Turner sigue traduciendo al castellano los éxitos de la
narrativa árabe actual: al igual que Azazel, El arco y la mariposa, de Mohammed Achaari, ganó el International
Prize for Arabic Fiction, en este caso de 2011. Achaari es un escritor
marroquí, novelista y periodista, y también político de izquierdas, estuvo en
prisión pero luego llegó a ser ministro de cultura.
El arco y la mariposa
tiene historias interesantes: el escritor protagonista, que aunque no es
político suena a trasunto claro del autor, recibe la comunicación de que su
hijo ha muerto como combatiente islamista en Afganistán. Al drama, que asume
con frialdad, le acompaña que el hijo se le aparece para tener confesiones
sobre la vida de ambos. El padre del protagonista, por su lado, fue un gran
hotelero que vivió en Alemania pero ha acabado como guía ciego de las ruinas de
Volubilis, y gusta de
ocultar ruinas romanas en edificios árabes para confundir a la posteridad. Y el
dibujo de Marrakech, arrasada por la especulación inmobiliaria y con una zona
vieja remodelada al gusto del engañado turismo occidental que le hace perder
toda conexión con su pasado, es también una revelación.
Marrakech en su burbuja (vía)
Pero, por otro lado, Achaari tiene un problema con la
definición de los personajes y sus relaciones, explicitadas hasta el
aburrimiento, repletas de lugares comunes, y bañada en un falso progresismo
adulterado. Esta sobreexposición es sentimental y psicológica, y afecta a las
relaciones familiares, al dibujo de la amistad, y al de las mujeres con que el
protagonista se relaciona, en un círculo social que vive una dolce vita a caballo entre Rabat,
Casablanca y Marrakech, frente a fuerzas atávicas que el libro no acierta a
entender. Desgraciadamente, el personaje se define mucho más por un conjunto de
sentencias literarias que por los actos y construcción del libro, que supone una
oportunidad perdida de contemplar cómo la parte de la sociedad progresista de
un país árabe relativamente avanzado como es Marruecos contempla el que parece
el mayor conflicto actual del Islam: la voracidad de cuerpos y almas que
principalmente sobre sus propios jóvenes ejerce el islamismo radical.
Mohammed Achaari (vía)
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