17 de diciembre de 2024

La Sibila

Las novelas de Agustina Bessa-Luís se han reeditado en castellano, con lo que tenemos la oportunidad de descubrirla. Bessa-Luís, con el tiempo, fue guionista de Manuel De Oliveira y de Rita Acevedo Gomes, pero su prestigio se inició con esta novela fascinante, sinuosa y rural llamada La Sibila.

Es la historia sobre todo de Quina, pero también de su madre María, y algo menos de su hermana Estina y su sobrina Germa. Quina no tiene poderes, simplemente es una mujer cabal y decidida, que no se casa nunca y es capaz de arreglar la penosa situación financiera en que su padre dejó la finca familiar (la Vessada) al morir, y, a base de trabajo, austeridad, conocimiento del medio y visión, de alcanzar cierto capital y prestigio. Superviviente nata en su terruño del norte de Portugal, en un mundo de hombres incapaces de hacerle sombra, Quina ayuda en pleitos, da consejos de salud, mantiene una lengua vivaz pero concisa, y subvierte el estatus mediante la buscada perpetuación de su arraigo femenino.

La Sibila es fascinante por esto (escrita como está en 1954, sin incluir una palabra en contra de la dictadura salazarista o sus formas) pero, sobre todo, por su estilo. Dotada de una especial capacidad para el detalle, cada frase de la novela es una aventura que se desliza desde lo principal a lo secundario con habilidosos desvíos impregnados de metáforas iluminadas y aforismos contundentes donde se recoge especialmente el sentir de la época, el lugar y los personajes tal y como Quina los ve. Que parece indudablemente la visión de la propia Bessa-Luís, si bien el prólogo aclara que el personaje está basado en su tía.

¿Y cuál es este sentir? En mi opinión no hay una certeza evidente, la autora no fija necesariamente una realidad, sino que más bien hace fluir la vida de los personajes entre acontecimientos cotidianos (fiestas populares, bodas, adulterios, cambios de propiedades, vidas de algunos vecinos) poco interesantes en sí como línea dramática. La introspección del personaje de Quina revela las contradicciones a las que la someten la vida y el trabajo y la casa, en una aproximación vitalista a la condición humana en un entorno no urbano, pero tampoco arcaico o subdesarrollado. Alejada del miserabilismo aunque exista pobreza, el naturalismo y costumbrismo que podrían esperarse chocan con un estilo proustiano, a veces incluso trascendente, y que a pesar del título, no cruza nunca la línea de lo mágico o lo mítico. No conozco bien la novela portuguesa y su tradición literaria, pero reconozco una especie de puente entre cierto ruralismo tremendista (a lo Pardo Bazán o incluso Cela) y el realismo mágico latinoamericano, sin nunca llegar a casarse con ninguno, totalmente original en su apuesta estética clarividente del retrato final conseguido.


Agustina Bessa-Luís (según foto publicada en Clarín)


7 de diciembre de 2024

Terapia

 


Como me sucedió hace unos meses con Nice Work, es fácil ver la correlación entre título y contenido y realización en este volumen de David Lodge, Therapy, donde no sólo el protagonista se somete a diferentes terapias, sino que el propio libro se exhibe como una terapia determinada. Y, como Nice Work, Therapy es un libro inteligente y divertidísimo, tal vez no tan completo pues, a pesar de su componente metaliterario, tiene un final algo errático y algún que otro argumento se cierra algo en falso. Pero esto no elimina la construcción brillante, el uso de elementos secundarios (del tenis al catolicismo, de las sitcoms televisivas a los vagabundos de marca de Londres) engarzados con precisión, y la creación y explicación de situaciones hilarantes.

Lawrence Passmore es un guionista exitoso de la televisión británica que sufre de inexplicables pinchazos en la rodilla que le atormentan. La vida objetivamente le sonríe, pero su melancolía va en aumento, sufre presión en el trabajo, no puede practicar bien su deporte favorito, y, aunque se somete a todo tipo de terapias (yoga, aromaterapia, acupuntura, psicología), todo se desmorona definitivamente cuando su mujer le pide inesperadamente el divorcio.

La historia de hombre maduro un tanto desastre y desquiciado por un divorcio no es precisamente nueva. La narración en forma de elementos de terapia (tanto su diario como la escritura que hace de los pensamientos que Passmore cree que los demás personajes tienen) son sin embargo muy efectivas. Los episodios de la comedia de situación que Passmore escribe para la televisión permiten un reflejo imaginado de su rota cotidianidad de 'primer mundo' y su obsesión por el existencialista danés Søren Kierkegaard, además del riesgo narrativo asumido que significa dedicarle páginas a un filósofo de corte deprimente en una novela cómica -solventadas con una capacidad asombrosa para el humor- presenta un anverso más oscuro que permite a Lodge indagar en las motivaciones de lo que hoy llamaríamos, salvando las distancias y las formas, un incel. Estas dos manifestaciones psicológicas enfrentadas recorren el nudo central del libro con un brillo estupendo.

Los libros inteligentes que levantan carcajadas no abundan, y, con el tiempo suficiente entre libros del mismo autor, seguramente no agoten. La prosa en inglés de David Lodge es diáfana y seguible, pero he agotado sus tres novelas más conocidas y reconocidas. La tentación es leer alguno de sus varios ensayos literarios. ¿Será capaz de introducir en ellos esta enorme capa de humor inteligente y estructural?


David Lodge (vía Babelia)