The
Waves es una novela de corte experimental. En la
que Virginia Woolf lleva al extremo su capacidad poética, por un lado, y la
metodología del flujo de conciencia, por el otro. Seis personajes realizan
monólogos sólo relativamente conectados entre sí, delante de paisajes, o como
espectadores de reuniones sociales. En esos monólogos tanto describen lo que
aparentemente ven, hablan de los demás personajes (o de terceros que no tienen
voz pero sí influencia), y comentan las emociones y sentimientos de sus propias
vidas, aunque éstas parecen más bien estados mentales, ya que no son descritas
convencionalmente en ningún momento, y se relacionan siempre de manera algo
inconexa con el ciclo de la vida, la presencia del hombre en el mundo, el
sentido del amor, etc…
Las impresionantes marinas de
Gerhard Richter, recientemente expuestas en el Museo Guggenheim de Bilbao,
parecen directamente inspiradas en la obra de Woolf (vía)
El libro empieza de manera directa, con
estos parlamentos en general ominosos, algo grandilocuentes y melancólicos, y
se ve interrumpido por descripciones paisajísticas de la costa, con el sol y el
mar como foco, y una voz supuestamente narradora distinta de los seis
protagonistas, que impone al menos una unidad temporal: el transcurrir de un
día. Según el libro avanza, los monólogos son más extensos, se van imponiendo
algunos de los personajes, y, finalmente, todas las voces parecen confundidas
en una especie de mente única, como, probablemente, tesis final del flujo de
conciencia completado en la novela. El título, además del paisaje marino
recurrente, parece apelar a las olas como elementos percutientes y continuos, a
los que se asemejarían los monólogos de los personajes de Woolf y su
repercusión en el ánimo del lector.
Me ha sorprendido poder acabar sin
demasiadas dificultades el reto lector que supone The Waves, además del hecho de leerla en inglés. Es una tentación importante
dejar el libro a las veinte o treinta páginas, cuando el estilo está claro;
podría esperarse una cesura (¿también experimental?) y un final racional. Pero
nada lo indica. El libro tiene por si fuera poco un tono triste y deprimente,
sin duda deudor de las propias circunstancias de Woolf, que acabaría
suicidándose. Entender en sí qué quiere decir Woolf, comprender racionalmente
el estilo del libro, resulta un fin poco edificante y podría compararse con
comprender un cuadro abstracto tras su pertinente explicación crítica, y sin
que en realidad su emoción nos haya llegado inicialmente. Los temas que
conocemos que obsesionaron a Woolf y que la reconocen como escritora pionera y
singular están presentes en varios episodios, sí. Pero la atmósfera del libro
resulta una maquinaria que engulle mecánicamente la claridad radical de todos
ellos, sin dar solución. El caso es que The
Waves encierra pasajes maravillosos, con una prosa poética de la
desesperanza personal a veces cercana al nihilismo existencialista reforzado
por el caparazón fuertemente individualista de personajes incapaces de dialogar
y capaces sólo de pensarse a sí mismos. Lógicamente, y casi por definición, no
se trata de un angst gozoso, pero
la sucesión de imágenes líricas es espléndida, y el arrojo coherente de la
autora es muy aplaudible.
Virginia Woolf (vía)
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