
David Fincher y su guionista Eric Roth cambiaron prácticamente todo en la historia del cuento sobre Benjamin Button salvo la anécdota original. El Benjamin Button de FSF nace en Baltimore y queda al cuidado de su padre, del que hereda el negocio. No se casa con bailarina evasiva alguna, sino con una chica decente de su ciudad con la que tiene un hijo. Es héroe de guerra pero no un viajero romántico. FSF viene a dibujar un triunfador, un Gatsby cuyo desarraigo surge de su peculiaridad de haber nacido viejo e ir rejuveneciendo según pasan los años.

El toque fantástico de FSF se repite en The Diamond as Big as The Ritz, donde el descubrimiento, uso y explotación de un diamante del tamaño de una montaña por una familia sí se rodea del realismo debido hasta el extremo. Además, es una historia bien compensada, cuyos toques ‘best-seller’ (del pionero que hace dinero a la huída de una cárcel de oro inesperada) podrían haber dado lugar a episodios innecesariamente alargados y a una novela de acción. No lo termina, no obstante, de manera redonda, pero demuestra lo que se dice de FSF como autor que mejor ha entendido la relación del hombre con el (mucho) dinero.
El mejor cuento de los tres es Bernice Bobs Her Hair. Tuve obviamente que descubrir qué es ‘to bob the hair’, y la traducción más adecuada en el contexto del libro parece ser ‘cortarse el pelo por encima de los hombros pero cubriendo la nuca’. Por el tono entendía que Bernice se hacía la permanente, pero el diccionario parece implacable... En cualquier caso, Bernice Bobs Her Hair es un relato sin anécdota fantástica y cuenta la historia de la tímida Bernice, que visita a su prima, la segura y arrogante Marjorie. La amenaza que Bernice repite de continuo (cortarse el pelo) es una invención de Marjorie para que Bernice la repita a modo de chiste que le haga ganar popularidad y, a la vez, deje de avergonzarla. Lo consigue, pero Bernice se cobra adecuadamente la arrogancia. Con buenos personajes y ambientación (en los detalles para enmarcar la historia FSF era maestro), su tono austeniano que equilibra frivolidad y sentimiento femeninos está bien conseguido y excelentemente rematado en el final.