Dos recuerdos principales me ha supuesto la lectura del ensayo histórico La novela gráfica, de Santiago García: uno es una antigua historia del cómic publicada por fascículos en la revista semanal de El País, a finales de los ochenta, titulada, Cómics clásicos y modernos, y que a mí me sirvió para conocer cosas que el azar de la tebeística no había dejado caer en mis manos (qué sé yo, fue emocionante descubrir a Milton Caniff o a Little Nemo). Hoy en día también serviría para entender la deriva de la aportación cultural de los grandes diarios españoles, pero eso, aunque pudiera incluso tener que ver con la historia del cómic, es otro asunto.
El segundo recuerdo es una generalidad de la juventud de aquellos tiempos: el lugar común de que los tebeos, los tebeos infantiles y juveniles específicamente, habituaban al niño al hábito de fascinarse por la obra impresa; y de ahí le ayudaban a pasar a la lectura, a la prima mayor que era la novela, y ganaban al niño para eso que la tradición indica que no se hace en España: leer. Este tránsito es y fue siempre una generalización, y yo lo sabía incluso antes de conocer la historia del precode (les pongo ejemplos muy bien explicados cortesía del blog ausente). Mi padre, por ejemplo, siguió leyendo (y disfrutando a carcajadas) Mortadelos hasta bien entrado en la sesentena. Pero yo cumplí bien la llamada de la lectura y, en efecto, a principios de los ochenta empecé a cambiar los jabatos y truenos por Los tres investigadores y por Agatha Christie, y… bueno, aquí estamos.
El fenómeno de la novela gráfica desborda completamente ese supuesto tránsito. Más allá de la falacia que afirma que los adultos no leen cómics, desdeñar éstos por infantiles ante el torrente que desde hace veinte años vivimos es ridículo e ignorante, y, sobre todo, un motivo estúpido para perderse un producto cultural completamente ligado a nuestro tiempo y forma de consumo. Producto que ha conocido relativamente pocos ensayos, y que es el concepto alrededor del cual Santiago García ha articulado brillantemente su libro. Porque, en efecto, desde un principio y para evitar el juego de las definiciones (cómic, tebeo, historieta, cómix, revista gráfica, comic book, novela gráfica), García acota su investigación con la consideración de que el cómic es un producto sometido desde su inicio a su medio de publicación, y que este hecho ha condicionado su historia como arte hasta el punto de que todos sus cambios, por consideraciones artísticas que pudieran tener, han sido siempre respuesta a situaciones de crisis de su industria. Un juicio éste que somos capaces de ver claramente también en la música, o en el cine, y que está empezando en la literatura.
Con Maus parece empezar todo, aunque fuera un proyecto que llevaba años gestándose.
Como ensayo, el libro de Santiago García es interesantísimo y está excelentemente escrito. La historia del cómic es necesariamente también la historia del siglo XX (voy a ver aquí una conexión con Alex Ross), y su final anunciado en forma de novela gráfica (al menos hasta 2010, año de publicación) da a esta historia el pulso narrativo que insta al lector a conocer cómo hemos llegado a Maus, a El arte de volar, a Fun Home, a Ice Haven, a 300, a From Hell. Santiago García lo hace además entretenidísimo, apoyado en las referencias visuales de los cómics comentados (que además sirven para entender que un cómic necesita un modelo de análisis que sepa incluir tanto lo literario como lo visual), y ayuda a entender los entornos histórico, industrial y artístico implicados en la evolución del cómic, cuyas puertas abiertas actuales son un campo de propuestas seguramente muy sorprendentes en pocos años. Una imprevisión ante la cual el propio autor se excita.
El viaje al infierno en busca de Jack el destripador es una de las obras maestras incontestables de la novela gráfica
Si puedo discrepar en algo, o creer que algo le falta al libro, sería la ausencia del posiblemente siguiente cambio en el cómic como producto, que es lógicamente Internet y su influencia; están ausentes del libro, aunque yo creo obvio que su peso en el último lustro tanto en difusión como en el fenómeno crítico popular de los blogs debe ser objeto de análisis. Por otro lado, tal vez más personal, me sorprenden algunas cosas, como el hecho de que Alan Moore no merezca más análisis (aunque es una figura de difícil racionalización en un ensayo histórico general), o en general el gran salto que se produce en el libro en el devenir del cómic europeo, cuya participación en el continuo histórico de la novela gráfica queda para mi gusto algo reducido. Entiendo que se debe a motivos históricos, aunque, por qué negarlo, tal vez la frustración (mínima) proceda de haber sido lector infantil de Jabato, Superlópez, Astérix y otros cómics europeos, y no de DC o Marvel. ¿Por qué no me comprarían esos tebeos mis padres?
Santiago García, vía El boomerang
Yo también recuerdo esa creencia de los tebeos como lugar de paso a la lectura “seria”, pero como tenía en casa todos los ejemplos, siempre me pareció una tontería. Uno de mis hermanos y yo hemos sido siempre lectores compulsivos sólo que él, además de libros, devoraba cómics mientras que yo nunca he conseguido terminar ninguno. Lo cierto es que no sé leer tebeos porque tiendo a irme detrás del texto y se me olvidan las imágenes (creo que esto ya lo comenté aquí en otra ocasión). Lo que es indudable, es la importancia del cómic como arte y como medio de expresión. Tiene buena pinta el ensayo, lo anoto. Esto es, en parte, mérito del blog ausente, que me fue aficionando con sus perlas :)
ResponderEliminarbueno, es que el blog ausente (y el señor ausente en general) es un portal estupendo para interpretar y leer cómic. Ya me gustaría a mí asistir a alguna de sus presentaciones, pero el señor se queda en bcn, aunque, al menos, nos queda practicar idiomas y seguirle en catalán por la radio.
ResponderEliminarYa sabes que yo te animaría muuuucho a intentarlo, Isabel. Ya encontraré el cómic ineludible para ti, ¡ja!
Qué bueno! Resulta que también tengo la historia del cómic publicada por fascículos en la revista semanal de El País, a finales de los ochenta. La tengo guardada fascículo a fascículo en una carpeta azul de cartón de las de antes, porque en aquellos tiempos no disponía de dinero como para llevarla a encuadernar… Y mucho me temo que tengo más cosas en común ya que seguí mi trayectoria de TBO, DDT, Pulgarcitos, etc. para luego pasarme a la serie Marvel con Spiderman y Namor [el príncipe del mar] combinándolo con aquellos libros de Rin Tin Tin que ofrecía en hojas alternadas la misma historia escrita normal o en viñetas [creo que nunca leí la parte “escrita normal”…]. Por supuesto tengo Maus, From Hell y lo que se ha ido publicando de Joe Sacco entre otras cosas. En fin, que me siento hermanado en este post contigo!
ResponderEliminarEs cierto que el comic sigue maltratado por la sociedad en general y se atribuye a mentalidades frikis…básicamente inmaduras…como si la persona no pudiera con la letra y necesitase del apoyo de la imagen para motivarse a seguir una historia. Yo, básicamente lo encuentro caro ya que me gusta poseerlos y me sale por un pico ya que sigo fielmente a los de la serie Bonelli [Dampyr y Dylan Dog], no me pierdo ninguno de los Blacksad [Canales/Guarnido] que van saliendo y por un afán coleccionista voy adquiriendo aquello que va saliendo sobre vampiros…Para friki yo!! :-)
Voy a enviar este post a un buen amigo
[compatriota tuyo] con el que compartimos complicidades gráficas y al que quiero presentarte.
Voy a hacerme con esa recomendación de Santiago García, ya!
Y Manel consigue enredarme otra vez. Si Goio... Yo he tenido la suerte de encontrarme con grandes lectores de comics entre mis amigos. Borja Crespo e Iñaki Gutierrez me dejaban sus TBOs y me iban orientando y comiendo la cabeza con cada descubrimiento.
ResponderEliminarEn Francia, allá mismo, todo era diferente y algunos nos iban adelantando novedades y autores. Veo que has escrito sobre Trondheim,... Sfar, Larcenet, Badouin,... me entusiasman. En el ultimo tiempo Bastien Vives me impresiona.
Quizás buscar profundidad en el comic es una trampa en si misma. Su fuerza es la del guión, si, pero sobre todo la de la ilustración. Fueye es un album precioso... No sé. Recuerdo lo que he leido sobre tu post sobre Asterios de Mazzuchelli... Somos legion los adultos que leemos comic sin buscar la fuente de la juventud ni aferrarnos a tiempos pasados. Un placer de encuentro.
El cómic es caro, claro que sí. O, bueno, hay consideraciones que hacer. Para lo que cuesta leerlo, su precio de libro se amortiza en poco tiempo. Pero también es cierto que se lee más veces con más facilidad de un libro. Anda que no habremos releído esos cómics de infancia y juventud que dices, ¿no? Muchísimo más que cualquier gran novela que nos guste...
ResponderEliminarvarias generaciones debemos compartir cómics en la memoria, es claro. Pero es gracioso ver lo de ese suplemento, que me consta pasó por manos de muchos hoy en día aficionados al noveno arte. Está bien ver estos puntos comunes. También es uno de los pasos para el negocio de la nostalgia!
gracias, Manel, y también por el nuevo lector que atraes al blog!
Hola, Gallas (o Asier, si prefieres). Veo que no partes de cualquiera a la hora de dejarte aconsejar sobre cómics, eh! Se me ocurre que con semejantes amigos aconsejando tienen que haber caído más joyas en tus manos que en las mías, que sí he sufrido durante años el salto del tebeo juvenil, que en un momento determinado abandoné, a volver a retomar las viñetas con los años. Ahora soy lector fundamentalmente de novela gráfica actual y rara vez me cae algo de género (por así decir). Me tiene alucinado la impresionante madurez del medio, alcanzado en tan poco tiempo, y, como Santiago García, estoy expectante por las seguras joyas que nos llegarán en próximos años.
ResponderEliminarEncantado de tenerte por aquí, espero que disfrutes de próximas entradas. Habrá más cómics, desde luego que sí!
Dices: "todos sus cambios han sido siempre respuesta a situaciones de crisis de su industria. Un juicio éste que somos capaces de ver claramente también en la música, o en el cine, y que está empezando en la literatura". Bueno, yo creo que en la literatura no está empezando: la longitud de las novelas decimonónicas no tiene ahora, con el dominio de la electricidad, mucho sentido... a pesar de que trilogías gordas como atunes se vendan tanto. No sé, es un buen camino para reflexionar. En cuanto a experiencia personal, bueno, soy muy de la Marvel, X-men, Excalibur, Capa y Puñal, Spiderman... pero solo algunos de ellos sobreviven a una relectura adulta, y los modernos (Ultimate y demás) no me terminan de convencer. De modo que benditas sean las novelas gráficas.Un saludo a todos.
ResponderEliminarla verdad es que la literatura también ha tenido estas cosas, mi comentario es algo incompleto. Que si publicación por capítulos en revistas, que si publicación mediante revista directamente, que si novelas por entregas... Aunque al final siempre había un libro que es un modelo que ha existido hegemónicamente hasta ahora, que resulta que tb hay un fichero. EN música en apenas cien años se ha pasado de ni siquiera tener registro al fonógrafo, al vinilo, al cedé... Y claro, los contenidos cambian porque el consumo cambia. Desde luego, en el caso del cómic y tal y como lo explica el libro, el cambio es brutal, y ha sido brutal en los distintos formatos a lo largo del siglo pasado.
ResponderEliminarsaludos a ti y gracias todas por pasarte...