido empatizar menos con el personaje que en el primer diario. No se trata de no congeniar con lo que suponen las diferencias temporales e históricas en parte del comportamiento y pensamiento de Lorenzo, sino posiblemente de un acercamiento emocional más frío al protagonista. Tal vez, al estar descontextualizado por su presencia en tierras extrañas, su actitud me resulta menos reconocible y, por momentos, la visión del escritor hacia él también me parece más incomprensible.

Delibes incluye (en 1958) un emigrante político (casi anecdótico) en un libro que es la segunda parte de un volumen que fuer Premio Nacional de Literatura. Sé que fue un hombre con problemas con el régimen, y que su lucha contra el mismo, casi siempre próxima a los problemas de la libertad de expresión, sobrevuela su obra. Lo hace de manera sutil en Diario  de un cazador, donde el fondo implícito impregna toda moral. En Chile eso se pierde, y la batalla era, sin duda, más complicada. Se lo digo tan lealmente como que en Chile, al cine, le dicen biógrafo.

Delibes de perfil, vía proyecto integrado 

5 comentarios:

  1. En resumen: más flojillo (hasta ahí mis entendederas). Bueno, tal vez ese acercamiento más frío se deba al miedo al régimen, pero hablo sin saber... sobre todo porque no lo he leído. Y debería hacerlo más, porque es dificilísimo integrar ese "lenguaje de los menos letrados" sin que el narrador resulte, en contraposición, un pedante. Al menos a mí me supone un reto y Delibes lo hace tan natural como beber un vaso de agua. Siempre queda tanto por aprender...
    Un abrazo!

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  2. Este, igual que Diario de un cazador, lo leí hace muchísimos años. También, seguramente, demasiado joven para apreciarlo y demasiados años para recordarlo.

    Por supuesto, ni me percaté del uso del "lealmente". Está claro que curiosidad lectora y formación lectora son cosas bien diferentes.

    Lo que si recuerdo bien es esa sensación de naturalidad que comenta Daniel, sobre todo porque Delibes cayó en mis manos en medio de otras lecturas mucho más barrocas. Debería recuperarlo.

    [Goio, hoy debes de estar agotado de tanto leer y escribir. Incluso diría que nos has agotado a tod@s :)]

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  3. Bueno, Daniel, yo diría que sí es más flojo, pero el criterio es sutil. Para mi gusto, el diario de un cazador se movía en varios filos: una actividad que no me gusta, un personaje hijo de su tiempo con su nobleza pero con sus defectos, bien dibujado y con aproximación honesta del autor. La aproximación viene a ser la misma en el diario de un emigrante, pero es el cambio de contexto el que me hace que el encaje de historia y personaje me chirríen, al menos a día de hoy.

    Tienes razón en la pedantería. Delibes puede ponerse tremendista como otros (por ejemplo, en Las ratas), pero su naturalidad -por usar un adjetivo que lo resuma- es genial y envidiable.

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  4. Bueno, Isabel, fue sólo una sentadita vespertina para actualizar sobre todo las lecturas dejadas de blogs durante unos días. En realidad, más que agotarme, diría que me activó bastante, :-)

    Delibes fue el primer autor que te animó a comentar en este blog! Así que le tengo cariño, :-)))

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  5. ¡Y yo! Con lo que me haces pensar desde entonces...
    :))

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