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28 de noviembre de 2014

¿Intruso?


El pensador intruso, este libro del físico Jorge Wagensberg, camuflado en una colección de ciencia, es un ensayo epistemológico que bien podría estar en una colección de filosofía. Su tesis inicial es que existen tres métodos clásicos para que se consiga producir el fenómeno del conocimiento: la ciencia, el arte y la revelación. Wagensberg define y compara estos aspectos, juega con ellos y encuentra en las fronteras de cada uno el origen de la interdisciplinariedad que permite avanzar y progresar al conocimiento humano.

¡Científico!

Wagensberg escribe muy claro y ameno. Sus ejemplos y formas se alejan de las normalmente abstrusas explicaciones filosóficas, aunque recurra en varios puntos a los clásicos y exponga su importancia histórica. Me apetece destacar entre toda la brillantez de pensamientos de Wagensberg su definición digamos científica del arte, algo que suele estar tan sometido a la subjetividad. Wagensberg propone que

Arte es conocimiento obtenido usando el método del arte, donde el método del arte es cualquier método que respete un único principio: el de la comunicabilidad de pensamientos (incluidos los ininteligibles) que extienden o amplían una experiencia de la realidad.
Y en el contexto de método de conocimiento que para Wagensberg supone el arte resulta una definición a recordar.

¡Artista!

El encomiable carácter divulgador del libro de Wagensberg demuestra que puede hablarse de temas relevantes del pensamiento sin rechazar a ningún lector, y su propio talante cuasirrenacentista le hace estar cómodo en todos los campos que toca. Wagensberg es físico y museólogo, y es esta disciplina necesariamente interdisciplinaria (si es que se quiere desarrollar plenamente) una de las que utiliza vehicularmente para defender sus tesis. Su tono es además gozoso y entusiasta, humilde ante el conocimiento adquirido, y asombrado ante el que se va a adquirir.

¡Revelador!

Todo esto se recoge en las 100 páginas excelentes que abren El pensador intruso. El espíritu interdisciplinario en el mapa del conocimiento. El volumen contiene una segunda parte, llamada Delicias interdisciplinares, un conjunto de decenas de artículos breves, publicados previamente en revistas y periódicos y en la que se recogen sobre todo las observaciones de la realidad en que Wagensberg se ha basado para definir sus ideas. Hay de todo en ellos, pero muchas veces son sólo apuntes fugaces más o menos bien desarrollados, que a veces son demasiado preliminares, o muy obvios como borrador del propio libro. Posiblemente no eran necesarios como tal para la comprensión y agilidad de éste, y debo reconocer que la lectura de esta parte me ha pesado. ¿Podrían haberse integrado varios de estos ejemplos en el cuerpo del ensayo largo inicial y obtener así un volumen más coherente y definitivo?

Jorge Wagensberg (vía)