Mostrando entradas con la etiqueta Ian McEwan. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ian McEwan. Mostrar todas las entradas

8 de diciembre de 2020

Una novela judicial

The Children Act (La ley del menor) es una novela breve de Ian McEwan, protagonizada por una jueza de menores que se enfrenta a la vez a la infidelidad de su esposo y a un urgentísimo caso sobre la transfusión de sangre a un menor testigo de Jehová enfermo de leucemia. Estas doscientas páginas escritas en un inglés fluidísimo se leen con interés y rapidez, y dejan, en mi opinión, un único valor literario realmente apreciable: el gusto por el relato que McEwan aporta en cada caso judicial explicado, con sus detalles complejos, que presenta con agilidad y atractivo enormes, haciéndolos sencillos y entendibles. Y no son pocos: se intercalan en varios momentos de la novela, muchas veces en forma de sentencia (el texto que a fin de cuentas debe escribir la protagonista, Fiona), y en ese juego en que McEwan se siente muy cercano, si bien veo que más por convertir a su jueza en narradora que por aspiración del autor a ser juez…

The Children Act fue prontamente adaptada al cine por Richard Eyre, con Emma Thompson en el papel de la jueza. Curiosamente, Thompson es también guionista

Pero, sorprendentemente, el resto de la novela es muy poco interesante; la crisis matrimonial no aporta realmente nada salvo pequeñas reflexiones de Fiona que resultan de baja intensidad, y el ambiente social elitista de Fiona, con su gusto por las actuaciones como intérprete privada de música clásica parecerían en gran parte un relleno, apenas salvado -en mi opinión de manera forzada- por la conexión artística con el menor enfermo de leucemia. El final me parece muy deudor del de Los muertos, el relato final de Dublineses, de James Joyce, si bien de nuevo algo rebuscado.

Supongo que el libro es demasiado académico en esta parte más dramática relacionada con el dibujo de la protagonista, pero en un sentido un tanto rancio. El ojo de McEwan hacia la sociedad y la familia que describe es muy esperable, muy tópico; tampoco creo que sepa captar bien la sensibilidad de a mujer de 59 años a la que toma por protagonista, y, si bien no cae en la estupidez hipersexual de colegas como Roth o Updike, la novela, que apenas tiene seis años, podría tener treinta más, con los obvios estereotipos de otra época.

En fin, igual hay que esperar a ver logros similares a On Chesil Beach, el mejor de sus libros que he leído (Solar es muy flojo). De mientras, al menos sus libros permiten una lectura sencilla con que ejercitar el idioma y, al menos en esta ocasión, nos dejan esos momentos judiciales apasionados que antes comenntaba.

Ian McEwan (vía)






 

 

 

18 de noviembre de 2013

Energía


Solar es la novela  de Ian McEwan que sigue a On Chesil Beach, la emocionante pequeña pieza que narraba la terrible noche de bodas de una pareja de la reprimida Inglaterra de los 50. Para los lectores Solar es una novela esperada, y para el autor un desafío frente a los excelentes resultados de la anterior.

Solar es la historia de Michael Beard, un físico británico ganador del Nobel a principios de los 70, director de un centro de I+D dedicado a las energías renovables en el Reino Unido. Casado cinco veces, su caótica vida personal se enfrenta a que por primera vez su mujer le es infiel, lo que interfiere seriamente en su trabajo. En ese momento y delante de sus narices sucede un accidente que obliga a Beard a tomar una decisión moral de profundas implicaciones personales y profesionales. La novela relaciona (y retuerce) continuamente ambas facetas de Beard, personal y profesional, usando la física y su belleza determinista como espejo del desastre de alcohol, mujeres, infravivienda y obesidad en que Beard vive, y lo hace en tres momentos temporales, 2000, 2005 y 2009, incorporando banalmente elementos exteriores (desde la recesión económica al triunfo de Obama), localizaciones geográficas significativas en el cambio climático, y llegando a un clímax con la única salida posible, pero sin resolver, al menos, la parte científica de la trama.

Energía solar fotovoltaica (vía)

Michael Beard es un personaje tópico e indefendible, de una psicología muy directa y plana, con varios lugares comunes de reconocimiento demasiado fáciles. McEwan no lo hace potencialmente más interesante y tal vez sólo una radiografía del viejo elefante que vive del éxito pasado, sin ideas, ganas, ni posibilidades de hacer nada nuevo alcanza en algún momento fugaz un halo trágico tanto para el protagonista como para el mundo que le acoge (en este caso, el de la innovación energética y su burbuja de farsantes apenas esbozada por McEwan).

La suma de diseño de estructura y personaje hunden a Solar en el terreno del best-seller convencional del que le sacan a veces los destellos de lucidez de McEwan, cuando Beard reflexiona sobre sí mismo y su brillante pasado, o la integración de las explicaciones físicas de la trama, y como lector me ha dejado profundamente indiferente, aunque por supuesto, se siga y se consuma sin desagrado.

Ian McEwan, fotografiado por Philip Hollis (vía)