9 de junio de 2011

¿Por qué reseñar?



Durante al menos 33 años, Wislawa Szymborska escribió periódicamente columnas literarias en varios medios polacos (de revistas literarias a diarios informativos). En ese periodo le dio tiempo a ganar un Nobel, escribir poesía, ser múltiplemente homenajeada y reconocida, sobrevivir al socialismo real soviético y hasta al gobierno de los gemelos polacos. 33 años muestran perseverancia admirable en un modelo de trabajo.
 
Su columna se titulaba Lecturas no obligatorias, el mismo título con que se ha publicado el volumen en que se recogen varias de estas reseñas (editorial Alfabia, otra pequeña casa de ideas claras y política directa). Quienes conozcan la maravillosa, espléndida e inigualable obra poética de Szymborska sabrán ya de su mirada sobre la realidad, que va de la ingenuidad y la ironía lúcidas, pasando por la humildad de los sabios, a la ternura no exenta de asombro ante el mundo, sus maravillas y sus males. Todo ello, para mi gozo, está presente en estas reseñas, centradas casi todas en libros de no-ficción (y hay de todo: biografías, ensayo, autoayuda, ciencia, moda, historia, y hasta un almanaque) en las que Szymborska toma un libro o su tema para divagar sobre lo que le haya podido inspirar a ella, dando un peculiar e intenso matiz humorístico a su visión del autor/libro/tema. A mí, que he disfrutado como un enano, me asalta la pregunta de si sus lectores veían útiles –como consejos de lectura- estas crónicas tan literarias sobre libros de apariencia vulgar, y, aunque las disfrutaran, no estoy seguro. Otro factor paralelo es la interesante superación de la censura del régimen comunista mediante la ironía elegante en los momentos en que salta a la vista el contraste con Occidente, como en el impagable análisis de la historia de la moda según el socialismo real. ¿Y por qué no reseña ficción, u obra narrativa en general? Aunque algo hay (nada menos que una reseña del Poema del Mío Cid, por ejemplo), Szymborska razona que los libros prácticos o ‘útiles’ son los más vendidos y por tanto los que más atención crítica debieran merecer. Tal vez me excedo, pero veo ironía literaria y sociopolítica en este juicio aparentemente banal.

Es por otro lado divertido descubrir la palabra ‘Prosas’ en la portada de este volumen. Para mí, las palabras ‘Poesía’ o ‘Poemas’ casi siempre presentes en la portada de los poemarios tienen un matiz de advertencia y no de claridad, al menos en este país, donde no es frecuente ver en la portada de las novelas la palabra precisamente ‘Novela’. ¡Que nadie se engañe! ¡Vendemos versos! ¡Horteradas de rimas imposibles en ripios indescifrables! Me recuerda a los cines en que te advierten al comprar tu entrada que vas a ver una película en versión original. Este ‘Prosas’ en un libro de Szymborska puede ser un cebo para los no lectores de poesía. Bueno, si es así, bienvenido sea, sobre todo si lleva a esos lectores escépticos a acercarse a la obra poética de la escritora polaca. Aunque soy lector esporádico de poesía (y es que no acabo de dar con quien compartir estas lecturas sin sentirme algo ridículo, en una perversión del concepto del ‘placer culpable’), Szymborska ha sido para mí lectura primordial en los últimos años. Su último libro publicado (a los 86 años) es Aquí, una breve colección de apenas 19 poemas, llenos de hallazgos visuales y literarios, aunque el resultado sea tal vez menos brillante que en Instante, su libro de 2004. Szymborska es una abnegada analista de lo humano, que se enfrenta con sencillez meridiana a la rutina irónica del mundo, si bien esa mirada aparentemente serena no oculta una carga crítica. Pero Szymborska no se crispa, aunque su postura tampoco sea resignada. ¿Un estoicismo que lucha con las armas a su alcance? Puede.



Es realmente una pena que no sea una lectura más conocida. A mí me resulta muy edificante, por sus metáforas por contraste, y por el optimismo íntimo ante los avatares humanos que creo adivinar en sus palabras. Les dejo con dos ejemplos breves, donde naturaleza y arte son vistos como motivos últimos de esperanza ante la incomprensible hostilidad exterior.

EJEMPLO
La tormenta
arrancó anoche todas las hojas del árbol
menos una de ellas,
dejada
para que se columpiara sola en la rama desnuda.

En este ejemplo,
la Violencia demuestra
que sí,
que en ocasiones le gusta bromear.

VERMEER
Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.


Wislawa Szymborska, vía bartlebyeditores.

4 comentarios:

  1. Con ese título y la palabra “prosas” en portada, es uno de esos libros que se hubieran pegado a mis manos sin consultarme. Suena a transgresión así que, en mi caso el gancho perfecto.


    Adoro las pequeñas cosas, lo aparentemente intrascendente de la vida que es dónde nos vamos tejiendo y modelando. Es tal cual tú lo dices: “analista de lo humano, que se enfrenta con sencillez meridiana a la rutina irónica del mundo, si bien esa mirada aparentemente serena no oculta una carga crítica”.

    Lo que no me parece es abnegada sino activista, tremenda y declaradamente activista. Un tipo de crítica sutil que ya no lo es tanto porque de hecho la red facilita compartir esas miradas sobre lo “pequeño”.

    En el fondo, me recuerda a la descripción de la viola que hacía ayer Manel en su post. Un tipo de valores que creo que irán tomando protagonismo y marcando relevos en el desquiciado mundo encorsetado (y arcaico) que aún padecemos.

    Pero quizá es que la mía también es una mirada hacia las pequeñas cosas que se cuela a menudo en mi blog. Y no te digo si transcribiera todo lo que voy escribiendo mentalmente a lo largo del día. ¡Si a las reseñas! ¡Sí a compartir otras miradas! En el caso de tu blog, las dos cosas son un lujo y un placer.

    Gracias Goio :)

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  2. Magnífica recomendación esta que nos traes aquí Goio. Tal y como apunta Isabel, apetece parapetarse de todo aquello que deslumbra para poder ver, realmente donde se pisa y disfrutar del recorrido que hace uno por este mundo absorbiéndolo tal y como es, en lo sencillo y en lo cercano.

    Lo que más admiro de estas personas como la que nos traes tú aquí, es esta humildad en el gesto, en la voz y en la mirada. Cómo realmente esa sencillez es la que magnifica, lo que transmiten y la que nos imprime la seguridad primigenia y la convicción de que, realmente, el mal es una construcción y de que no existe en estado puro. De hecho, todo cobra belleza bajo estas miradas, todo...[me he acordado de repente del profesor Aranguren]
    Otra reseña a mi lista de pendientes… Gracias Goio.

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  3. Muchas gracias a ambos por vuestras palabras; en realidad, si no la habéis leído, lo que me dais es un tanto de envidia ante el placer que supone descubrir a esta mujer. En efecto, ella se fija en las cosas mínimas, y les da un sentido que consigue ser global tal vez porque no tiene pretensión de serlo, sino sólo asombro del descubrimiento. Añado otro factor: con sus años y el país en que vive, casi diríamos que ha tenido que verlo todo. Y suena algo simplista, o buenista, pero... ¿no da gusto esa sonrisa? Es que uno no encuentra una foto suya en la que no transmita una curiosa tranquilidad para un espíritu obviamente inquieto

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  4. Goio, estoy tan harta de los "grandes" temas y de brillanteces que sí, va a ser un placer. Creo que es la opción perfecta para empezar unos días de vacaciones y cambiar el chip. Por cierto, que sólo con tratar de visualizar su expresión, aún sin verla, ya transmite esa tranquilidad espiritual de la que hablas.

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