Tres mujeres es
un libro de poemas de Sylvia Plath, concebido alrededor de la maternidad como
tema central. Su curiosidad y valor principal es su concepto: la autora asume
tres voces distintas (que llama así: Primera, Segunda y Tercera Voz), que
representan tres posturas diferentes ante la maternidad. Una mujer que centra
su realización en ser madre, una que intenta serlo sin conseguirlo, y una
tercera que detesta serlo. Este volumen es una bonita edición bilingüe editada por Nørdica y está ilustrada con
acuarela y carboncillo (me parece) por Anuska
Allepuz.
Ilustración de Anuska Allepuz
Es fácil e inevitable recurrir al tópico de la vida
desgraciada de Sylvia Plath, incluyendo su suicidio, para explicar la angustia
que recorre varios pasajes de Tres
mujeres, especialmente en la Segunda y Tercera Voz, si bien la Primera Voz
no está exenta, véase un ejemplo:
A power is growing on me, an
old tenacity.
I am breaking apart like the
world. There is this blackness,
This ram of blackness. I fold
my hands on a mountain.
The air is thick. It is thick
with this working.
I am used. I am drummed into
use.
My eyes are squeezed by this
blackness.
I see nothing.
La Primera Voz no obstante sí encuentra momentos de belleza
y dedicación amorosa en su bebé, pero se muestra encadenada a un destino
determinado. De Plath se recuerda una cita famosa, mi gran tragedia es haber
nacido mujer, resultado de sus expectativas no cumplidas, de los avatares de la
vida familiar, y, aunque Tres mujeres
no lo explicita pero obviamente lo describe, una condición social que somete la
psicología de la mujer a la procreación, un factor que entre otros hizo
aparentemente sucumbir a la escritora.
Plath escribía poesía confesional, es una de las
representantes del subgénero, que en Tres
mujeres adopta tres puntos de vista, aunque el tono no cambia, ya que no
estamos ante heterónimos sino ante una reflexión unívoca que se presenta
desdoblada, que apunta a que las tres voces pueden estar en una misma mujer. La
crudeza de su angustia es a la par deudora de un existencialismo individualista
y pionera de un feminismo empírico actual. La maternidad como fenómeno
reflexionado, como mecanismo ciclotímico entre lo opresor y lo realizador, es
un punto recurrente de la discusión feminista, que aunque en realidad nunca
dejó de hacerlo, hoy se despliega en conceptos políticos expresos. En Plath no
hay planteamiento fuera del individuo: la maternidad es dependencia mental y
carnal, es sensualidad literal, una carnalidad que con sus fluidos y respuestas
físicas crea una humanidad dolorosa, sin felicidad posible, aparentemente
incompartible (no sólo socialmente, sino también con un padre ausente o
irrelevante), vivida en desasosiego y desvinculada del destino de los hijos.
Sylvia Plath (vía)
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