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19 de diciembre de 2022

Jerjes bonito

 


Por las razones improbables que desconocemos de la cibernética, al buscar información sobre Jerjes tras la lectura de Las lágrimas de Jerjes, el señor Google me sugirió ‘Jerjes Óscar Esquivias’. Muy modernamente me dije WTF a mí mismo mientras pulsaba el enlace resultado de la propuesta, y en lugar de encontrarme a Óscar Esquivias interpretando al terror del Helesponto me topé con Jerjes conquista el mar, primera novela escrita por Esquivias, aunque publicada después de su trilogía sobre el purgatorio en Burgos.


Rodrigo Santoro fue Jerjes en 300, la película de Zack Snyder que adaptó el cómic de Frank Miller


Aparentemente este Jerjes no tiene que ver con el personaje histórico, aunque tiene ausencia de padre como en la obra teatral de Gomá arriba mencionada, y lógicamente su título nos remite al
fracaso persa de Salamina. ¿Quién supera esta derrota y conquista el mar por fin, aunque sea en Santander? Jerjes es un muchacho con discapacidad intelectual que trabaja gracias a un programa laboral de inclusión junto con otro compañero en la central de Telefónica en Madrid; vive con su madre y suele visitar el Rastro, especialmente el puesto de una librera malcarada y gritona, buscando libros de postales y fotografía.


Edificio de Telefónica en Madrid (vía

El conflicto de la historia es menor: a Jerjes y su compañero Duque no les dan muchas tareas y pasan ratos largos tomando el sol en calzoncillos en las terrazas. Con una cámara que ha regalado a Jerjes el novio de su madre hacen fotos a los edificios circundantes. La novela tiene un buscado punto de vista inocente con el que Esquivias quiere reflejar cierta pureza de su personaje principal, adquiriendo su carácter como tono del relato, y, tal vez, apelar a un público juvenil. Pero el texto alcanza momentos en que esta idea puede saltar por los aires: comienzan a fotografiar mujeres desnudas, uno de los chicos tiene erecciones delante del otro, hay un potencial chantaje por un libro conseguido en el Rastro… No obstante, todos estos conflictos o siguen una línea o arco trágicos y terminan en situaciones manejables y discutidas de manera amable, al menos según el punto de vista de Jerjes, que, como buen personaje masculino joven de Esquivias, apenas se preocupa nunca.

Jerjes conquista el mar tiene sin embargo mucho encanto en sus diálogos, en el diseño de su personaje principal, y en la envidiable transparencia con que mira su vida. Su aventura tiene un aire poético, dice Esquivias en su nota explicativa, como si se tratara de un poema donde cada palabra y línea de diálogo fuera imprescindible. La precisión y el ritmo existen: el libro apenas para -como Jerjes- y se lee en un santiamén, con una sonrisa agradecida por la ternura mostrada por personajes con los que las distopías habituales en la novela actual harían picadillo.





30 de noviembre de 2022

Profetas hoy

 


Alguien se despierta a medianoche o Libro de los profetas, que parece que iba a ser su primer título, es un conjunto de relatos cortos escritos por Óscar Esquivias e ilustrados por Miguel Navia. Los relatos recogen historias o anécdotas del Antiguo Testamento y las desarrollan en clave contemporánea, con distintos grados de relación según los casos. Las ilustraciones, según dice la introducción, proceden en parte de trabajo anterior al libro (de modo que son anteriores a los relatos y en cierta forma es Esquivias el que pone palabras a imágenes ya existentes) y en otros se hicieron después. El libro no se resiente por ello, no es realmente posible distinguir con la lectura qué relato pertenece a qué momento, y las imágenes, que tienen algunas características comunes no sólo estéticas sino también narrativas entre todas ellas, tampoco lo permiten.

Fe ardiente

A pesar del carácter episódico de los relatos, existe una línea de continuidad en ellos, si bien los autores huyen de subrayados e incluso son algo evasivos en esto. El dibujo de Miguel Navia es onírico, incluso surrealista, y detalladísimo, incluso hiperrealista. El detalle llena en general el espacio, sin restringirse a páginas o viñetas, y engarzando en ocasiones con el texto en una maquetación precisa que forma parte del proceso creativo. Las ilustraciones repiten con cierta obsesión algunos símbolos intencionales, como los pájaros y los personajes portando la máscara veneciana de la peste, que es tentador intentar interpretar en las líneas de los textos, aunque las imágenes más impactantes y perdurables son, probablemente, los espacios urbanos, calles y edificios reconocibles de ciudades en tono sepia, algo apocalípticos, en planos picados.

El último detalle

No son obvias las metáforas que procedentes de la Biblia pueblan el contenido de los textos. La fascinación de Óscar Esquivias por la imaginería y la narrativa bíblica es bien conocida; basta seguirle en redes, o haber leído su trilogía que situaba el purgatorio en la ciudad de Burgos, al que se consigue acceder por su catedral en el verano de 1936... Esta “geolocalización” parece ser la idea cultural de partida: llevemos las emociones recogidas en el Antiguo Testamento a nuestras ciudades y personas de hoy. Estos profetas han sido trasladados a cierta mundanidad de ciudades inundada de situaciones comunes, bien en un Madrid o un Bilbao o un Burgos reflejos ilusorios de las pecaminosas ciudades bíblicas, bien en un perpetuo devenir pródigo -e inmigrante- por el continente europeo. Esquivias tiene un estilo limpio y un gusto metafórico irónico y en ocasiones lírico. Siempre tierno y comprensivo con sus personajes, mantiene la frescura de un narrador digamos rural confundido pero entregado a las urbes y su vida atareada, fascinante e incomprensible. El último texto del libro, desviado tan alegremente del antropocentrismo, recuerda a Delibes.

La visita

Alguien se despierta a medianoche es un libro muy bello, que recupera las narraciones ilustradas, que no es un cómic pero que a veces juega a esa narración visual, y cuyo principal problema ha sido su dimensión descomunal, que para el lector de cama como yo requiere de unos largos y fornidos brazos (con los que el profeta padre no tuvo a bien adornarme) para evitar su peligrosa caída sobre el cuerpo. ¡De su lectura se sale por ello literalmente más fuerte!


Miguel Navia y Óscar Esquivias (vía)

 


23 de agosto de 2016

De Madrid al cielo


Apunta bastante alto Óscar Esquivias con la opción con la que decide terminar la trilogía que se iniciaba con Inquietud en el paraíso y seguía con La ciudad del Gran Rey: no tanto por la abrupta ruptura de la continuidad de ambientación y personajes de las dos primeras novelas, sino por la manera en que Esquivias decide informar, a mitad de novela, de la realidad de sus propuestas fantásticas de las novelas anteriores. Este informe adopta la forma de carta de un lector, y suena real. La opción en sí es literariamente quijotesca: alguien apela al autor de las partes anteriores, y el autor responde en su obra nueva.

Admite el autor en una nota que no era fácil –especialmente para el editor- que Viene la noche rompiera tanto el relato, aunque esto no sucede con el tono. Se ambienta en el Madrid del cambio del año 2006 a 2007, con la sombra de los atentados del 11M por detrás y el terrorismo de ETA, y su protagonista es Benjamín Tobes, un jubilado del barrio de Tetuán, con un papel importante también de su hijo Jaime, escaparatista, y su nuera Sara, enfermera en una maternidad. La vida durante unos meses de esta familia lleva consigo también costumbrismo algo desfasado (sobre todo por el carácter tan atractivo como fuera de su tiempo de Benjamín) y retrato no tanto de una ciudad como de un barrio. La capacidad humorística de Esquivias está presente con su uso inteligente de la réplica, aunque de nuevo existe una corriente dramática y amarga.

Atentado de la T4 de Barajas (vía)

En teoría, Viene la noche corresponde al Infierno, pero las alusiones son, en principio, menos presentes que en las novelas anteriores. En cierto modo, este infierno moderno puede ser una alusión al terrorismo (pero es dudoso) o a la sangrante memoria histórica española (porque tal vez sólo podamos explicarnos la Guerra Civil con una fantasía como la de Dante), pero no existen subrayados (ni siquiera entre paréntesis). En el libro debiera haber un Virgilio que guíe al autor, y ese sólo podría ser Benjamín, pero este sufre un gran desconcierto personal ante el desmoronamiento inesperado de su familia, un estado en cuya descripción Esquivias alcanza una cota emotiva significativa. Benjamín es un castellano recio, de hablar preciso y juicio conciso, a veces severo y a veces divertido, casi siempre irónico, que cualquier hijo de castellanoleonés reconocemos con facilidad. Su dolor, su pasmo, ante la noticia que su hijo le da, me permite identificar un rasgo nuevo de los ancianos, entendiendo por tales aquellos que consideran firmes los asientos de su vida, ante el desconcierto de la modernidad. Interpreto también una lectura sobre el coming out de lo más sugerente, que en mi opinión –o en mi lectura- completa el círculo del destino del pobre Ricardo Gorostiza de manera muy sutil.

Óscar Esquivias (vía)


(Gracias definitivas a @vonpatata por la buena mandanga de esta trilogía tan disfrutable)

8 de mayo de 2016

Burgos o el Purgatorio


La ciudad del Gran Rey es la segunda novela de la trilogía dantófila (por no decir dantesca, que significa otra cosa, y que también es pero sólo en parte) iniciada por Óscar Esquivias en Inquietud en el Paraíso. Retoma la acción donde la dejaba el final de la primera novela, es decir, en el momento justo en que, al final del verano de 1936, se abren las puertas del Purgatorio dentro de la catedral de Burgos, y por ellas cruzan los miembros de la expedición militar cuya misión es encontrar al general Sanjurjo, el cura penitenciario de la catedral que había promovido la expedición, y varios civiles que en la confusión del momento acaban dejando España (o el Mundo) para acabar en…

Arco de Santa María (vía)

Para acabar en un Purgatorio dibujado en un frenesí imaginativo sin par, que recurre a los propios textos y profecías cristianas para en una lectura en ocasiones literal implantarlas en la vida diaria de un espacio y tiempo diabólicos. El Purgatorio al que llegan los pobres burgaleses de pro es una ciudad que parece Burgos, pero en la que la situación de las calles, el clima y las horas de luz son variables según criterios no entendibles; hay una población nativa de costumbres peculiares, una moneda dolorosa de obtener (las muelas) y momentos de extrañeza global: las estatuas cobran vida y comen sopa, los monjes son capaces de volar usando sus barbas, los habitantes están sometidos a transformaciones sorprendentes si mienten, todos parecen vivir bajo un miedo atroz y admitiendo todo tipo de violencias de unas autoridades que todos mencionan pero que nunca comparecen, etc…

El clásico Purgatorio de Dante (vía), con su expiación de los pecados capitales

En mi opinión, La ciudad del Gran Rey no puede desligarse de Inquietud en el Paraíso, y sólo tras la lectura de ésta cobra sentido y supone disfrute real. Sí, puede leerse independientemente hasta cierto punto, dado que las peripecias de los pocos personajes de la primera novela que llegan al –supuesto- Purgatorio son en gran parte independientes de las vividas en el Burgos del alzamiento. Pero estilísticamente es muy necesario comparar el tono y la ambientación que Esquivias escoge para cada una de las novelas para entender la mecánica completa del relato (a falta aún y en mi caso de leer la tercera novela). Las dos novelas funcionan como un obvio espejo, en el que un Burgos prebélico (asentado, conocido, establecido) se refleja en un Burgos en contienda (absurdo, voluble, indescifrable). La capacidad metafórica de Esquivias en La ciudad del Gran Rey es admirable por inteligente, fantástica e infinita: partiendo de la mayor (que la España en guerra es un Purgatorio cruel y lamentable) a las menores, que surgen del hálito religioso de la situación planteada para describir la locura social en su conjunto, si algo une a las dos novelas es una mirada irónica y un tono humorístico propio, que quizá se haya movido de la sátira de Inquietud en el Paraíso al absurdo en La ciudad del Gran Rey, sin olvidar que en ambas existe un orden establecido que puede alcanzar la crueldad y del que siempre hay quien desea huir.

El carro de heno, de El Bosco. Las imágenes de este pintor se me aparecían continuamente al intentar visualizar los hechos de La ciudad del Gran Rey

La ciudad del Gran Rey me parece una novela casi inaudita, única en su capacidad y logros. Aunque la inspiración de sucesos y hechos sea la del contexto histórico, la Divina Comedia y los textos religiosos que definen ambiguamente el Purgatorio, la mecánica de la imaginación de nuevos mundos que funcionan según sus propias reglas y en las que se produce la ruptura frente al universo realista (al que sin embargo pretenden y a veces consiguen dar una explicación o un punto de vista) no se le puede escapar a un lector de ciencia ficción, por ejemplo. Y no tengo ni idea de por dónde retomará la trama en Viene la noche. Eso sí, hace años que no paro en Burgos, y parece que va siendo hora porque se me ha abierto el apetito. Tendré cuidado con no abrir mucho la boca, por mis pobres muelas. Aunque no me parece la ciudad castellana más diabólica en cuanto a perderse literalmente al andar por sus calles y perder tu propia sombra… mi preferida en esas lides es Valladolid.

Oscar Esquivias (vía)

28 de octubre de 2015

Burgos, 1936.


Inquietud en el paraíso es la primera novela de una trilogía que muchas veces me han recomendado los insignes Von Patata y Soy Ignatius (¡qué le voy a hacer si mis amigos escogen nombres así para sus cuentas de twitter!). Escrita por Oscar Esquivias, autor burgalés que tiene una cuenta de twitter más normalita, la novela transcurre en Burgos durante el verano de 1936: el cura penitenciario de la Catedral proclama su intención de viajar al Purgatorio, como según él hizo Dante, a través en su caso de una puerta determinada de la Catedral de Burgos, y, debido a los avatares políticos de la ciudad en aquel verano de proclamación de guerra, consigue inesperadamente los permisos para ello en un clima de exaltación religiosa y patriótica.

El camino al Purgatorio (vía)

Las reseñas cuentan que la trilogía es un viaje similar al de Dante en La Divina Comedia, pero ejecutado al revés. El Paraíso del que partimos es la ciudad de Burgos, que se suma gozosa y casi unánime al alzamiento. El Paraíso es un sitio alegre, casi vodevilesco, donde en una armonía costumbrista pero un tanto azconiana conviven curas, militares, familias de bien, campesinos, artistas, proletarios, pobres y prostitutas, y donde la conspiración va poco a poco organizándose en una de sus plazas fundamentales. La historia resulta muy coral, pero el tono irónico del sainete social representado, con algunos momentos brillantes y muy divertidos, usado para retratar el momento terrible que vivía España, me recuerdan inevitablemente al libro de Eduardo Mendoza sobre la vida en Madrid antes de la Guerra Civil, Riña de gatos. Madrid 1936, publicada cinco años más tarde que Inquietud en el Paraíso, donde también aparecen algunos personajes relevantes de la situación, como Emilio Mola o José María Albiñana. Esta además cuenta con un último capítulo en que el Paraíso se está abandonando con claridad, algo que Mendoza se ahorraba en su libro.

Mola dando saltitos delante de Franco (vía)

Esquivias utiliza personajes históricos de la ciudad para su trama, retorciendo los hechos, moviendo las fechas, y ficcionando las situaciones cuando era necesario (y lo explica en una breve nota al respecto) para sus fines dramáticos. Su punto de partida, el posible viaje al Purgatorio de un emprendedor cura visionario, marca los límites en que trabaja: usar/diseñar personajes de ideas o comportamientos estrafalarios que alrededor de la seriedad de la situación política global ayudan a mostrar el ridículo al ser descritas sin reales diferencias con aquellas de los personajes en principio más cuerdos, y que obviamente en gran parte no lo están. El tono se abandona como digo en el terrible capítulo final, donde las elipsis resultan demoledoras a la hora de terminar muchas de las historias ramificadas del libro. La metáfora entre el viaje de Dante por los infiernos y el emprendido por España en los peores años de su historia se vislumbra rápido, pero es efectiva, y, desde luego, me atemoriza ante lo que queda por leer en los siguientes volúmenes.

Aunque la novela es coral, hay un personaje que lleva el punto de vista general del espectador. Se trata de un seminarista interesado por la música y ayudante del penitenciario de la Catedral, se llama Rodrigo Gorostiza y es un chaval homosexual que se acepta a sí mismo sin problemas ni traumas, aunque conoce el mundo en que vive y obviamente no practica. Pero su edad, su capacidad de asombro y aprendizaje, y su sentido de la justicia, le convierten en lo más parecido a un héroe del libro. Esquivias ejecuta este atrevimiento (un perfil de personaje un tanto difícil de creer en aquellos tiempos, pero al que todo el mundo acompañaría al Purgatorio o donde hiciera falta), y yo le veo una dimensión política que no puedo sino aplaudir, como guinda de un pastel magnífico y muy recomendable.

¡Gracias Von Patata por prestarme el ejemplar! ¡Se merece usted moderar una envejecida lista de email!

Oscar Esquivias, en su cuenta de twitter