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18 de septiembre de 2012

El hombre sin atributos



Siempre me había parecido enigmática la portada de esta novela, con la foto de este niño vestido con ropas de hace cien años y ese pelo rubio alborotado que le invade la frente, su mirada decidida, y el fondo en sepia, una campa solitaria y un cielo cubierto. El título evoca la batalla que Napoléon ganara en Moravia a los rusos y a los austríacos, la misma que Tolstoi reflejó en Guerra y paz.

Austerlitz es la batalla europea por excelencia: hasta tres emperadores mirando por lo suyo (vía)

Austerlitz es un libro de memorias con matices de reportaje que el narrador (supuestamente el mismo Sebald) cuenta tras encontrarse en repetidas ocasiones y lugares (Amberes, Londres, París), de manera casual, con Jacques Austerlitz, el protagonista principal. Austerlitz es un profesor que vive en Londres y que comienza hablando de arquitectura con el narrador, especialmente de fortalezas y cúpulas, para, en un momento determinado de sus encuentros siempre evasivos, comenzar a contar su viaje personal en busca de sus orígenes. Un viaje que le descubre a sí mismo que no se crió con sus padres, que su país no es aquel en que nació, que el idioma que usa no es su lengua materna. Austerlitz es un niño refugiado que evitó por los pelos el Holocausto, al precio del exilio, el desarraigo y la memoria, vividos como desapego intelectual más que como tragedia.

Austerlitz, como novela, sorprende al desplazar la atención del narrador al protagonista al cabo de 30 páginas. También por el uso de fotografías y gráficos intercalados, lo que da el matiz de reportaje histórico mencionado, pero cuyo B/N poco definido, oscuridad y aspecto antiguo lo acercan a la presentación de una investigación emocional más que profesional. El casi monólogo de Austerlitz se prolonga más de 200 páginas, en una fascinante yuxtaposición de frases larguísimas en párrafos inacabables, donde Sebald narra cómo Austerlitz le cuenta sus viajes y lo que en ellos va descubriendo, mediante una erudición que se combina con la emoción individual para ir aclarando paso a paso el origen y la vida de este hombre sin atributos. No es difícil encontrar el sentido metafórico al personaje y su época, que vendría a ser el europeo golpeado por las circunstancias del terrible siglo XX. Sin ser esto novedad, la novela aporta brillantez mediante otra forma de narrar la irrupción del nazismo en la vida de la clase media, y es por momentos hipnótica. Es por ello una pena que Sebald muriera prematuramente en 2001, porque su obra es corta ya que además empezó a publicar bastante tarde.

La novela termina abruptamente, aunque las reseñas no dicen que esté inacabada. Siguiendo con el gusto del lector por encontrar metáforas vitales, estas fueron las últimas líneas de una novela publicada por Sebald, coherentes con el accidente de carretera que se llevó por delante al escritor.

W. G. Sebald (vía)