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2 de agosto de 2011

El fotógrafo en la gran ciudad



Hacía mucho tiempo que no leía un libro de historietas recopiladas. Un cómic que no fuera novela gráfica sino una colección de las tiras publicadas diaria o semanalmente en un periódico, forma de publicación que supuso el nacimiento del cómic como arte moderno. Así que puede que Julius Knipl, fotógrafo inmobiliario, sea el primer libro de estas características que leo desde Calvin y Hobbes (y de esto puede hacer 10 años).

Julius Knipl es un judío de oficio absurdo que deambula por una especie de Nueva York llena de pequeños comercios de nombres paradójicos (el puesto de agua de lluvia, el taller de reparaciones de almohadas eléctricas), y con sus dos pequeñas mochilas colgadas y permanentemente encorvado cual Marx (Groucho), es testigo de actos culturales delirantes (el desfile del día del estatismo, el teatro excursionista, excursiones para rescatar barcos), o de la vida de personajes singulares (la amante de los tomates adobados, el virtuoso del radiador, el lector de coches aparcados), sin nunca participar de lleno o involucrarse. El personaje parece arrastrado por un dibujo rápido, incluso histérico, de líneas inclinadas y trazo imperfecto, en lucha con bocadillos de textos surreales. Un tono más burlesco que grotesco preside la función, obvia metáfora del absurdo humano, y broma continuada sobre las ínfulas personales en un mundo urbano cuyo mecanismo infinito se impone siempre al individuo. Abundan las referencias judías (y me imagino que muchas se me escapan), y algo parecido a la nostalgia de una ciudad tal vez más oscura pero menos normalizada.

 El protagonista y las preguntas esenciales (vía repampanos)

La referencia obvia parece Kafka, todas las reseñas que hablan del autor Ben Katchor mencionan al escritor de Praga. Kafka tiene un humor más negro y bordea lo trágico aunque pueda ser absurdo y la ambientación urbana y opresiva de El proceso esté aquí. A mí este cómic me recuerda mucho a La peor banda del mundo, de José Carlos Fernandes, una excelente (y para mi gusto superior) colección de historietas ambientadas en una ciudad europea indeterminada que por momentos se adivina Lisboa o Praga, y que cuenta también con personajes chocantemente centroeuropeos (Sebastian Zorn, Morfeus Gabor, Ignacio Kagel) y de oficios también locos (troquelador de sellos, criptógrafo de segunda clase), cuatro de los cuales tocan música cuando consiguen reunirse tras superar avatares inimaginables.

Julius Knipl, fotógrafo inmobiliario es a veces demasiado críptico, algo impenetrable. Pero la mayoría de las veces es desatadamente divertido, y de una originalidad e inventiva desbordadas. Es una tira que se sigue publicando y que ha dado gran fama a su autor en su país y durante su lectura reconozco haberme inclinado varias veces ante su creatividad. Se ha editado en un bonita edición de Astiberri que respeta el formato original.

Ben Katchor, vía New Jersey Jewish News