Pagando por ello.
Memorias de un putero en cómic es el título de impacto moral que Chester
Brown no escogió para su libro, pero que aceptó llamar así por sugerencia de
unos editores que se enfrentaban a una publicación algo complicada. Se trata de
unas memorias reales, en las que el autor explica cómo empezó a ir de putas,
por qué lo hizo y por qué lo dejó, y da abundantes notas con su opinión sobre
la prostitución en un texto al final del libro.
Este cómic biográfico cuenta 15 años de la vida de Brown,
quien al inicio del libro vive con su novia, con la que rompe aunque siguen
viviendo en la misma casa. Brown reflexiona sobre las desventajas del amor en
pareja, los sinsabores que le ha dado, y sus problemas propios para tener
relaciones sexuales casuales por sus pocas habilidades sociales, y decide
probar con la prostitución. Supera sus miedos
y tabús al respecto y se encuentra con una experiencia que le resulta muy
positiva, en la que además no observa ninguno de los problemas esperables
aunque en su interior los tema: drogas, enfermedades, trampas de la policía,
etc… El ejercicio de exposición de la intimidad es total, no sólo corporal sino
emocional, porque Brown va contando a sus amigos y amigas cómo va su
experiencia, y discutiendo con ellos sobre las maldades del amor romántico y
las bondades de la prostitución.
Intimidad bajo los focos
El cómic está dibujado en blanco y negro, en un modelo casi
cuadriculado e invariable de 8 pequeñas viñetas por página, en páginas de
grandes márgenes. El blanco y negro es marcado y tiene sentido dramático:
viñetas negras para las fechas de cada acto (lo cual acerca el libro a un
diario gráfico), y efecto de iluminación para el sexo o la entrega de dinero.
El tono general, acorde con el propio autor, es el de un análisis algo frío,
que además se acompaña de la opción estética de no mostrar las caras de las
chicas, a las que obviamente ha cambiado el nombre.
Reconozco que me interesan mucho más Chester Brown como autor y su reflexión, que el cómic en sí,
que se me ha hecho algo repetitivo en su ritual de contratación + sexo +
conversación con la prostituta y/o con los amigos. Pero en el argumentario de Brown
para convertirse en putero, seguir durante años y finalmente dejarlo, encuentro
razones reveladoras porque me resultan coincidentes con parte de mi pensamiento
al respecto, aunque mis conclusiones serían muy diferentes. Yo también creo que
el amor romántico está sobrevalorado y que para mucha gente es más una mentira social
que la mejor solución natural para su vida… pero no por ello creo que los
matrimonios convenidos del pasado fueran mejores que los actuales, aunque sólo
sea porque en su día eran matrimonios tan forzados como convenidos. También me
parece que la prostitución debe descriminalizarse, que las prohibiciones y
regulaciones son injustas para las mujeres, y que no se trata de un sexo que
transmita más enfermedades que el sexo casual de una noche, pero no por ello me
parece que el futuro de las relaciones sexuales en un mundo ideal sea el
intercambio por dinero (que de momento es abrumador en la dirección de hombre a
mujer) porque hayamos aprendido tolerancia hacia la prostitución quitándonos
tabús. Más bien veo que sin tabús alguien como Brown tendría habilidades
sociales para acceder a sexo casual, y su necesidad de acceder a una oferta de
prostitución desaparecería.
Discusión al aire libre
Brown es muy racional y excelente argumentando con sus
amigos. Se ha despojado de tabús y tiene las ideas claras. Además, es un putero
educado y consideradísimo con las chicas. Niega de continuo que su actividad
como putero le afecte, o que se haya encontrado con chicas explotadas, aunque
el cómic sea casi gélido, nada emocional. Creo que a veces cae en demagogias
clásicas (como su versión propia del clásico todas son putas, depende del precio) o en cierta ingenuidad al
creer que las mujeres le cuentan la verdad de sus vidas. A veces, curiosamente,
las prostitutas le afean que no crea en el amor.
Pero el libro es excelente en su desmitificación del putero
medio, y de la prostitución digamos cotidiana, y junta un raciocinio claro y
profundo con una experiencia propia que mucha gente que habla del tema no
tiene. Hay un valor de campo a reconocer y considerar.
Chester Brown por Aaron Lynett (vía)