La invención del
cuadro es el libro publicado a partir de los trabajos que dieron lugar a la
tesis doctoral de Victor I. Stoichita. Centrado en los siglos XVI y XVII, su
interés principal es mostrar el momento en que la pintura del Renacimiento se
hizo consciente del lenguaje del acto de pintar, y, liberándose del yugo de la
representación religiosa, se implicó en el arte, sus significados, y la
capacidad del mismo para desarrollar discurso y lenguaje. El cuadro en sí es el
marco que permite focalizar la mirada de modo que se sugiera un significado
debido precisamente a la presencia del marco, real o figurado.
Que no os mientan si os dicen que la escena inicial de El puente de los espías se inspira totalmente en Norman
Rockwell. 300 años antes Johannes Gumpp ya había tenido la idea…
A partir del siglo XVI, la pintura flamenca fundamentalmente
comienza a trabajar temas que reflexionan sobre el arte, la representación, la
mirada, y la autoría. Los nuevos géneros que aparecen, el paisaje, el bodegón,
y el retrato, implican al autor de los mismos en la concreción de los objetos,
y en su aparición en un contexto. La mirada se centra en lugares que aparecen
acotados: ventanas, puertas, cortinas –que abren nuevos espacios en la estancia
cerrada del lienzo- y, más adelante, espejos, mapas y reversos de cuadros, como
ejemplos directos de devolución de esa mirada, de aparición en el cuadro de lo
que había quedado fuera del mismo (el propio pintor en muchas ocasiones, o los
lugares lejanos o cercanos a que remite el mapa como representación en sí), o
de negación incluso de la posibilidad de mirar. Los ejemplos son innumerables,
y las lecturas metaartísticas muy sorprendentes e innovadoras, aunque
cuatrocientos cincuenta años más tarde a veces todavía pensemos como novedad
estrategias autorales similares que vemos en cine o literatura. La evolución de
la propia reflexión sobre la pintura, de las galerías de coleccionistas –con
sus infinitos cuadros alegóricos en un mismo espacio- al método cartesiano para
la mirada, supone también un análisis sobre el cambio de paradigma que se
produjo en ese tiempo en el arte pictórico, y en la reflexión crítica sobre el
mismo.
Cristo
en casa de Marta y María es el cuadro de Pieter Aertsen con el que
Stoichita empieza su estudio. La escena principal relegada a un encuadre menor,
representada sobre otor encuadre, y un bodegón metafórico en primer plano
cambiando el sentido de la importancia de la mirada
Dos obras cumbres de este conjunto son especialmente
analizadas por Stoichita, Las meninas
(Diego Velázquez), donde hay autorretrato, espejo, puerta, cortina y reverso de
cuadro, y El arte de la pintura
(Johannes Vermeer), donde el autorretrato es de espalda, y hay cortina, mapa y
anverso de cuadro: hasta cuatro marcos en una única imagen. De Las meninas hablaré enseguida en este
blog. Con el magnífico cuadro de Vermeer os dejo:
El arte de la pintura, de Vermeer de Delft
Victor I. Stoichita (vía)
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