Mostrando entradas con la etiqueta Daniel Ausente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Daniel Ausente. Mostrar todas las entradas

11 de febrero de 2015

Los guiris nunca se enteran de nada


Me pregunto si en unos años se leerá Mataré a vuestros muertos pensando en su año de publicación, 2014, en la situación catalana, y en el muy peculiar hecho, aparentemente inocente, de que las víctimas de su libro pertenezcan todas a estratos no catalanistas. Resumo la historia: el mal, que anida en los pasadizos y alcantarillas de la ciudad condal desde hace siglos, y de vez en cuando despierta sediento de sangre y vida, ha vuelto a asomarse, y se alimenta de aquellos pobres que se aventuran por los callejones y pasadizos de las casas más viejas de la ciudad, y sólo ratas, cucarachas, palomas y piedras saben de él. No distingue razas, puede ser una fan dominicana del reggaetón, una estudiante de Erasmus, una niña gitana… cualquiera de las posibilidades multiétnicas que Barcelona ofrece hoy a su monstruo lovecraftiano. Pero, ¿simboliza algo el monstruo?

Donde el mal se esconde (foto de Albert Puntí)

Daniel Ausente es un fantástico interpretador de la realidad que subyace bajo la subcultura pop. Defiende –creo que con sentido- en su premiado blog que cuando una realidad (un país, una comunidad, lo que sea) se expresa en términos no esperados por el stablishment, la subcultura en general ya lo ha adelantado con las lecturas digresivas propias del underground y en un lenguaje que las masas asumen. Espero por ello que me permita esta interpretación que se abría camino en mí como un gusano inquietante mientras devoraba las páginas de esta pequeña pieza maestra en ritmo e intenciones.

Mataré a vuestros muertos asume con gozo los modos de la novela de serie B y realiza un crossover tan inesperado como placentero entre, como dice su contraportada, Perros Callejeros y el universo de Lovecraft. A esto hay que sumarle el retrato de ciudad, ya presente en su primera obra de tipo autobiográfico, Mentiré si es necesario, aportando para ello elementos históricos que Ausente utiliza en forma de epístolas que recuerdan las visitas de Heinrich Himmler o Buffalo Bill, por ejemplo, a la ciudad. Estructurado en ágiles pequeños capítulos sin un personaje central –salvo la ciudad-, que presenta no sólo a las víctimas sino su entorno social, generalmente degradado, usa un costumbrismo desbordante de humor que nunca llega a la condescendencia, con una mirada mucho más cariñosa que cruel, para avanzar en la resolución con las pinceladas de presentación del héroe, los orígenes del nuevo aparecer del mal, y una segura devoción romántica por lo insano, pútrido e innombrable.

No soy yo lector de relatos de monstruosidades y evisceraciones. Me suele molestar su apelación adormecedora a lo primario y su aire de producción en cadena para el consumo literario. Entre lo más interesante de Mataré a vuestros muertos está el equilibrio en la ejecución sin complejos de ese modelo narrativo, en un ejercicio que posiblemente está más admitido incluso por determinada crítica en cómic o cine que en literatura, que ni carga su metáfora con subrayados que le sacarían del género ni se encierra en éste como si su cadena de acción no fuera consciente que en realidad disecciona la ciudad en su falsa modernidad, como si de un Mendoza en su laberinto se tratara.

Daniel Ausente, en la foto personal de su blog, preparado para luchar contra el monstruo (es decir, justo antes de llevar a los niños al colegio)

8 de mayo de 2014

Todo mentira



Mentiré si es necesario es un libro biográfico editado por El Butano Popular mediante crowdfunding y escrito por Daniel Ausente, el autor del (brillante) blog El Señor Ausente, ensayista y escritor en varios medios, miembro de la iniciativa Trash entre amigos, auténtico experto analista de la subcultura pop y sus influencias de y en lo social, cultural, político y moral, y, por encima de todo ello, padre de familia, ex-politoxicómano, y un ser peligroso.

Según llegan los años (para quedarse), voy empezando a entender por qué en la madurez se dejan de leer novelas/ficiones y las lecturas de ensayo y no ficción ganan peso en la biblioteca personal. He visto a muchos lectores comentarlo (no todos, obviamente), y a mí también me está pasando. Creo que los factores son psicológicos: una vez que el bacalao ya se ha probado conla mayoría de salsas posibles, resulta más interesante conocer cómo se organizan otras realidades que andar fantaseando, y las biografías son un ejemplo perfecto; pero, claro, si además se trata de la de un coetáneo de orígenes e intereses más o menos similares, es más que posible que tus defensas de avezado lector caigan y las (ahora sabes por qué) peligrosas enseñanzas del libro te secuestren.

Daniel Ausente cuenta las aventuras de su infancia y primera juventud en episodios breves, que suelen recuperar un personaje o un conjunto de anécdotas y sucedidos en pequeños relatos cerrados que poco a poco revelan desde lo obvio (la peculiaridad de la familia Castañé, entre lo burgués y lo ácrata pasando por lo pichabrava) a lo sutil (el cambio de modos de un país que en realidad no cambió tanto de costumbres pero sí de drogas; el peso ineludible de lo sociogenético en los actos de la vida, o la subversión de la nostalgia comercial), y conforman una saga desestructurada a la que el propio autor se sorprende de haber conseguido sobrevivir, en una ciudad de trazo espeluznante y alejada de la Barcelona de hoy en día.

El libro admite mentir desde su título. Creo que la propia cinefilia del autor lo implica: si miente es por exigencia del guión. También creo que hay una lectura más allá: del mismo modo que el cine miente y sólo con encuadrar ya retrata estética y moralmente, una autobiografía también impone un cuadro por el que el lector mira necesariamente. Su interpretación del fuera de cuadro puede por ello volverse esencial. Y peligrosa, claro. La mía es que es imposible escribir estos episodios magníficos, tan sensibles como lúcidos en lo social y en lo psicológico, sin muchísimas más horas también invertidas en aquellos años en las lecturas y las películas, horas de biblioteca y filmoteca ausentes (con la excepción de un hilarante episodio viscontiniano) de un libro que canta gozoso al cómic de derribo y al cine de barrio del desarrollismo. Todas esas horas no descritas son sin embargo la base de una sintaxis elegante, que da coherencia a una voz muy personal y de difícil etiquetado. El libro nace de la escritura de un blog, y cumple con ello la regla no escrita de mancillar el serio género de la autobiografía mediante Internet, que además es en este caso la nueva casa madre de toda la subcultura actual. A esa voz le toca ahora afrontar la liberación del formato corto y el abismo de la ficción –aunque las novelas sean para jóvenes-. Pero eso sí, será un autor cuyas claves tendremos claras, porque sabemos la verdad que encierran sus mentiras más peligrosas.

Daniel Ausente, por Irene Schulz, (vía)