Galopa y corta el viento es el título de una copla, que Eloy de la Iglesia utilizó para un guion de cine escrito en 1981 y reescrito en 1985, que nunca se llegó a rodar. Este volumen es una edición de la primera versión, que está acompañada de una introducción a cargo de Eduardo Mendicutti (que conoció a Eloy de la Iglesia y a su coguionista Gonzalo Goicoechea), y de un estudio crítico sobre el guion, sus circunstancias y sobre parte de la obra de Eloy de la Iglesia, a cargo de Eduardo Fuembuena. Publica la editorial niñosgratis* -continuación de su constante labor de publicación de literatura queer-, en una edición muy bella y disfrutable. Se trata de un volumen por tanto con diferentes líneas de estudio.
La razón de ser de esta edición hasta ahora inédita es el guion. La historia se ambienta en Gipuzkoa en 1981. Tras el 23F, Manolo, uno de los guardias civiles que participa en el golpe, es destinado a Irumendieta, un pueblo de nombre inventado, donde conoce a un militante abertzale, Patxi, con lazos familiares y sociales en ETA. Tras varias vicisitudes casuales Manolo y Patxi se enamoran. En la historia participan dos hombres más: Alberto, un vasco de dieciséis apellidos, pero no nacionalista, con pluma y amante de la copla, y que presta su caserío para los encuentros de los amantes; y Sebas, un chico jienense (como Manolo) que se mueve por Donosti, es chapero ocasional, y les proporciona drogas. Aunque dados los tiempos y la situación Patxi y Manolo intentan ser discretos, lógicamente el conflicto se hace público y nadie lo lleva bien, por decirlo suavemente.
Aunque Galopa y corta el viento no se llegara a rodar, tiene dos películas hijas bastardas de su argumento irreverente: La muerte de Mikel (de Imanol Uribe), y El pico (del propio Eloy de la Iglesia). Galopa y corta el viento es consciente de la imprudencia que comete su particular Romeo y Julieta del conflicto vasco. El guion tiene una frescura encomiable en su asunción no reprimida de un deseo imposible, en el buen uso de los espacios físicos liberadores u opresores (el caserío de Alberto frente al piso de la madre de Patxi) y en su visión de los años de plomo en que no existía solución posible: del fanatismo etarra al parapolicial, Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea vienen a postular la fuerza única y superior del deseo/amor/sexo. En ese sentido sin duda peca de ingenuidad (su amor supera atentados y torturas terriblemente cercanas para cada uno), pero su postulado político, que lo hay, se resume en una escena central en que los cuatro hombres protagonistas se drogan en el caserío de Alberto escuchando a Estrellita Castro y discuten de política, y Alberto declama con aparente frivolidad que los mariquitas no tenemos patria, que somos siempre tránsfugas, y que a él le den pollas y no patrias. Por supuesto, la descripción de ambientes, personajes y perfiles psicológicos es totalmente reconocible, y la precisión del guion en ello recuerda el propio estilo deslavazado pero desenfadado de Eloy de la Iglesia, un cineasta cuya producción de aire tan realista como casi amateur fue durante bastante tiempo criticada y relegada, pero que precisamente por su crudeza y visión desprejuiciadas del sexo y las drogas durante la transición ha tenido una revisión positiva creciente.
Uno de los promotores más relevantes de esta revisión es Eduardo Fuembuena, autor del estudio crítico incluido en el volumen, pero que anteriormente escribió Lejos de aquí, un libro sobre Eloy de la Iglesia y su relación con José Luis Manzano (quien debía haber interpretado a Sebas en Galopa y corta el viento). En su estudio dentro del volumen que comentamos hoy, Fuembuena describe las dos versiones del guion, aporta un prolijo contexto artístico de Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea, y estudia los motivos por los que la película no se rodó. Es especialmente crítico con el sistema desarrollado por la Ley Miró, que vista desde hoy acabó con el cine comercial español de la transición en el que De la Iglesia encajaba bien, y que en 1985 expresamente denegó el dinero que hubiera podido levantar el proyecto. No obstante, Fuembuena, que dispone de un enorme bagaje de datos e información reflexionada, pero que en ocasiones parece escribir desde el resentimiento, admite también como importantes en la decisión las adicciones de Eloy de la Iglesia a las drogas, y el propio argumento casi inaceptable de la historia para todas las partes.
Si ya fue una osadía escribir y proponer este guion en 1985, osadía probablemente hija de la potencia transformadora de lo cultural que tuvo la transición, no es poca la de recuperarlo para la edición con estas características, lo que hay que agradecer al esfuerzo editor de niñosgratis* (y tal vez encuadrarlo en el actual revisionismo continuado de lo cultural en la transición, a veces más nostálgico o a veces más incisivo, como es el caso). Es más fácil encontrar este libro en la web (aquí) o en librerías madrileñas que en las vascas, por cierto. Aunque en Hontza (Donosti) y ANTI-Liburudenda (Bilbao) sí lo han trabajado y hasta tuve la oportunidad de presentarlo en compañía del editor, Weldon Penderton. ¡Qué bien que lo pasemos con les colegues!
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