15 de julio de 2009

El escritor y los políticos


Hasta la cocina

La carrera de Javier Cercas como escritor tiene un punto de inflexión obvio: el éxito literario inmenso de Soldados de Salamina, su libro editado en 2001. Parecía una novela en la que su principal protagonista, el personaje real ‘Javier Cercas’ contaba cuánto le costó y cómo pudo narrar el episodio real de la fuga y superviviencia de Rafael Sánchez Mazas (bilbaino, escritor, número tres de la Falange, padre de Rafael Sánchez Ferlosio), a quien un soldado republicano que lo buscaba por el bosque, tras escaparse de un fusilamiento colectivo, encuentra y salva la vida. La mezcla de experiencia personal, ficción de ensayo y de un tema de actualidad continuada en la España actual como la memoria histórica fue novedosa en aquel entonces, ha sido muy imitada hasta hoy, pero posiblemente nunca resultó tan brillante y emotiva, y el exitazo literario fue apabullante. Hubo premios, película…


¿Fotos de Sánchez Mazas? Sólo en foros de política excesiva
Aparentemente, Anatomía de un instante parte de premisas similares, de nuevo el escritor obsesionado con un hecho histórico de las Españas (aquí el 23F, allí un suceso de la Guerra Civil), confiesa haber querido escribir algo al respecto (una novela en este caso, un artículo en Salamina), y tras no quedar satisfecho, aborda un ensayo histórico con estructura novelística y ambiciones históricas. Lo hace en un momento de superación, ahora en 2009, cuando la época en que sucedió el 23F es más bien objeto de nostalgias para varias generaciones, para dar una versión desmitificadora (la transición se basó en que varios de sus protagonistas traicionaron a sus hasta entonces compañeros e ideas) pero reivindicativa (esas traiciones fueron necesarias para consolidar un sistema frágil en un momento muy débil) de la transición.


El instante
El instante que Cercas disecciona es la Guardia Civil entrando en el Congreso: gritos, Gutiérrez Mellado zarandeado, balas, todos los diputados se echan al suelo excepto tres… La estructura del relato avanza por las simetrías de los personajes centrales del instante, Suárez –traidor del movimiento-, Carrillo –traidor del comunismo- y Gutiérrez Mellado –traidor del ejército-, entre sí y con los tres golpistas principales, Armada, Milans del Bosch y Tejero, en el contexto histórico concreto y el de las diferentes asonadas españolas. Hay dos líneas de investigación central, una mantenida a lo largo de todo el libro y aún sin resolver, referida a la participación o no del CESID como organismo en el golpe, y otra referida al Rey, sus aciertos, errores y coyunturas en la resolución de la intriga. El conjunto se cierra en un bonito círculo novelístico completo, el que dan los años pasados y la reflexión organizadora a pesar de tratarse de hechos oscuros cuyos detalles nunca se conocerán totalmente.


Cercas se obsesionó con la grabación televisiva


Tal vez el gran acierto del Cercas que juega a historiador sea la objetividad en un hecho deudor del enfrentamiento histórico de las dos Españas. Creo que este acierto viene de su profesión: escribir novelas, y tal vez esté, sorprendentemente, vedado a los historiadores. ¿Por qué? Por su necesidad de comprender –más que describir- razones y psicologías de todos los protagonistas de un relato que escriba, y por dar más importancia a esta necesidad objetiva de la novela que a su (presumible) ideología. Así, Cercas humaniza la posición de todos los protagonistas, sus intereses grandes y pequeños, para recuperar un espíritu hoy manipulado: que el 23F no triunfara no se debió a los desvelos de partidos, sindicatos, organizaciones, o prensa, que nadie de los que vivimos aquel día somos capaces de recordar aunque parezca que nuestra clase política actual sí, sino más bien a un conjunto de casualidades que dieron al traste con una acción cutre y caótica. Ver escribir sobre política e historia recientes españolas y mostrar dudas, mostrar no lo que los personajes piensan, sino lo que parece que pudieron creer y pensar, y buscar sus motivaciones, no es pan habitual. Las reflexiones añadidas sobre la ética en la política (y al revés), que remiten a Max Weber y a su excelente El político y el científico, que recomiendo mucho incluso (o sobre todo) si no se es político ni científico, son de calado para una sociedad acostumbrada a gritar la necesidad de la pureza política sin tener en cuenta sus consecuencias ni, encima, aplicarla como tal.

Que la disfruten...

2 comentarios:

  1. Tiene buena pinta, dottore. Habemus desiderata a la biblioteca. ;)

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  2. Este post lo he entendido. Me ha costado pero he sido capaz de seguirlo. Interesante. A ver si algun dia me animo y leo un libro sesudo de estos que yo en pasando de los Don Mikis las paso putas.

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