Física de lo
imposible, este libro de Michio Kaku, es anterior a la película de J.A.
Bayona que reventó taquillas, Lo
imposible, que no sé si se inspiraría en él para hablar de un fenómeno
físico conocido y perfectamente posible. Lo que sí es cierto, y confesado por
el autor, es que la vocación científica y divulgativa, que es la que inspira el
libro, puede perfectamente nacer en el consumo literario, televisivo, y
cinematográfico, de la ciencia ficción.
Los peligros del teletransporte, versión David Cronenberg
El atractivo punto de inicio de Física de lo imposible es, por tanto, recoger las principales
imposibilidades físicas retratadas en la cultura popular, clasificarlas en razón
de la capacidad tecnológica actual para llevarlas a cabo, y estudiarlas desde
un punto de vista científico. Así, tenemos imposibilidades de clase I,
posiblemente solucionadas tecnológicamente en un siglo (invisibilidad,
teletransporte, psicoquinesia, antimateria…); de clase II, que no contravienen
las leyes de la física pero que están lejos de nuestro alcance tecnológico (el
viaje en el tiempo, los universos paralelos), y las de clase III, que
supondrían una reformulación de las leyes de la física (precognición, máquinas
de tiempo perpetuo). Cada imposibilidad tiene su capítulo, precedido casi
siempre por el ejemplo sacado de una película o novela, estudiada bajo la luz
de las expectativas humanas respecto al mismo, los científicos prominentes que
dieron los primeros pasos que ayudaron a su resolución, y el estado del arte
actual, tanto tecnológico como científico. Bueno, no exactamente actual, sino
de 2008, claro.
Las botas de Ewan McGregor me resultan más difíciles de explicar que las espadas láser...
El resultado es un apabullante resumen de los principales
campos científicos punteros actuales (siempre alrededor de la física, sin
entrar en la biología y la genética, que sería la otra gran disciplina científica en
la cresta de la ola), con apariencia rigurosa a pesar del cebo de la cultura popular, que puede tal vez parecerle prolijo al
lector analfabeto en ciencia (a estas alturas, igual debería dejarlo sólo en
lector analfabeto) cuando la tecnología se va filtrando e imponiendo en cada
capítulo, pero que resulta brillante en varios de sus episodios al encontrar el
nexo emocional que une al desarrollo científico teórico más complejo con la
aplicación deseada que contribuya a cambiar la humanidad, y por ello nuestras
vidas cotidianas.
El oficial científico del Enterprise es uno de los personajes principales de Star Trek
Kaku escribe claro y preciso, con definiciones sencillas de
lo complejo, y ejemplos culturales reconocibles. Tal vez sea banal responder a
si existirán alguna vez las espadas láser, o a si podremos teletransportarnos,
pero sucede que la imaginación también desata la Ciencia, como sucede en el
caso que narra el propio autor, en que Star
Trek consiguió dar una solución a un problema concreto. Kaku abre la puerta
al interés de cada lector por un tema concreto, y cumple bien con lo que es la
divulgación científica, apoyándose más de lo que el canon espera en el
imaginario popular, pero usándolo inteligentemente en beneficio del
conocimiento.
Michio Kaku (vía)