1 de mayo de 2011

Una sombra ominosa e inquietante



Albert Camus tiene una de las frases iniciales más potentes que nunca ha empezado libro alguno. Olvídense de García Márquez*, Austen**, Fitzgerald*** o hasta Cervantes****, que Camus por esta vez no hacía ficción. Sucede en El mito de Sísifo y su contundencia abofetea nuestra seguridad intelectual: no hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía.


El escritor David Vann tuvo una experiencia traumática siendo adolescente: su padre le pidió que pasara un año con él en Alaska. El chico no quiso y se quedó con su madre en la segura California. El padre, divorciado de la madre, partió solo a Alaska, y, al cabo de unos días, se suicidó. Leí Sukkwan Island sabiendo del episodio biográfico de Vann, que se extiende como una sombra ominosa e inquietante por sus páginas, como si fuera, al decir de Camus, el único problema serio del pensamiento.

Alaska, entorno precioso para una vida imposible, vía una página de cruceros. Una foto un tanto pequeña para turismo, ¿no?.

¿Qué hubiera hecho el padre de Vann si su hijo le hubiera acompañado aquel verano? 25 años más tarde, el autor afronta los hechos con la catarsis de especular cómo sería la vida compartida de un padre, desesperado por sus fracasos vitales, y su hijo de catorce años en una cabaña perdida de Alaska durante un largo año, incluido su duro invierno. Vann ficciona, pero ya el apellido de sus protagonistas (Fenn), indica que no se quiere separar mucho de la realidad en una novela corta y contundente. La estancia en Sukkwan Island, la remota isla de Alaska donde los Fenn se instalan y que da título a la novela, se narra en dos partes prácticamente simétricas, cada una de ellas desde el punto de vista de uno de los personajes. Este juego de simetrías se extiende a la presentación de un entorno sistemáticamente indomesticable que se impone a las débiles ilusiones de los protagonistas, que escogen para sí mismos un encierro malsano y opresivo en el que reflexionar sobre el otro les devuelve a un infierno personal. Yo, además de esto, también veo la negación de una Arcadia feliz en la naturaleza, y cierta desconfianza en la institución familiar, que, no obstante, al no estar subrayadas, pueden no ser intención buscada del autor.


Como les pasa a muchos autores norteamericanos, su entrada en Europa viene a través de una Francia siempre vigilante, a la que en literatura le soy capaz de reconocer los premios que tal vez injustamente no puedo en mi país. Vann ganó el premio Médicis extranjero de novela con Sukkwan Island y con ello aseguró o aceleró ediciones en toda Europa. La novela lo merece: a su fuerte expresividad emocional hay que sumar su intención de asumir un buen riesgo en su construcción y en sus puntos de vista, y un final bien rematado. No soluciona el dilema de Albert Camus, claro está. El autor francés era un existencialista que vivió una guerra que dejó asolado el mundo; Vann debería ser un hijo del desarrollo y del progreso en un país rico y líder, cuyos males personales podrían relativizarse. Y, sin embargo, el dilema aún existe, y su novela lo demuestra con concisión.


David Vann, vía la Universidad de Florida. Un en lace que además describe el funcionamiento de algunos adelantos literarios (modestos) en los EE.UU. y que confrima que Vann sabe de qué habla cuando describe formas de navegar en Sukkwan Island.




*Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
(Cien años de soledad, Gabriel García Márquez)

**It is a truth universally acknowledged, that a single man in possession of a good fortune, must be in want of a wife.

However little known the feelings or views of such a man may be on his first entering a neighbourhood, this truth is so well fixed in the minds of the surrounding families, that he is considered the rightful property of some one or other of their daughters.

(Orgullo y prejuicio, Jane Austen)

***In my younger and more vulnerable years my father gave me some advice that I've been turning over in my mind ever since.

"Whenever you feel like criticizing any one," he told me, "just remember that all the people in this world haven't had the advantages that you've had."

(El Gran Gatsby, Francis Scott Fitzgerald)

****En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
(El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, Miguel de Cervantes)

8 comentarios:

  1. Había leído críticas poco entusiastas sobre esta novela, y ví una entrevista en Página 2, interesante. Tengo curiosidad por saber qué tal envejece este libro.
    En cuanto a Francia, totalmente de acuerdo. Pero es que ellos tratan la cultura con rigor (gran ejemplo la cuota del cine francés, por ejemplo). Muy buen post, un saludo!

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  2. Gracias, Daniel! Jo, no, yo creo que envejecerá bien. Ojo, que puedo encontrarle que en la primera parte existe una sencillez expositiva un tanto excesiva, aunque se justifica porque es la parte narrada desde el punto de vista del hijo. Yo tb me pregunto cómo habría sido leerlo sin haber sabido nada del autor.

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  3. Goio, esta la leeré seguro, pero eligiendo bien el momento porque es de esos temas que me tocan fibras sensibles. Como siempre, opino sobre tu post y, también como siempre, me lo he leído en clave personal (en realidad no sé hay otra posible).

    Lo cierto es que nunca he querido reflexionar sobre el suicidio, me produce auténtico rechazo vital (sin ningún tipo de contaminación religiosa, por supuesto). Y digo esto refiriéndome a culturas y entornos occidentales, no me considero capacitada para plantear más.

    Por eso prefiero centrar mi comentario en el planteamiento, que para mi describe una situación auténticamente cruel: “cómo sería la vida compartida de un padre, desesperado por sus fracasos vitales, y su hijo de catorce años en una cabaña perdida de Alaska durante un largo año, incluido su duro invierno”.

    Tener hijos te pone en situaciones muy curiosas porque pasas sin enterarte del protagonismo pasivo al activo. Es decir, de cuestionar las circunstancias heredadas a mirar de frente a las que tú provocas. Instintivamente, me puse en el lugar de un chaval de 14 años teniendo que enfrentarse no ya a la situación, sino a la petición del padre y me ha parecido una aberración. Y máximo cuando todo termina como en este caso.

    Supongo que, efectivamente, ha de discurrir una gran parte de la vida para asimilar una vivencia así. Y me parece terriblemente difícil el intentar construir los dos puntos de vista. Cuando lo lea, puedes estar seguro que volveré aquí a opinar.

    Magnífico post!!!

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  4. Muchas gracias, Isabel. Y no creo que haya otra forma de comentar que sea la personal (o subjetiva), ¿no?

    Aberrante y cruel son dos buenos calificativos para lo que ese padre está planteando. Ya que lo vas a leer, no te quiero desvelar nada de cómo plantea el autor las consecuencias de ese intento absurdo de recuperar una vida/relación/existencia por parte del padre, pero en efecto, si el tema te llega, es bueno que escojas un momento de ánimo con el libro, sí, porque éste es lo crudo que el tema necesita. Mira muy de frente, por así decir.

    Yo, por mi lado, no siento especial fascinación por el suicidio, pero la lectura sobre ello no me causa especial reparo ahora. Recuerdo haber leído de adolescente 'el lobo estepario', de hermann hesse, y haberme sentido muy afectado, en edad tierna y de pensamientos confusos como era esa. Siendo menos joven leí cosas de Javier Sádaba, de estoicos tipo Séneca, o a Camus como digo en el post, sobre suicidio con mayor o menor fortuna, y siendo sus visiones más o menos aplicables a cómo veía yo parte del problema. Creo que Hesse en gran parte me hizo -después de superado el momento de sobrecogimiento y afectación- ver el asunto tal vez con menos pasión de la debida (o eso o tengo como corazón un chip, que me decía una amiga hace años). Hesse escribió un libro intentando luchar contra los sentimientos suicidas de buena parte de la sociedad europea tras la IIGM, y, para su desgracia, su libro se convirtió en una especie de manual del suicidio. Y uno entendía ahí los peligros de la literatura, y la distancia entre el mensaje del emisor y el del receptor.

    Será estupendo leer tus impresiones cuando lo hayas leído, por supuesto!

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  5. Cuando era un chaval e íbamos a la playa en familia, mi padre, alguien serio, poco afectuoso taciturno y perpetuamente metido en su trabajo me invitaba a caminar con él a lo largo de la playa. Yo creo que lo hacía por mí, para brindarme la venia de su compañía creyendo que así aplicaba algo de esa dosis de calor paternofilial que se transmitre llevándote a dar una vuelta. Temiendo los intensos silencios de estos paseos, ya que pocas cosas teníamos en común que comentar, empecé a declinar sus invitaciones. Tu post Goio me ha hecho evocar aquel sentimiento de culpa que me producía la pena de ver a mi padre irse, con sus piernas delgadas, sólo…playa arriba…

    Cada vez me cuesta más hurgar en temáticas como las de la novela que presentas [por cierto, me ha encantado la manera en como lo has hecho], demasiadas heridas abiertas y toda una vida por detrás han hecho que enfoque mi vida de un modo “noodinámico” ¿te acuerdas? [es lo que propugnaba Viktor Frankl] y que me plantee más retos por los que vivir que motivos para hacerlo. En resumen que no quiero mirar más como se va alguien sin mí, tan solo pensar que cada uno escoge su mejor camino.
    Este post ha sido como una caricia que me ha recordado la fragilidad de tener fragmentos de piel en carne viva… te seguiré leyendo.
    Un abrazo,

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  6. No está para nada mal traído lo de Frankl, Manel, que desde luego debió ver a mucha gente tomando la decisión de suicidarse en circunstancias que seguramente muchos entenderíamos. Siempre que algunas de las vicisitudes de Spiegelman padre para sobrevivir a Auschwitz me vienen a la cabeza, recuerdo que leí Maus muy cerca en el tiempo del momento en que vi El pianista, la película de Roman Polansky, también basada en historia real y en la vida de un judío que escribió cómo sobrevivió al nazismo, cómo se libró milagrosamente de acabar en un campo y pululó en el ghetto, y cómo se salvó sin hacer prácticamente nada. Seguramente su cadena de azar para la salvación fue mayor que la de Spiegelman o la de Frankl, que también la tuvieron a pesar de construirse un futuro, un reto, un destino en que creer. Pero da que pensar, desde luego.

    Muchas gracias por la contribución y por tus palabras, Manel. Este tema toca partes sensibles de nuestro espíritu, y la que muestras me ha emocionado. Espero conseguir 'caricias' en más posts futuros.

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  7. Hola, Goio:

    Me ha gustado mucho tu reseña. La verdad es que yo no vi mucho de "La carretera" en "Sukkwan Island" al margen de la relación filopaternal. Y entre tú y yo, para mí "La carretera" es una novela menor de McCarthy. Sí vi paralelismos en el tratamiento de la naturaleza, algo que McCarthy trata constantemente en sus novelas (en "La carretera" es una naturaleza muerta), incluso algo que siempre me ha hecho mucha gracia en McCarthy (esto desde la frivolidad y la charanga) es su obsesión o la obsesión de sus personajes por la búsqueda de comida, por los banquetes constantes que se da (en "La carretera" esto era tremendo y me recordaba a "Los Cinco", que siempre estaban zampando y a mí se me abría el apetito cada dos por tres). Al margen de esta gilipollez mía, también me recordó "Sukwwan Island" a "En la frontera" por el tema del cadáver cuando Billy encuentra a su hermano y lo lleva a lomos de su caballo para darle un entierro digno, muy como en "Los tres entierros de Melquiades Estrada".
    Tengo muchas ganas de leer la de "Caribou Island", que promete ser otro dramón, e incluso ya tiene su tercera novela "Dirt", que ha sacado hace poco: http://www.harpercollins.ca/books/Dirt-David-Vann/?isbn=9780062121035

    Un abrazo,

    Jorge (Factor Crítico) :)

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  8. Gracias, Jorge! Bueno, veo que Vann va camino de convertirse en novelista de libro al año y que sus clímax en naturaleza que aísla de la civilización parecen una constante (dirt, eso sí, es un título francamente palahniuk). No he leído caribou aún porque sukkwan tiene mucho peso y prefiero espaciar lecturas de escritores. Antes lo hacía menos, si algo me gustaba intentaba devorar todo lo del autor, y con frecuencia me agotaba o decepcionaba, pero parece que con la edad uno aprende y deja reposar hasta que vuelve a apetecer tomar libros de autores que le han gustado, y especialmente cuando son tan intensos!

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