19 de junio de 2015

El ministro y su libro



Turner sigue traduciendo al castellano los éxitos de la narrativa árabe actual: al igual que Azazel, El arco y la mariposa, de Mohammed Achaari, ganó el  International Prize for Arabic Fiction, en este caso de 2011. Achaari es un escritor marroquí, novelista y periodista, y también político de izquierdas, estuvo en prisión pero luego llegó a ser ministro de cultura.

El arco y la mariposa tiene historias interesantes: el escritor protagonista, que aunque no es político suena a trasunto claro del autor, recibe la comunicación de que su hijo ha muerto como combatiente islamista en Afganistán. Al drama, que asume con frialdad, le acompaña que el hijo se le aparece para tener confesiones sobre la vida de ambos. El padre del protagonista, por su lado, fue un gran hotelero que vivió en Alemania pero ha acabado como guía ciego de las ruinas de Volubilis, y gusta de ocultar ruinas romanas en edificios árabes para confundir a la posteridad. Y el dibujo de Marrakech, arrasada por la especulación inmobiliaria y con una zona vieja remodelada al gusto del engañado turismo occidental que le hace perder toda conexión con su pasado, es también una revelación.

Marrakech en su burbuja (vía)

Pero, por otro lado, Achaari tiene un problema con la definición de los personajes y sus relaciones, explicitadas hasta el aburrimiento, repletas de lugares comunes, y bañada en un falso progresismo adulterado. Esta sobreexposición es sentimental y psicológica, y afecta a las relaciones familiares, al dibujo de la amistad, y al de las mujeres con que el protagonista se relaciona, en un círculo social que vive una dolce vita a caballo entre Rabat, Casablanca y Marrakech, frente a fuerzas atávicas que el libro no acierta a entender. Desgraciadamente, el personaje se define mucho más por un conjunto de sentencias literarias que por los actos y construcción del libro, que supone una oportunidad perdida de contemplar cómo la parte de la sociedad progresista de un país árabe relativamente avanzado como es Marruecos contempla el que parece el mayor conflicto actual del Islam: la voracidad de cuerpos y almas que principalmente sobre sus propios jóvenes ejerce el islamismo radical.

Mohammed Achaari (vía)


Reseña previamente publicada en Factor Crítico

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