10 de septiembre de 2009

Miradas insumisas

Si algún éxito puede tener esta entrada es que consiga convencer a los cinéfilos heterosexuales de que le echen un ojo a este libro: Vale, ya han cerrado esta entrada más de la mitad de las visitas... ¿Por qué sería un éxito? Porque este libro, sobre todo, habla de cómo vemos el cine. De cómo lo entendemos, de cómo nos apropiamos de sus imágenes, de cómo el público mira una pantalla y da el sentido final a las películas que un director y su equipo hacen, y de cómo sucede esto según sus condicionantes biográficos y culturales. Eso, para un cinéfilo, un aficionado a la narración visual y al sentido de las imágenes, debiera ser de interés.
Pero, claro, el tema que interesa a Alberto Mira (un apellido que ni pintado) es el del subtítulo del libro ‘Gays y lesbianas en el cine’, y el libro incluye una muy documentada, prolija, y francamente interesante historia de la homosexualidad en el cine; entendida esta homosexualidad como explícita, implícita, oculta, armarizada, objeto de voyeurismo o de placer, inserta en la mirada del espectador, basada en una autoría gay de directores, guionistas, atrezzistas o coreógrafos, que fuera obvia o llena de simbolismos subculturales…
El caso es que esta historia que ocupa la segunda parte del libro es obviamente indisociable de la propia historia del cine, y de la representación de los tabúes sociales en el mismo. Es inseparable del carácter industrial del cine estadounidense, y del arte y ensayo europeos, como lo es del asociacinismo por la acción política tradicional de los EE.UU. frente a la privacidad intelectual como actitud de Europa. Me pregunto si Alberto Mira consideraba al escribir lo normalizador del enfoque en sí, aquel que toma hitos cinematográficos e históricos y ve su influencia en el cine de cada época: el código Hays, el fin del sistema de grandes estudios, la nouvelle vague y el movimiento de Derechos Civiles, Stonewall y la muerte de Judy Garland, o el conservadurismo reaccionario de los ochenta y la aparición del SIDA.
No obstante, a pesar de la contundencia de esta historia en la que no falta nada relevante de los cines norteamericano y europeo, creo que lo más disfrutable y adecuado del libro sucede en la primera parte, que Mira dedica a describir la mirada insumisa, la que permite ver, reconocer y apropiarse de códigos, la que luego permite ‘entender’ por qué el musical, o Disney, o los melodramas de Sara Montiel, o Top Gun, pueden mirarse como algo más de lo que parecen.
Reivindicar la libertad de mirar e interpretar no es cosa tonta. Mira ha escrito su ensayo-río escuchando en un blog a todos los que querían dejarle su opinión, y ha constatado las diferencias en la mirada de los homosxuales que han participado. Ha estudiado la evolución (escasa) de la crítica oficial, y la del activismo gay (poco cinéfila) hacia lo que llama la ‘mirada queer’, menos militante y más reivindicativa de opciones más abiertas y positivas. Ha mirado todo y ha intentado comprender con moderación que no hay mirada que no deba escucharse o intentar explicar, huyendo de la confrontación dialéctica tan del gusto de todocinéfilo.
En resumen, todo un gusto (y un apetito) en el que está casi todo lo que es (hasta 2005), que gana frente a los abundantes estudios americanos por el completo análisis del cine español, y que se convierte en fuente bibliográfica fundamental (por lo comentada con criterio) en la búsqueda de cine desconocido que, horror, me queda por ver en grandes cantidades.
Pero, por supuesto, la mirada insumisa que ejerce el autor es en este caso homosexual, homosocial, homoerótica. Por tradición e historia, es una mirada no permitida, que se activaba según la posibilidad y los códigos que había en cada momento. El reto se cifre en que habiendo estado obligado el homo a mirar como hetero, ¿puede suceder al revés? Yo conozco casos gloriosos, aunque no sean frecuentes. De ahí el reto planteado al principio: ¿algún hetero cinéfilo en la sala? Digánmelo, ¡hagan feliz al autor!








7 comentarios:

  1. No veo el mérito de que un hetero como yo lea este libro. De hecho creo que una de las mejores cosas que puede hacer un hetero por el colectivo gay es leer estos libros para comprender mejor muchas cosas (valga la redundancia). Cosas que los que tenemos amigos del ambiente ya conocemos, gracias a Dios :-)

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  2. Buena entrada, e interesante eso de la reivindicación de la libertad de mirar e interpretar... es tan cargante esa gente que se pone en plan "es que tú ves rollos gays en todas partes".

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  3. Creo que la mirada homoerótica en el cine o en la vida sólo puede ampliar el disfrute erótico general si se mira sin prejuicios y aceptando nuestras pulsiones, que muchas veces no están totalmente claras a este respecto, como dirían Freud o Lacan.

    Ayer ví un anuncio de que emitirán Troya por la tele: Aquiles (Bard Pitt) se lo hace con una mujer (Helena??, no me acuerdo..) pero todos sabemos que no eran sus preferidas. Sale en esta escena Brad, de lo más desnudo, musculoso y de mejor culete. En fin, se oculta hasta lo que escribieron los clásicos, pero la mirada no se puede evitar.

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  4. Y yo me planteo ¿Se puede tener una mirada cinematograficamente homosexual en el cine sin ser esa tu orientacion sexual? Es decir, ¿Puede existir una escoptofilia gay en el colectivo hetero?

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  5. Mirona:
    Troya es un ejemplo tratado en el libro. El autor indica creo que con acierto cómo al público general le gusta la mirada homosexual sin que se note, pero que es curioso que esto siga haciéndose de manera tan reciente como en el caso de troya. Obviamente, hay una mirada erótica muy homo hacia tanto hombre en falditas, y un falseado del material original en lo que a las emociones se refiere. Una forma un tanto sutil de decir (posiblemente sin quererlo) que lo homo está bien para el sexo, no tanto para el amor.

    Ismael:
    claro que se puede. Sobre todo porque los homos tienen también esa mirada hetero necesaria para sobrevivir en el planeta, y porque en ella le han educado. Sin ir más lejos, gente que conocemos los dos como el roedor más recientemente o el mismo jonathan al hablar de el círculo rojo dan ejemplos de mirada homo sin compartir la tendencia. El libro por cierto tiene partes muy adecuadas a lo que alguna vez hemos discutido sobre el paso de la camaradería a la amistad más allá, y son reveladoras, no en un sentido u en otr. Se trata de ver hasta dónde llegan los códigos culturales de cada uno, y para uno hacerse unas pajillas puede ser un rito hetero sin más, pero para quien vive armarizado puede ser una fuerte seña de identificación homo.

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  6. Goio, ya te lo comenté: estoy disfrutando mil del libro, y me está causando insomnio.

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  7. Ay, carlitos, yo ya sabía que tú estabas programado para disfrutar este libro...

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